Yo, Viernes
Título original: Man
Friday
Año: 1975
Duración: 115 min.
País: Reino Unido.
Director: Jack Gold.
Guión: Adrian Mitchell (Novela: Daniel Defoe)
Música: Carl Davis.
Fotografía: Álex
Phillips Jr.
Reparto:
Peter O'Toole, Richard Roundtree, Peter Cellier,
Christopher Cabot, Joel Fluellen, Sam Seabrook, Stanley Clay.
Género: Aventuras.
Sinopsis:
Robinson Crusoe (Peter O'Toole)
se encuentra naufrago en una isla tropical cuando aparecen traídos por la marea
cinco nativos de una isla cercana, de los cuales uno ha muerto ahogado.
Siguiendo su ritual funerario, los nativos incineran el cuerpo del fallecido
cuando irrumpe en la escena un aterrorizado Robinson armado con un fusil.
Creyendo que los nativos son adoradores del diablo y caníbales, Robinson matará
a tres de los cuatro nativos, dejando con vida a uno de ellos al creer que se
trata de un prisionero que iba a resultar sacrificado. Desde ese instante
decidirá acoger y adoctrinar a su nuevo compañero a quien llamará Viernes
(Richard Roundtree) al tratarse del día de la semana en que supuestamente le
salvó la vida. Pero la inocencia de Viernes chocará frontalmente con la cultura
de Robinson y con su evidente locura por convertirle en un ser
"civilizado".
COMENTARIOS:
En realidad Yo, viernes no está
basada directamente en el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, sino en la obra
teatral Man Friday escrita por Adrian Mitchell en 1972. Adrian Mitchell es un
poeta y dramaturgo británico conocido por sus ideas progresistas y su
compromiso social, con lo que sus intenciones aparecen más claras. La película
pretende justamente eso: subvertir el mito de Robinson Crusoe. Este pasa a ser
ahora EL OTRO, el forastero, cuyos valores resultan incomprensibles y ridículos
para Viernes.
Vi está película hace algunos
años en televisión, y me pareció terriblemente curiosa, ya que da la vuelta a
la epopeya burguesa de la novela, para convertirla en una ácida crítica social.
Está protagonizada por un Peter O'Toole más desquiciado de lo habitual, y por
Richard Roundtree, actor muy popular en los años 70 gracias a su personaje de
Shaft (1971).
Nadie puede creerse que a lo
largo de tantos años de convivencia, Viernes acepte pasivamente el rol de
criado/esclavo diseñado para él por Crusoe (el hombre blanco), en esa
"pequeña y bien ordenada Inglaterra" en la que ha convertido una isla
tropical. La convivencia entre ambos debió ser más complicada, teniendo en
cuenta sus enormes diferencias culturales y de todo tipo. Se quiera o no, el
día a día acabaría por provocar conflictos. Sin embargo, en la novela original
apenas se habla de ello.
En realidad, la historia de
Robinson Crusoe y Viernes es la historia de la propia humanidad, o lo que es lo
mismo las relaciones entre capital y trabajo: la lucha de clases. Primero la
acumulación primitiva del capital (Robinson y sus "pertenencias", que
nadie sabe quién se las ha dado, pero él dice que son suyas), luego la
proletarización de Viernes, representante de la otra clase social cuya mano de
obra resulta imprescindible, y por último el inevitable enfrentamiento entre
ambos, que lleva a la utilización de diferentes formas de control por parte de
la clase dominante: la religión, la democracia inocua (es decir, protegida por
las armas en manos de la clase dominante), y en último término la fuerza bruta,
que es un método igual que los anteriores pero sin hipócritas mentiras.
Robinson Crusoe es un ser
narcisista, histérico, cruel, estrecho de miras y sexualmente reprimido,
incapaz de sentir compasión o bondad. Por contra, Viernes es generoso, amable y
alegre, una persona que ríe y disfruta de los pequeños placeres de la vida.
En la película tenemos críticas a
la represión sexual que caracteriza al cristianismo, en contraposición con las
actitudes naturales y mentalmente sanas ante la sexualidad. Un día Viernes
descubre sorprendido que Crusoe se está flagelando por haber tenido un sueño
erótico esa noche. Cuando éste intenta explicarle a Viernes qué Dios está
enfadado con él, el nativo inocentemente responde: "Dios no le habría
enviado un sueño erótico si estuviera enojado con usted". El Dios de
Crusoe le parece vengativo y cruel, a diferencia del espíritu libre de Viernes
que ama la vida y los placeres que ofrece.
También se muestra como la
competencia exagerada y sin sentido termina resultando alienante. Cuando Crusoe
organiza una especie de mini-olimpiadas en las que ambos participan en
natación, carreras a pie, etc, Crusoe está ansioso por ganar, mientras que para
Viernes lo importante es divertirse y disfrutar del juego.
Cuando Viernes se burla del
chovinismo del inglés, que cada día al levantarse saluda la Unión Jack que cuelga
de un mástil, éste le dice que Inglaterra es el país más rico del mundo. Pero
cuando Viernes se entera de que en Inglaterra no hay plátanos, se echa a reír:
"¿No hay plátanos? Pues entonces Inglaterra es muy pobre". Ante esto,
Crusoe se enfurece muchísimo.
Sin embargo el enfrentamiento más
duro llega (como ocurre en la vida real...) cuando hay que tratar las
cuestiones sociales. Viernes es quien realiza todo el trabajo, mientras que
Crusoe simplemente se dedica a mirar, leer o dormir. Un día Viernes se rebela
contra esto, y se niega a seguir trabajando a menos que ambos compartan las
tareas.
Ante este desafío, al principio
Crusoe trata de dominar a Viernes por la fuerza, encerrándole en una cueva. Sin
embargo Viernes logra escapar, por lo que Crusoe no tiene otra opción que
aceptar un compromiso: le pagará a Viernes un salario en monedas de oro por su
trabajo. "Ser pagado significa que eres un hombre libre", le explica
Crusoe.
Es decir, que Viernes pasa de ser
un esclavo a ser un asalariado. Claro que, las monedas que recibe sólo puede
cambiarlas por mercancías del propio Crusoe. Un día le pregunta cuánto le
costaría comprar la casa y todas sus pertenencias. Crusoe, que no le toma en
serio, le da una cifra: "Dos mil monedas".
Aunque en ese momento no lo sabe,
con su respuesta Crusoe sella su propio destino. Pasan los días, los meses y
los años, hasta que un día Viernes se presenta con las dos mil monedas de oro
para comprar la cabaña de Crusoe con todas sus pertenencias. Ni que decir tiene
que el inglés no está dispuesto a entregarle sus propiedades a alguien que
considera un ser inferior. Es evidente que para Viernes sólo queda una salida,
y es tomar el poder por la fuerza.
Al final de la película, con toda
la mezquindad de clase que representa Robinson Crusoe, no duda en humillarse
mientras pacientemente espera el regreso de nuevas épocas de explotación y
barbarie. La pesimista conclusión es que Viernes y Crusoe nunca podrían
coexistir pacíficamente, y que el problema histórico de la desigualdad
resultará siempre insalvable. Al menos mientras una de las partes pretenda
vivir a costa de la otra...
Real cómo la vida misma, película inteligente y muy estimulante.
Trailer:
Calificación: 4 de 6.
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