miércoles, 4 de julio de 2012

John Ford (Director - Biografía) - (John Ford - Director - Biography)






"ME LLAMO JOHN FORD, HAGO WESTERNS"

“Auto-presentación de Ford durante una reunión durante la época de la Caza Brujas del Senador McCarthy donde a instancias de Cecil B de Mille se debatía sobre la sustitución de Mankiewitz al frente del Gremio de Directores Americanos.

Todo el mundo puede dirigir una película si se conocen las normas básicas. La dirección no es un misterio ni un arte. Lo más importante de las películas es filmar los ojos de la gente. (JOHN FORD).

"¿Mis tres directores favoritos ?, «John Ford, John Ford y John Ford»" (Orson Welles)

"Un creador en bruto, sin perjuicios, sin investigación, inmunizado contra las tentaciones del intelectualismo" (Federico Fellini)

"Uno de esos artistas que no utilizan jamás la palabra arte, de esos poetas que no hablan jamás de poesía" (F. Truffaut).

Sean Aloysius O'Feeney, nacido en Portiand, Maine, el 1 de febrero de 1895, y fallecido en Palm Desert, California,el 31 de agosto de 1973, fue siempre un personaje tremendamente contradictorio. Firmó su testamento como 0'Feeney, unos treinta años antes de su muerte, pero la mayor parte de su vida se hizo llamar John Ford. Su madre y su padre, conocido por el nombre de John Feeney, eran irlandeses. Agresivo y retraído a partes iguales, era caballeroso e irascible, terco y generoso, valiente, independiente e infinitamente evasivo. Podía ser amable y podía ser cruel. Era un artista puntillosamente profesional y obsesivamente personal, con un sentido profundo de la familia, de la comunidad y de la nación. Era ferozmente anárquico. A menudo bebía demasiado, lo cual interferia en raras ocasiones en su trabajo. Fue probablemente el mayor de los directores dentro de la tradición cinematográfica más rica del mundo, y durante cierta época también el de más éxito. Proclamaba que el cine en cuanto arte y sus estetas no le importaban nada, que nunca daba entrevistas y que le hubiera gustado más hacerse marinero o haber luchado en Irlanda contra los ingleses que haberse dedicado al cine: ninguna de estas cosas era cierta, pero en todas había un punto de verdad. Esa actitud le permitió al menos esquivar la atención de la crítica pedante durante la mayor parte de su vida, y aceptar los homenajes que se le rendían sólo cuando le apetecía. Durante la última parte de su carrera su trabajo gozó de menor popularidad. Desde su muerte se ha escrito mucho sobre él: dos biografías, al menos cinco estudios críticos, e innumerable trabajos teóricos escritos exactamente de la forma que él tanto detestaba. No siento ninguna necesidad de disculparme por añadir mi nombre a esta liscero quizá sea necesario hacer algunas puntualizaciones.

(Prefacio de Lindsay Anderson, del libro Sobre John Ford)

BIOGRAFÍA:

John Martin Feeney (verdadero nombre del maestro) fue el decimotercer hijo de un matrimonio de emigrantes irlandeses que regentaban una taberna. Según consta en su partida de nacimiento, nació el 1 de febrero de 1894, en Cape Elizabeth, una ciudad costera de Maine. De pequeño era un mal estudiante, pero sus gafas de concha le daban un aspecto tan serio, que su padre siempre pensó que se ordenaría sacerdote. Tras la adolescencia, se convirtió en un muchacho tremendamente fuerte y ancho de espaldas, apodado ‘Toro Feeney”, por sus compañeros del equipo de fútbol. En el instituto manifestó un interés especial por las clases de Historia de los Estados Unidos, sobre todo cuando se enteró de la gran cantidad de irlandeses que lucharon en la guerra de la Independencia. En esta época empezó a desarrollar la pose de hombre rudo, con la que trataba de disimular su personalidad de artista sensible. Es decir, que en esencia el verdadero Ford era como Ethan Edwards y Sean Thornton, los protagonistas de Centauros del desierto y El hombre tranquilo.
El joven Ford encaminó sus primeros pasos profesionales hacia el mundo de la publicidad, pero pronto recaló en la Meca del cine. Cuando el director francés Jean-Luc Godard le preguntó en una entrevista qué le llevó a Hollywood, Ford respondió de forma concisa: “Un tren”. En realidad, se fue siguiendo los pasos de su hermano, Francis Ford, actor, guionista y cineasta en Universal, que le dio trabajo en sus películas, a veces como intérprete, pero también como ayudante de dirección. En 1917, escribió, protagonizó y dirigió su primer corto, el western mudo The Tornado, en cuyos títulos de crédito firmaba como Jack Ford. Causó tan buena impresión en Universal, que pronto le pusieron al frente de largometrajes, como The Fightin Gringo, el primero de los más de 130 que llegó a rodar. Estaba protagonizado por Harry Carey, una de las estrellas del cine del oeste de la época muda. Durante los años 20, Ford fue aprendiendo el oficio, y aunque todavía partía de guiones simplones, desarrolló su particular estilo, que consistía en seleccionar el encuadre ideal y dejar hacer a los actores, a los que dirigía con una gran habilidad. Se consagró con El caballo de hierro, donde narraba las dificultades que tuvieron los operarios que el ferrocarril, con imágenes cercanas al documental. Por aquella época, conoció a la mujer de su vida, Mary McBryde Smith, joven de origen irlandés, que descendía de Tomás Moro, y aunque no se pudieron casar por la iglesia, pues ella era divorciada, le acompañaría hasta su muerte. El matrimonio tuvo dos hijos, ambos dedicados al cine, pues Patrick Michael se hizo productor de subproductos de serie B y Barbara montadora.
Aunque a partir de la llegada del sonoro, es difícil encontrar una película decepcionante de John Ford, y abundan las obras maestras, la época más importante, decisiva e influyente del maestro fueron los 30, donde se gestaba el cine tal y como lo conocemos. Durante la época de la Gran Depresión, el cineasta perfecciona su lenguaje fílmico en sus películas, casi siempre escritas por los guionistas Dudley Nichols y Nunnally Johnson. Destaca La patrulla perdida, centrada en la presión psicológica a la que se ven sometidos los protagonistas, integrantes de una patrulla inglesa, perdidos en el desierto, donde están siendo acosados por un enemigo al que no logran ver. Igualmente interesante es El delator, rodada en decorados que reconstruían la ciudad de Dublín, en la que un tipo ha denunciado a la policía al líder del grupo nacionalista irlandés del que ha sido expulsado. Su película más influyente es La diligencia, de 1939, que transformó para siempre no sólo el western, sino también el cine de acción. Hasta entonces, las películas del oeste eran intrascendentes espectáculos de acción, casi siempre de serie B. Pero Ford narra en el primer western psicológico los conflictos dramáticos que sufren varios personajes, tan realistas como interesantes, que por diversos motivos, coinciden en una reducida diligencia, rumbo a la ciudad de Lordsburg. Por su interpretación de Ringo Kid, el hombre que va al encuentro de los que mataron a su familia, John Wayne se convirtió en una estrella, y también en el actor fetiche de John Ford, pues el director le consideraba “el mejor actor de Hollywood” y el hombre que mejor le representaba a sí mismo en la pantalla. Fue la primera película que el director rodó en Monument Valley, en la frontera de Utah con Arizona, donde regresó en numerosas ocasiones, para otros rodajes. Allí, se hizo amigo de los navajos, a los que contrató como extras, pagándoles las tarifas establecidas por el sindicato. Los pieles rojas le consideraban miembro honorario de la tribu, pues les dio trabajo durante muchos años, y le pusieron el nombre indio Natani Nez, que significa “jefe alto”.
En Hombres intrépidos, basada en varias obras de teatro cortas de Eugene O'Neill, Ford también contaba los problemas de muchos personajes, en situaciones extremas, concretamente estaba protagonizada por la tripulación de un barco cargado de municiones. En esta época también rodó El joven Lincoln, con Henry Fonda interpretando a Abraham Lincoln cuando era un prometedor abogado que no sabía que llegaría a ser presidente de los Estados Unidos. Las uvas de la ira es una de sus películas más valiosas, pues salió airoso de un reto impensable para cualquier director, triunfar con la adaptación de una obra maestra de John Steinbeck, peso pesado de la literatura americana. Se trata además de un atípico drama social, rodado en 1940, cuando aún se notaban las consecuencias del Crack del 29, y el público prefería ver musicales, westerns o comedias distendidas para evadirse de sus propios problemas. También se basaba en un libro de éxito, esta vez de Richard Llewellyn, el drama Qué verde era mi valle, con Walter Pidgeon y Maureen O'Hara.
Aunque Ford tenía fama de tratar a los actores duramente en los rodajes, acentuando su pose de tipo duro, y convirtiéndose en un dictador, lo cierto es que mantenía una gran amistad con muchos de ellos. A diferencia de otros directores, Ford solía trabajar con los mismos actores, a los que siempre sabía darles ese personaje que les venía al pelo. A los habituales de sus películas se les llama ‘Compañía Estable de John Ford’, término normalmente usado en el teatro. Los que hayan disfrutado de más de una película de Ford, se habrán fijado en que los secundarios casi siempre son los mismos: su hermano Francis Ford, Ward Bond, Ken Curtis, Victor McLaglen, Mae Marsh, Woody Strode y alguno más, mientras que también repetía con algunos de los actores principales, como Henry Fonda, que protagonizó nueve de sus películas, y sobre todo John Wayne, presente en una veintena de films, los primeros como extra.
Las raíces irlandesas del creativo realizador explican la temática de su obra, que siempre gira en torno a la lealtad, la camaradería, la familia y sobre todo la tradición. Periodistas y autores que han escrito sobre Ford siempre han pensado que era conservador, del partido republicano, sobre todo porque sus mejores amigos, John Wayne, James Stewart y Ward Bond sí que lo eran. Sin embargo, sus familiares han declarado muchas veces que esto es completamente falso, pues se declaraba como un activista liberal. En una ocasión escuchó una conversación entre John Wayne y Victor McLaglen, que criticaban muchísimo a Roosevelt, durante una pausa de un rodaje. No dudó en increparles: “Todos vosotros habéis ganado vuestro dinero durante la era de Roosevelt”. A partir de ese momento, Wayne, que apreciaba mucho a su maestro, decidió eludir la política cuando estaba con él.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hollywood también colaboró en la lucha contra los nazis, sobre todo produciendo propaganda bélica. Los mejores directores del momento son reclutados por el ejército, entre ellos John Ford, que alcanzó el grado de comandante, dedicándose a documentales sobre la marina, mientras el coronel Frank Capra rodaba sobre la infantería y el mayor William Wyler hacía lo propio con el ejército del aire.
Al término de la contienda, Ford siguió cosechando éxitos, como Pasión de los fuertes, Los tres padrinos, Mogambo , El hombre tranquilo y El fugitivo, pero tanto él como otros ilustres directores de su generación fueron desplazados por nuevos talentos, los miembros de la generación perdida: Elia Kazan, Billy Wilder, John Huston. Ford supo plasmar mejor que nadie en la pantalla lo que sintieron los grandes pioneros que hicieron avanzar al cine cuando fueron sustituidos por intelectuales, en películas como La legión invencible (que conforma la trilogía de la caballería, con Fort Apache y Río Grande) donde un capitán a punto de jubilarse impide el avance de los indios, gracias a su veteranía. En Centauros del desierto, el curtido ex militar Ethan Edwards tiene dificultades para encajar en la sociedad de postguerra y la mujer de la que estaba enamorado prefirió casarse con su hermano, un hombre más hogareño. En El hombre que mató a Liberty Valance (para quien firma estas líneas la mayor obra maestra entre las grandes obras maestras de Ford), Tom Doniphon, el personaje de John Wayne, es un héroe abrupto, imprescindible para pacificar la ciudad, que ha quedado desplazado por la llegada del progreso, por una sociedad que necesita hombres como Ransom (James Stewart).
Aunque John Ford nunca fue tan popular para el gran público como Alfred Hitchcock, sus películas siempre triunfaron en taquilla, por su calidad, y porque estaban protagonizadas por actores como John Wayne, que era una gran estrella. Se le recuerda sobre todo por sus westerns (Dos cabalgan juntos, Misión de audaces, Caravana de paz, su episodio de La conquista del oeste). En realidad, cultivó géneros dispares como el drama (El último Hurra, Un crimen por hora), la comedia (La taberna del irlandés), la comedia dramática (El hombre tranquilo, Relatos de Irlanda, La ruta del tabaco), el biopic (Escrito bajo el sol, Cuna de héroes), el cine de aventuras (Mogambo, Corazones indomables) y se prodigó muchísimo en el cine bélico (No eran imprescindibles, Escala en Hawai, El precio de la gloria, La batalla de Midway). Cuentan que cuando rodaba una de sus películas tuvo que ser operado de cataratas. Pero su pasión por el cine era tan grande, que se quitó la venda antes de tiempo, para retomar el rodaje antes de tiempo, desobedeciendo las advertencias del médico. Al final acabó perdiendo la visión en un ojo, lo que explica su característico parche. En cualquier caso, no está comprobada la veracidad de esta anécdota, pues el mismo John Ford disfrutaba despistando a sus biógrafos inventándose datos contradictorios sobre su vida.
"La tumba de Ford"

Al final de su carrera, Ford estaba preocupado por algunas críticas que le habían acusado, a veces sin haber visto su obra, de racista y machista. Quizás esto explica películas como El sargento negro, protagonizada por un afroamericano injustamente sometido a consejo de guerra acusado de dos asesinatos y una violación, El gran combate, donde reflejó las injusticias que se cometieron con los cheyennes, maltratados y condenados a vivir en la misería en una reserva de Oklahoma, y Siete mujeres, sobre un grupo de misioneras en Manchuria, durante la guerra entre China y Mongolia. El cineasta murió de cáncer de estómago el 31 de agosto de 1973, cuando el cine se transformaba por completo.
"Soy un campesino que hace películas de campesino", declaraba. O: "Soy un director de comedia que hace películas tristes". O incluso: "Me río siempre. Pero en mi interior". A la pregunta de cuáles eran sus películas preferidas, respondía: " The Sun Shines Bright, cuyo personaje está muy cercano a mí y El joven Lincoln . Estoy muy orgulloso también de Hombres intrépidos, Qué verde era mi valle! , Corazones indomables , La legión invencible , El gran combate . Adoro El sargento negro".
Ganó cuatro veces el Oscar de la Academia Americana del Cine como mejor director:
*1935 - El Delator
*1940 - Las Uvas de la Ira
*1941 - Qué Verde Era Mi Valle
*1952 - El hombre Tranquilo

 "Coge todo lo que hayas oído decir, todo lo que hayas oído decir en tu vida... multiplícalo por cien, y seguirás sin tener una idea de John Ford"
James Stewart , citado en "John Ford" de Peter Boganovich.



Quiza el juicio mas perspicaz vino de alguien cuyo trabajo tenia muy poco en comun con el de Ford (Fedrico Fellini) que dijo:

Es el artista en estado puro, inconsciente y crudo, que carece de intermediaciones culturales estériles e inverosímiles, inmune a la contaminación intelectual. Me gusta su fuerza y su simplicidad desarmante. Cuando pienso en Ford siento el olor de barracas, de caballos, de pólvora. Visualizo tierras llanas interminables y silenciosas, los viajes interminables de sus héroes. Pero por encima de todo siento a un hombre al que le gustaban las películas, que vivía para el cine, que hizo de las películas un cuento de hadas para creérselo el mismo, un cobijo en el que vivir con la alegre espontaneidad del entretenimiento y la pasión.

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