sábado, 14 de julio de 2012

The Boy in the Striped Pyjamas (El niño con el pijama de rayas) - (2008) - (Director: Mark Herman)



Título original: The Boy in the Striped Pyjamas
Año: 2008
Duración: 90 min.
País: EE.UU., Reino Unido.
Director: Mark Herman.
Intérpretes:
Vera Farmiga, David Thewlis, Rupert Friend, Jim Norton, Sheila Hancock, Asa Butterfield, Jack Scanlon, Cara Horgan.
Argumento: John Boyne (novela)
Guión: Mark Herman.
Música: James Horne.
Fotografía: Benoît Delhomme.
Sinopsis:
Berlín, 1942. Bruno, de ocho años, es el hijo mimado de un oficial nazi. Al ascender su padre, la familia se ve obligada a abandonar su confortable casa de Berlín y trasladarse a una zona aislada donde el solitario chico no tiene nada que hacer ni nadie con quien jugar. Muerto de aburrimiento y atraído por la curiosidad, Bruno hace caso omiso a lo que su madre le dice. No debe ir más allá del jardín bajo ninguna circunstancia. Pero él no le hace caso y se dirige hacia la ‘granja’ que ha vislumbrado en la distancia. Allí conoce a Shmuel, un chico de su edad que vive una extraña y paralela existencia al otro lado de una alambrada. El encuentro de Bruno con el chico del pijama de rayas le lleva a adentrarse de la forma más inocente en el mundo de adultos que les rodea.
Comentarios:
“Miró hacia abajo e hizo algo poco propio de él: le tomó una diminuta mano y se la apretó con fuerza.
—Tú eres mi mejor amigo —dijo—. Mi mejor amigo para toda la vida.”
Traslación a la pantalla de la homónima novela superventas de John Boyne. Ambientada en los años de la Segunda Guerra Mundial, describe el traslado de Bruno y su familia a una mansión cercana a un campo de concentración, de la que el padre ha sido nombrado comandante.
Bruno es un niño ingenuo, simple, infantil, que no hace otra cosa que jugar. No le interesan las historias de los mayores y no tiene prisa por ser uno de ellos. Lo que más le gusta es explorar, por lo que de mayor no quiere ser otra cosa que explorador. Detesta jugar solo o estar encerrado. Por eso aborrece la nueva casa donde la familia se ha marchado a vivir. Sin embargo su curiosidad le hace descubrir una granja vecina donde los granjeros son muy raros porque siempre van con pijama. Un mundo que sus padres le quieren ocultar.
Pero él no se detiene, su vocación exploradora le llevará aún más lejos, a la misma valla que cierra la “granja”. Allí se encontrará un niño raro que se esconde y que se llama Shmuel. Ante la angustia de sentirse solo Bruno hará más frecuentes sus visitas trayendo juguetes y algo para que su nuevo amigo pueda comer. Por más preguntas que le hace, Bruno no llegará a descubrir lo que pasa realmente en la “granja” y ni los “juegos” que ahí se hacen. No quiere verlo porque no se lo permite la imagen que tiene de su padre. Cree que es un buen hombre, un buen soldado, que ayuda a su país en guerra. La verdad es que ninguno de los dos niños sabe realmente lo que está pasando.
Un día Bruno descubrirá que Shmuel es judío y eso le hará entender algunas cosas. Le han dicho tantas cosas malas sobre los judíos que reconoce que no pueden ser amigos, aunque no se lo termina de creer del todo: también hay judíos buenos. Sin embargo cuando llega el momento de demostrar la amistad que tiene con Shmuel, Bruno tendrá miedo y no será capaz de defenderle. Se sentirá culpable y avergonzado por lo que intentará compensar su error ayudando a Shmuel a encontrar a su padre desaparecido.
Como si fuera un juego de exploración se meterá dentro del campo de concentración con su “pijama”. Sus ojos descubrirán una realidad que no tiene nada que ver con lo que él creía o se imaginaba. Pero ya será demasiado tarde.
La película nos ofrece múltiples matices para descubrir la influencia de la ideología nazi. Será la madre de Bruno quien descubrirá toda la verdad que se encierra dentro de ese campo de concentración: le exterminio de los judíos. Irá notando con preocupación el cambio de actitud y de mentalidad de su hija, por lo que desconfiará de su profesor tutor. Poco a poco para ella la situación llegará a ser insostenible. Pero también será tarde.
 ¿Qué elementos vocacionales encontramos en esta película? Partimos de que la realidad del holocausto nos interpela y sacude nuestra conciencia. ¿Cómo es posible que el ser humano sea capaz de algo así?. ¿Cómo reaccionar ante situaciones de injusticia y de desprecio de los derechos humanos?. Hay dos actitudes, que en un principio parecen contradictorias pero que resultan complementarias, que debemos cultivar.
Bruno nos muestra el corazón ingenuo y simple que no ve en los judíos nada malo de lo que le dicen. Es capaz de hacer un amigo judío y sentir vergüenza por traicionarle. En verdad la amistad entre los dos niños es una amistad imposible y amenazada por la tragedia, de tal manera que aunque la alambrada los separa su vida terminará unida. Si supiéramos mirar a los demás, sobre todo a los diferentes, con esta mirada limpia de prejuicios ya estaríamos viviendo en otro mundo.
Su madre encarna la otra actitud. Para el sistema opresor, es bueno que ella no conozca toda la verdad. En cierto modo se la quiere infantilizar. Este es un elemento importante al que la sociedad alemana se aferró como una catarsis. La sociedad civil ignoraba lo que se estaba haciendo con los judíos, aunque nadie ve lo que no quiere ver. En la madre hay algo que se rebela porque entiende la lógica nazi, como tampoco lo hace la abuela. Su capacidad para oponerse al sistema es mínima, pero al menos no quiere que sus hijos crezcan con esa basura de educación en sus cabezas.
Un niño, que con su inocencia, va atando cabos, sospecha, se extraña, porque hay algo que no le cuadra, algo que no va bien. ¿Por qué a su amigo no le dejan salir?. ¿Por qué él puede ir siempre en pijama?. Y sobre todo: ¿Por qué les hacen pensar que son diferentes el uno del otro, si ambos son dos niños con toda la vida por delante?.
Es una película triste, muy triste, pero me encanta, porque dos niños inocentes son capaces de descubrir y mostrar al mundo lo absurdo de la barbarie. El horror, el dolor, pero sobre todo, la igualdad y la bondad entre las personas, sea cual sea su raza, su sexo o su religión. Es una historia de inquietud, amistad e impotencia, sobre algo que pasó no hace tanto tiempo y que ojala nunca jamás vuelva a suceder.
 “El niño con el pijama de rayas” no es una película mas sobre el holocausto, sino que es una tierna pero a la vez cruel mirada al mundo inocente de la infancia, y de como este puede ser pervertido por las mismas paranoias que asolan al ser humano desde tiempos inmemoriales: El miedo al desconocido, que lleva al odio y por ultimo a la guerra. Pero como bien propone John Boyne, y que traslada fielmente a la gran pantalla Mark Herman, siempre nos quedara la amistad por encima del racismo, la intolerancia y la barbarie.
Tráiler:

Calificación: 5 de 6.

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