La ventana indiscreta
Título original: Rear
Window
Año: 1954
Duración: 112 min.
País: Estados Unidos.
Director: Alfred
Hitchcock.
Guión: John Michael
Hayes (Historia: Cornell Woolrich)
Música: Franz Waxman.
Fotografía: Robert
Burks.
Reparto:
James Stewart, Grace
Kelly, Thelma Ritter, Raymond Burr, Judith Evelyn, Wendell Corey.
Género: Thriller.
Sinopsis:
Hitchcock narra la historia de L.B. Jefferies, un fotógrafo
deportivo de un diario, interpretado por James Stewart, que queda inmovilizado
durante un mes y medio debido a un accidente laboral. Escayolado y en una silla
de ruedas, su única distracción es observar a sus vecinos durante el caluroso
verano que asola Nueva York. En su última semana inmovilizado, observa desde su
ventana, a través de su teleobjetivo, a la señorita torso, que está siempre
rodeada de hombres; a la solterona corazón solitario, que se imagina asediada
por sus invitados; a una pareja de recién casados que no sale de su
apartamento; a un músico soltero y borrachín; y sobre todo a una pareja que no
para de discutir. Todas estas crudas visiones de la realidad le animan a
mantenerse firme en su convicción de renunciar a su boda con Lisa Fremont.
Premios:
1954: 4 nominaciones al Oscar: Mejor director, sonido, fotografía color, guión.
1954: BAFTA: Nominada a mejor película.
COMENTARIO:
Con el interés que caracteriza al genial Alfred Hitchcock por los problemas criminales y de conciencia, construye una de sus mejores y más peculiares películas. Todo sazonado con su habitual humor negro. Al igual que Náufragos (1943) o La soga (1948), la acción se desarrolla en un único espacio. Se ha comparado la ventana desde la que observa James Stewart con la pantalla de un cine, ante la cual el espectador asiste a las intimidades del vecindario. El film está basado en la novela del controvertido Cornell Woolrich. La película exigió el mayor escenario que jamás había construido la Paramount, con la edificación de 31 apartamentos a escala real.
El maestro hace un ejercicio arriesgado y nos ofrece una película más compleja de lo que a primera vista parece por su factura de comedia y suspense. J. Stewart se halla convaleciente (maravilloso plano secuencia que nos presenta al personaje) tras un accidente, para matar el tiempo termina por observar a sus vecinos, deparándole este “vicio” una desagradable sospecha.
El hallazgo de A. Hitchcock es el punto de vista escogido. El maestro nos sitúa en la posición del mirón (sólo salimos en una ocasión del apartamento) y logra extraer, de elementos en apariencia mínimos, la dosis de suspense a la que nos tiene acostumbrados. La infeliz “corazón solitario”, la fogosa pareja de “recién casados”, el músico sin éxito, el viajante... Todas serán historias a las que entraremos de un modo impúdico a base del uso de planos generales que, según F. Truffaut, acercaban esta película a la vida y al cine (nosotros en la vida siempre miramos en “p.general” y el cine siempre nos hace fisgones). Pero a la vez, y es ahí donde se ve la grandeza de este director, las mismas historias son ese “McGuffin” pues toda esta película está recorrida por la tensión que hay entre J. Stewart y su novia G. Kelly, entre esa mirada del fotógrafo que quiere una relación libre de ataduras (de hecho, su mirada hacia fuera es causa de que no desea contemplar el temor que supone un compromiso por lo que evade ese problema buscando los problemas en su vecindario) y la mirada de la rubia por excelencia de Hitchcock, aquí una mujer de clase alta (elegantísima, con esos vestidos maravillosos de la omnipresente Edith Heath) que contempla ese noviazgo como meta hacia el matrimonio (maravilloso el plano detalle en el que G.Kelly luce la alianza como signo de que pronto tendrá la suya).
El trabajo del reparto es excepcional. Esos primeros planos tan expresivos de J. Stewart (Hitchcock utiliza el mismo plano para mostrar distintas reacciones del personaje ante lo que ve), la contención de su actuación, limitada en gestualidad y movilidad. A su lado, G. Kelly brilla como nunca en su primer trabajo con el maestro. Por supuesto, citar a la siempre espléndida Thelma Ritter y Raymond Burr, este con una actuación soberbia (siempre es visto en p.g, sin sonido alguno y, en cambio, “entendemos” perfectamente lo que dice y hace).
Un film magistral y redondo, en el que Hitchcock, a través de la ventana de Stewart, realiza una radiografía de la sociedad en ese barrio en el que desarrolla un mundo vólatil y multiforme. El espía y policía involuntario Stewart hace del amoral ejercicio del voyeurismo
un fascinante e irresistible divertimento adivinatorio.
En resumen, estamos ante una
película que denota aspectos espléndidos de concepción cinematográfica, de una
madurez digna de doctorado: desarrollo de toda la trama desde una habitación,
desde un decorado; una puesta en escena derivada de lo anterior que hace que
suspense cuanto más cerca esté, siga estando igualmente lejos, a la misma
distancia de siempre. A todo ello Hitch le da unas gotas de socarronería,
malintencionado humor negro y subversivo y como resultado, tras agitar la
coctelera, queda la gran conclusión que, escondido en este gustoso
divertimento, emerge la morbosidad que al ser humano le supone lo malvado, lo
misterioso y lo peligroso de investigar más de la cuenta, aunque sea desde una
privilegiada ventana desde la que tú ves a todo el mundo y nadie te ve a tí. Un
clásico de la Historia del Cine.
Cuánto deberían aprender los
directores de hoy de cine como este ya que no es necesario derramar litros de
sangre o matar a medio país para conseguir una película de auténtica tensión,
Hitchcock lo consigue y sin necesidad de derramar una gota de sangre, ahí está
lo genial.
Trailer:
Calificación: 5 de 6
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