domingo, 23 de diciembre de 2012

A Day at the Races (Un día en las carreras) - (1937) - (Director: Sam Wood)




TÍTULO ORIGINAL: A Day at the Races

AÑO: 1937

DURACIÓN: 111 min.

PAÍS: EE.UU.

DIRECTOR: Sam Wood

GUIÓN: Robert Pirosh, George Seaton, George Oppenheimer.

MÚSICA: Walter Jurmann, Bronislau Kaper, Franz Waxman.

FOTOGRAFÍA: Joseph Ruttenberg.

REPARTO:

Los Hermanos Marx, Groucho Marx, Harpo Marx, Chico Marx, Allan Jones, Maureen O'Sullivan, Margaret Dumont, Sig Ruman, Douglas Dumbrille.

PREMIOS:

1.937: Nominada al Oscar: Mejor dirección de baile

SINOPSIS:

La propietaria de un hospital (Maureen O'Sullivan), que se encuentra en una delicada situacion financiera, se ve obligada a depender del dinero de una paciente millonaria (Margaret Dumont) o ceder el negocio a un ambicioso magnate. Es entonces cuando entran en escena los hermanos Marx. Groucho es veterinario, pero se hacer pasar por médico para mantener en el hospital a la hipocondriaca ricachona. Como esto no es suficiente, deciden apostar por su caballo para conseguir el dinero necesario.


COMENTARIOS:

Séptimo largo de los Marx, una más de las desternillantes comedias de estos geniales hermanos que crearon un estilo único de hacer humor, donde reina la anarquía y el caos.

El hilo argumental es una mera excusa para sus hilarantes gags, en este caso el McGuffin es en un sanatorio de Florida, está en crisis de clientes, la dueña es la joven Julia (Maureen O´Sullivan) y tiene detrás a un despiadado acreedor que pretende convertir la instalación en un casino, encuentra ayuda en un misterioso médico, Dr. Hackenbush (genial Groucho Marx), que le ha recomendado la paciente estrella, una millonaria hipocondriaca, Emily Upjohn (gran Margaret Dumont). En la residencia están empleados Tony (gran Chico Marx) y Stuffy (gran Harpo Marx), el novio de Julia, Charly (Allen Jones), pretende sacarla de sus problemas económicos con la compra de un caballo de carreras.

La cinta de los míticos hermanos fue la segunda producida por la MGM después de la exitosa ‘Una Noche en la Ópera’ y la última producción de ‘El Chico Maravilla’, el legendario Irving Thalberg, contiene alguno de sus mejores gags que ya es decir muchísimo, aunque su gran tara son los molestosos números musicales, rompen el trepidante ritmo y aportan cero a la trama, además de sobrar la sub-trama romántica un pegote sin más. La cinta es irregular por esto, pero es que sus momentos de humor son gloriosos, elevando el resultado final, para la eternidad quedará la descacharrante escena de Chico vendiéndole a Groucho los resultados de una carrera de caballos, lo hace con un carrito de helados del que van saliendo libros y libros para Groucho, quedará la genial secuencia de Groucho fingiendo una llamada telefónica para volver loco a un gerente del sanatorio que sospecha que no es médico, o el reconocimiento médico a Harpo, o el que le hacen a Margaret Dumont, la verdadera cuarto hermano y no el soso Zeppo, no dejan títere con cabeza, se ríen de todo lo habido y por haber, un desparrame de ingenio en diálogos y en comedia física, fueron unos adelantados a su tiempo, prueba de ello es que su humor no ha envejecido un ápice, sus slapsticks son Historia del Séptimo Arte.



Desde pequeño fui seguidor de los Hermanos Marx gracias a mi padre. Me encantaban sus películas y siendo un niño disfrutaba mucho con esas ocurrencias que tenían muchísimo en común con las gamberradas de cualquier niño (de cualquier época).
Ese absurdo en sus películas creo que ha hecho que conecten con tanta gente de tantas generaciones.
Por supuesto no me olvido de sus otros clásicos "SOPA DE GANSO" o "UNA NOCHE EN LA OPERA"...) pero no se porqué al revisionar "Un día en las carreras" el otro día me di cuenta de que tenía unos squetches aparentemente dejados al azar y a la improvisación (y tal vez en parte fuese así), pero que contenían una serie de detalles cuidadosamente dejados para deleite del espectador.

Por supuesto memorable el personaje del Dr. Hackenbush, uno de los grandes iconos cómicos de la historia del cine clásico, con un Groucho que demuestra que es el padre de cualquier monologuista que vino después.
Genial Groucho cuando  intenta tomarle el pulso a Harpo: "O se ha muerto o se ha parado mi reloj".

Ritmo frenético, locura concentrada en la pantalla y mucha ironía en una de esas películas que veas las veces que veas no te aburrirán.



Tráiler:



Calificación: 5 de 6.

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