domingo, 23 de abril de 2017

The Girl Who Had Everything (La chica que tenía todo) - (1953) - (Director: Richard Thorpe)


Título original: The Girl Who Had Everything

Año: 1953

Duración: 69 min.

País: Estados Unidos.

Director: Richard Thorpe.

Guion: Art Cohn, Willard Mack (Novela: Adela Rogers St. Johns)

Música: André Previn.

Fotografía: Paul Vogel (B&W)

Reparto:


Elizabeth Taylor, Fernando Lamas, William Powell, Gig Young, James Whitmore, Robert Burton, Bill Walker.


Productora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)

Género: Drama .


Sinopsis:


Jean es hija de un prestigioso abogado que se enamora de Victor, uno de los clientes de su padre. El acusado es un personaje misterioso que tiene extrañas amistades. El abogado quiere alejar a su hija de esa relación pero ella, que está algo consentida, insiste en continuar con él, cosa que le traerá problemas....




Comentario:


Basado en la película de 1931, "A Free Soul", que protagonizó Norma Shearer, Clark Gable y Lionel Barrymore (en los papeles interpretados por Taylor, Lamas y Powell en esta versión). 



Taylor estaba embarazada de su primer hijo durante el rodaje de "The Girl Who Had Everythingy", el programa de rodaje fue hábilmente reorganizado para que sus escenas más reveladoras pudieran ser filmadas antes de que su embarazo fuera demasiado obvio. Ésta era también la última película de Powell para MGM, el estudio donde él había hecho la mayor parte de sus mejores trabajos.



Elizabeth Taylor había hecho la transición de estrella niña a estrella adulta en 1951 “Un lugar al sol”. Sus siguientes películas para MGM fueron más discretas, y “The Girl Who Had Everything” (La chica que tenía todo) no es ciertamente un punto alto en su carrera, pero no tan floja como la crítica en su día hizo creer.




También es notable por ser la película final de William Powell en el estudio, y de hecho una de sus últimas interpretaciones.



Fernando Lamas es adecuado como Raimondi. Gig Young interpreta al ex novio de Jean. William Powell tenía 61 años, pero el carisma y el encanto seguían ahí y Taylor, de 21 años de edad, está muy bien en este tipo de papel.



Adecuado entretenimiento, vale la pena ver por las actuaciones de William Powell y Elizabeth Taylor, y por la oportunidad de ver a Taylor impresionantemente hermosa (y el uso de algunas prendas realmente impresionantes).



Esta no es una gran película, pero Powell y Taylor le dan un toque de clase. Da la sensación de una película B con estrellas de cine A.


Una escena:



Calificación: 3 de 6.


martes, 11 de abril de 2017

Clive of India (Clive de la India) - (1935) - (Director: Richard Boleslawski)



Título original: Clive of India

Título en español: Clive de la India

Año: 1935

Duración: 89 min.

País: Estados Unidos.

Director: Richard Boleslawski.

Guion: W.P. Lipscomb, R.J. Minney (Novela: R.J. Minney; Obra: W.P. Lipscomb, R.J. Minney)

Música: Alfred Newman.

Fotografía: Peverell Marley

Reparto:

Ronald Colman, Loretta Young, Colin Clive, Francis Lister, C. Aubrey Smith, Cesar Romero, Montagu Love, Lumsden Hare, Ferdinand Munier, Gilbert Emery, Leo G. Carroll, Mischa Auer, John Carradine, Ian Wolfe.

Productor:20th Century Pictures.

Género: Aventuras.


Sinopsis:

A mediados de 1700 la empresa East India tiene el poder del comercio en el subcontinente, con las bendiciones del gobierno británico. Un empleado de la compañía, Robert Clive, se siente frustrado por su falta de avance... Biografía de Robert Clive, un oscuro funcionario cuya actuación resultó decisiva para el dominio británico en la Indias.



Comentario:

Su acción tiene lugar nada menos que en la India del siglo XVIII, cuando el ejército británico tuvo que lidiar terribles batallas contra los rebeldes. Su protagonista es el oficial Robert Clive, que es enviado a un regimiento encuadrado en una peligrosa región y cuyos acontecimientos arruinarán su vida y su matrimonio. Los sucesos que narra ocurrieron realmente en 1756 y fueron conocidos como "El agujero negro de Calcuta" cuando grupos de hindúes tomaron el Fuerte William capturando a casi 300 prisioneros británicos, de los que sólo sobrevivieron la mitad.



También se comentó que la caída del Fuerte había sido una maniobra publicitaria del gobierno de Su Majestad para demostrar la crueldad de los indígenas. 



Producida en 1934, Clive de la India fue una de las primeras producciones de la 20th Century Pictures, creada por Darryl F. Zanuck tras marcharse de la Warner Bros., el mismo año en que rodaba otras de las grandes superproducciones del momento, "Los miserables". Ambas dirigidas por Richard Boleslawski, alumno de Stanislavski y uno de los introductores en Estados Unidos del famoso método interpretativo, supusieron un enorme éxito para el productor gracias a la conexión con el público del momento, que demandaba películas de ese tipo.



Clive de la India, además, está interpretada por dos de los actores que en aquel momento se encontraban en lo más alto de su carrera, Ronald Colman y Loretta Young, actriz considerada en esos momentos como la reina del cine de época del estudio. Ambos encontraron en la película sendos papeles de lucimiento gracias a unos personajes perfectamente perfilados y llenos de matices y desarrollo dramático.



Además, estamos ante una película que se inscribe a la perfección, siendo uno de los mejores y más perfectos ejemplos, dentro del ciclo de cine colonial de los años treinta que todos los estudios abordaron, cuidando no solo el carácter melodramático y romántico, sino también apostando por la acción y la aventura, en una combinación perfecta gracias a una realización por parte de Boleslawski. Una película que contiene la esencia del cine clásico en su equilibrada comunión de elementos de varios géneros. (Publicado en HispaShare)



Película:



Calificación: 2 de 6.

jueves, 6 de abril de 2017

martes, 4 de abril de 2017

Estrellas del cine: Cary Grant y Fran Capra.


Cary Grant y Fran Capra durante el rodaje de "Arsénico por compasión", 1944.

Entrevista con François Ozon





Entrevista con François Ozon

 
Reivindicado desde principios de los 2000 como uno de los autores franceses más prometedores del nuevo siglo, el nombre de François Ozon (París, 1967) es hoy una referencia clave en el panorama europeo. El bombazo de En la casa (2012), Concha de Oro en San Sebastián, ratificó la energía creativa de un cineasta con el nada frecuente don de alternar entre el más enloquecido humor vitriólico y un estilo de drama de corte casi ascético. A la segunda categoría pertenece Frantz, su nuevo trabajo, la historia de un soldado francés que viaja a Alemania al término de la I Guerra Mundial para presentar sus respetos a la prometida de un alemán caído en el frente, aparentemente amigo suyo. Una película que recoge nada menos que el testigo de todo un Ernst Lubitsch, director en 1932 de una versión de la historia, Remordimiento.

«No conocía la película de Lubitsch cuando empecé a escribir Frantz», se disculpa Ozon al arrancar la rueda de prensa, en los cines Golem de Madrid. «Descubrí la obra original de Maurice Rostand [El hombre que yo maté, 1930] gracias a un amigo, y me emocionó mucho la historia, tanto que me lancé a hacer un tratamiento sin saber que ya existía otra película previa. Reconozco que me quedé un poco desolado tras saberlo, porque hacer algo nuevo y que destacase se volvía muy difícil siendo la otra, por si fuera poco, de Lubitsch. Pero al verla me calmé y me di cuenta de que sí podía seguir. La película de Lubitsch es fiel a la obra de Rostand, y ambos cuentan la historia desde el punto de vista francés, pero a mí el que me interesaba era el alemán. Así que no se trataba en absoluto de lo mismo».


Con una gran acogida en Venecia y San Sebastián, muchos críticos ven en esta película un punto de inflexión y un nuevo grado de madurez en la obra de Ozon. Cosa que él se apresura a negar tajantemente. «Sé que la larga tradición de grandes directores franceses de la Nouvelle Vague lleva aparejada una especie de progresión analítica y de autoexploración, pero no es mi caso. Me limito a abordar lo que me surge en cada momento». En lo que sí parece fijarse de la Nouvelle Vague es en su capacidad para producir películas en serie, recordando a quien fue su maestro en la escuela de cinematografía, Éric Rohmer. «¡Era un tacaño de primera!», espeta entre risas. «Ibas a sus clases esperando que te ilustrara con teorías sobre el cine, sobre cómo lograr la verdad a través de la cámara, ¡y de lo que te hablaba era de tiendas de París donde podías comprar alfombras a muy buen precio! Toda la gente de la Nouvelle Vague tenía el ojo puesto en cuestiones de producción, y en eso mismo me empleé yo desde mis primeros cortometrajes. Todas mis películas son muy rentables».


En Frantz, François Ozon ha podido contar con un poco más de su presupuesto habitual gracias a una financiación compartida con Alemania, donde se rodó la película. «Tuvimos esa suerte porque a los alemanes les gustaba mucho la idea, e incluso se sentían halagados de que un francés quisiera rodar algo así, desde el lado de ellos. Están acostumbrados a ser siempre los malos, los nazis». Por supuesto, a él no se le escapan las resonancias políticas que esta historia de entendimiento entre un francés y una alemana adquiere en el año 2016, definiendo su película como «europeísta». «No hay que olvidar que la Unión Europea fue creada por Francia y Alemania, los dos grandes países del continente, para evitar que otro conflicto de estas características se repitiese, y sí pensé que podía haber ecos con lo que está ocurriendo hoy día: el ascenso de los nacionalismos, el resurgimiento del miedo al extranjero… También me interesaba mostrar cómo dos pueblos diferentes y rivales podían encontrar un nexo de unión a través de la cultura. Aquí, por ejemplo, con las referencias a Manet o a Verlaine». 

 

QUIERO SER UNA CHICA OZON

La jovencísima Paula Beer es la protagonista de esta película, en lo que Ozon relata como un flechazo instantáneo. «Le dije a la directora de casting, medio en broma, que me buscara a alguien como Romy Schneider. Y un día me encuentro con Paula Beer, impecable, fantástica. ¡Pero morena! Pierre Niney [su compañero de reparto] también lo era, y por eso prefería que la actriz fuese rubia, pero probamos a teñirla y no funcionaba. Finalmente me rendí, era la persona ideal para el papel». Con tan solo 21 años, Beer se une a la larga lista de figuras femeninas que han poblado la obra del director hasta la fecha. «Ciertamente me interesan más los personajes femeninos, tengo la impresión de que reflexionan más que los hombres, de quienes se espera una actitud más dinámica, de acción. También es más habitual encontrar a mujeres heridas que a hombres víctimas. Prefiero seguir a estos personajes que buscan un objetivo sin seguir un trayecto directo y claro, como sí seguiría un hombre, enfrentándose a más dificultades».

De sus constantes temáticas, el autor francés asegura sentirse «inconsciente». «Como todo el mundo, tengo obsesiones y las reflejo, no es algo deliberado. De hecho, solo me percato de ellas hablando con vosotros [los periodistas], por las preguntas que me hacéis». En su nueva película, un motivo sobre el que vuelve es el del duelo por la muerte del ser amado. «Es verdad que me interesa. En una de mis primeras películas, Bajo la arena [2000], contaba la historia de una mujer que no era capaz de superar la pérdida de su marido porque no sabía dónde estaba. En Frantz, quería narrar dos maneras de lidiar con una desaparición: por un lado, tampoco hay cadáver porque no han podido repatriarlo, y por otro, se ha manifestado un cuerpo diferente como producto de esta desaparición, el del soldado francés que viaja a conocer a Anna [el personaje de Paula Beer]. Es decir, se ha dado una suplantación».

Sobre una posible invitación a rodar en España, tras haberse basado en una obra de Juan Mayorga para hacer En la casa, Ozon tira balones fuera. «Hablo francés, inglés y alemán, así que puedo dirigir con soltura en esos idiomas, pero no sé nada de español, y me resulta muy extraño tener que comunicarme con los actores a través de intermediarios. Además… me parece que los actores y actrices españoles son como muy sexuales cuando actúan». En concreto, el cineasta se refiere muy particularmente a una impresión suya respecto a nuestro idioma: «Cuando oigo mis películas dobladas al español, me parece que no paran de hablar de sexo», asevera, entre las carcajadas de los periodistas. En conclusión: «¡Frantz va a quedar muy rara!». Por suerte para quienes compartan esta fobia erotizante del castellano, la película se ha estrenado también en versión original subtitulada.
(Publicada por Jaime Lorite en la Revista de Cine, Insertos)