Cenizas de amor
Título original: H.M.
Pulham, Esq.
Año: 1941
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos.
Director: King Vidor.
Guión: King Vidor,
Elizabeth Hill (Novela: John P. Marquand)
Música: Bronislau
Kaper.
Fotografía: Ray June.
Reparto:
Hedy Lamarr, Robert Young, Ruth Hussey, Charles
Coburn, Van Heflin, Fay Holden, Bonita Granville, Douglas Wood, Charles Halton.
Género: Drama.
Sinopsis
Harry Pulham, miembro de una
destacada y aristocrática familia de Boston, pasa sus primeros años en la
Universidad de Harvard. Tras el paréntesis de la guerra, Harry acepta un
trabajo en una importante agencia de publicidad de Nueva York, donde conoce y
se enamora de la bella Marvyn Miles, pero la muerte repentina de su padre le
hace volver a Boston. Decide quedarse a vivir, pero Marvyn no puede soportar el
ambiente de puritanismo que se respira en esa ciudad.
COMENTARIOS:
Basada en la novela, “H.M.
Pulham, Esquire”, escrita en 1941 por el brillante escritor John P. Marquand
quien, tres años antes, ganara el premio Pulitzer con su excelente “The late
George Appley” (llevada magistralmente al cine por Joseph L. Mankiewicz),
“CENIZAS DE AMOR” es otra ejemplar creación cinematográfica.
¿Quién no ha tenido alguna vez en
su vida una crisis existencial? Harry Pulham, con algo más de 40 años, se
encuentra en esta situación y King Vidor la describe de forma excelente, dando
una vuelta de tornillo -más de una- a la famosa crisis de los cuarenta.
Para Harry Pulham (Robert Young)
cada día es una repetición exacta de la jornada anterior. El mérito de Vidor es
mostrar las actividades cotidianas de Harry y que el espectador sienta que son
rutinarias aunque sea la primera vez que las ve en pantalla. La serie de planos
que coloca en el arranque demuestran como dominaba el lenguaje cinematográfico,
y es que King Vidor planificaba todo al detalle. Así, en una notable secuencia,
Harry, de espaldas a la ama de llaves, extiende su mano como si fuera un
autómata para que la sirvienta le coloque los dos cacahuetes de siempre que más
tarde él echará a las ardillas del parque, de siempre, camino de su trabajo.
Sólo una invitación a comer de un
antiguo compañero de la universidad alterará la rutina y provocará toda la
acción posterior. Se trata de celebrar el 25 aniversario del fin de carrera y
proponen que Harry sea el encargado de escribir un breve resumen de la vida que
ha llevado cada compañero. Como es lógico empieza por la suya. A partir de aquí
Vidor nos muestra, gracias al flash back, como la vida del pequeño Harry estaba
ya planificada desde el momento de su nacimiento. Ese día, su padre (Charles
Coburn) hace ya una reserva para un colegio privado donde ingresará su hijo...
¡Dentro de 12 años! Cuando llega a esa edad el primogénito de los Pulham recibe
unos consejos que son para enmarcarlos: "Si alguna vez te ocurre algo
desagradable, procura que nadie se entere" le dice un grave Charles
Coburn.
Una llamada de su antigua novia,
Marvin, interrumpe sus recuerdos y hace que la crisis se desate. Ella le
pregunta si es feliz; la misma pregunta que varias personas le formulan a lo
largo de la cinta. Él siempre responde por obligación, como si la respuesta
fuera obvia, "Claro que sí". Pero el genial director nos transmite la
sensación de que Harry se encuentra fuera de su cuerpo, oyéndose a sí mismo, respondiendo
afirmativamente, cuando sabe que no es verdad, que siente haber perdido el
tiempo con su vida y que siempre ha hecho lo que los demás querían que hiciera.
Llegados a este punto, queremos aprovechar la aparición en escena de Marvin
para homenajear a la estrella que interpreta el personaje: Hedy Lamarr,
tristemente desaparecida un mes de enero de hace ocho años.
Nacida en Viena, de familia judía
y casada con un simpatizante Nazi, comenzó su carrera como actriz bajo las
ordenes del legendario Max Reinhardt. Sin embargo, lo que le dio a conocer fue
su papel en Éxtasis, (Ekstase de Gustav Machaty, 1933) una película Checa donde
aparecía completamente desnuda. Tras el escándalo, su marido la encerró en casa
y le prohibió actuar. También quiso comprar todas las copias disponibles de la
cinta, cosa que evidentemente no consiguió –una de ellas la tenía el propio
Benito Mussolini-. Después de una huida espectacular (en la que tuvo que drogar
a su asistenta y deslizarse por la ventana) Hedy Lamarr llegó a Estados Unidos
y fue contratada por la MGM. Si esto no es suficiente para una vida de
“película” hay que añadir las veces que se casó y las que fue detenida por su
“afición” a robar en las tiendas; pero lo más sorprendente, para mí, es que
tiene en su haber varias patentes, algunas de ellas tan importantes como... ¡un
dispositivo para evitar que los torpedos guiados sean interferidos por el
enemigo! Esta increíble –y guapísima
mujer- realiza una de sus mejores interpretaciones en el largometraje que
estamos comentando. Pero no solo ella, King Vidor también da muestras de su
buen hacer. Y es que en Cenizas de Amor hay multitud de detalles de buen
director y de guionista. Los podemos ver en cada despedida entre Harry y
Marvin: siempre da la impresión de que va a ser la última, siempre hay una
mirada desesperada o una puerta medio abierta o un hueco de escalera vacío.
Pero la resolución final es lo
que marca la diferencia entre una película buena y una obra maestra que
perdurará a través de los tiempos. El encuentro entre Harry y Marvin, después
de tantos años, y la constatación de que nada volverá a ser igual que antes
(hasta su canción suena horrible en el tocadiscos) es memorable. El falso final
feliz deja un poso de amargura en un filme que, por lo ambiguo de la
conclusión, merece estar en la cima del séptimo arte, donde hace ya tiempo que
se encuentra.
(Crítica publicada en el Blog de Ethan)
(Crítica publicada en el Blog de Ethan)
Calificación: 5 de 6.
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