TÍTULO ORIGINAL: Knock on Any Door
AÑO: 1949
DURACIÓN: 100 min.
PAÍS: EE.UU.
DIRECTOR: Nicholas Ray.
GUIÓN: John Monks Jr., Daniel Taradash (Novela: Willard Motley).
MÚSICA: George Antheil.
FOTOGRAFÍA: Burnett Guffey.
REPARTO:
Humphrey Bogart, John Derek, George Macready, Allene Roberts, Candy Toxton, Mickey Knox, Barry Kelley.
SINOPSIS:
Andrew Morton, un abogado de prestigio, acepta defender a Nick Romano, un delincuente de corta edad, acusado de haber asesinado a un policía. Morton basa su defensa en justificar el comportamiento de su cliente, explicando al jurado lo dura que ha sido su vida.
COMENTARIOS:
«Mientras no arrasemos los suburbios y los reedifiquemos llamad a cualquier puerta y os abrirá Nick Romano» espeta el abogado defensor Andrew Morton (Humphrey Bogart) frente al jurado popular que debe dictar un veredicto en torno a un caso de presunto homicidio al que se enfrenta un joven desclasado (John Derek). Un speech de siete minutos de duración que Nicholas Ray rodaría en una sola toma, sin pausas, y que pasaría por ser la escena más recordada de cuantas integran Knock On Any Door (1948).
Muchas de las esperanzas del impacto que podría obtener la cinta entre los espectadores Ray parecía fiarlas a esta escena culminante, en que Bogart se debía exprimir a cámara. Pero para llegar a la misma, las dudas razonables se generaron solas de cómo se debía «ordenar» el material que habían filmado, decantándose finalmente en la mesa de montaje por dar vía libre a la inserción de varios flash-backs dispuestos para detectar los «puntos calientes» en la trayectoria vital de Nick Romano. Un recurso narrativo que no era del gusto de Ray —lo utilizaría tan sólo ese mismo año para “A Woman’s Secret” (1948) y ocho años más tarde para “La verdadera historia de Jesse James” (1956) y sobre el cuál no repararía en el curso del rodaje de “Llamad a cualquier puerta”. Este hecho se nota a la hora de planificar las secuencias en que, por regla general, el recurso habitual de la época antes de dar paso a una escena en flash-back la cámara se mueve en forma de tráveling de aproximación, encuadrando el rostro o un detalle de la cara del narrador o de unos personajes vinculados con la trama. Por el contrario, en “Llamad a cualquier puerta” este tipo de planificación brilla por su ausencia, señal inequívoca que Ray quería que el film se exhibiera a modo de relato cronológico de un joven presentado como víctima del Sistema desde la misma fecha de su nacimiento.
La acción dramática tiene lugar en Chicago (Illinois) en los últimos años 1948-1949. El protagonista es el abogado Andrew “Andy” Morton (Bogart), que tuvo una infancia difícil, pero que consiguió salir adelante y ahora es un prometedor abogado felizmente casado. El coprotagonista es el joven Nick Romano (Derek), hijo mayor de una familia numerosa inmigrante de origen italiano, muy religiosa, que ha perdido al padre y tiene a la madre postrada en silla de ruedas a causa de un reumatismo severo. Viven en un barrio marginal de la ciudad, donde abunda la pobreza, el paro, la desestructuración familiar y la delincuencia. El film explora, entre otras cosas, el mundo de los adolescentes y de los jóvenes sobre todo en relación con el problema de la delincuencia juvenil, sus causas y sus relaciones con el entorno. Apunta que las situaciones familiares de pobreza, paro, enfermedad crónica, ausencia del padre, falta de formación y similares, pueden dar lugar a procesos personales, sobre todo en jóvenes, de búsqueda de falsas salidas en la delincuencia (robos, asaltos, atracos, hurtos, estafas, etc.).
El relato explica que los procesos de aproximación a la delincuencia tienden a degradarse muy deprisa por causas situadas más allá de la voluntad de los sujetos que la protagonizan. Cuando una persona se ha situado en la pendiente que conduce al crimen, su caída en el abismo suele producirse en un corto plazo de tiempo. Por el contrario, cuando se ha caído en la trampa de la delincuencia, resulta muy difícil la redención y la integración social. Pese a todo, la reincorporación a la vida normal plena es siempre posible, en especial cuando la persona afectada pone en ello empeño, decisión y fuerza de voluntad.
El vigor dramático de la historia se sustenta en un conjunto de variables que aportan incertidumbre, inseguridades y tensión, como es la falta de apoyos sociales y la negación práctica de segundas y terceras oportunidades. Desde el punto de vista del muchacho, la narración deja constancia de la soledad que anida en su ánimo frente a la tarea nada fácil de dar un giro a su vida. Necesita oportunidades, tiempo, apoyos y estímulos positivos, que la sociedad le niega o le concede con injusta avaricia.
Tráiler:
Calificación: Excelente.
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