TÍTULO ORIGINAL: This Property is Condemned
AÑO: 1966
DURACIÓN: 109 min.
PAÍS: EE.UU.
DIRECTOR: Sydney Pollack.
GUIÓN: Francis Ford Coppola, Edith Sommer, Fred Coe (Obra: Tennessee Williams.)
MÚSICA: Kenyon Hopkins.
FOTOGRAFÍA: James Wong Howe.
REPARTO:
Robert Redford, Natalie Wood, Kate Reid, Charles Bronson, Mary Badham, Robert Blake, Alan Baxter, Dabney Coleman, John Harding.
SINOPSIS:
En la época de la Gran Depresión, la crítica situación de Dodson (Mississippi) empeora con la llegada de Owen Legate (Robert Redford), un funcionario del ferrocarril cuya misión es despedir a gran parte de los empleados locales. Alva Starr (Natalie Wood) es una joven muy hermosa y coqueta con muchos planes y ningún sitio a donde ir hasta que Legate aparece en su vida. Su aventura sentimental enfurece a la distante y despreocupada madre de Alva (Kate Reid) y enciende el deseo de venganza del pueblo.
COMENTARIOS:
Vidas en vía muerta....
"Propiedad condenada", se trata de un film de Sydney Pollack, inspirado en la obra teatral homónima de Tennessee Williams, de quien ya se habían llevado al cine, entre muchas otras, ‘El zoo de cristal’, ‘Un tranvía llamado Deseo’, ‘De repente, el último verano’, ‘La gata sobre el tejado de zinc’, ‘Dulce pájaro de juventud’ o ‘La noche de la iguana’. El discurso y también por el seguro celebrado escritor neorrealista, hurga siempre en la escoria social para extraer los argumentos de sus obras.
Si observamos la ficha técnica de “Propiedad condenada”, podemos constatar que en ella participan insignes profesionales, además del ya mencionado Tennessee Williams: Francis Ford Coppola, como coguionista, Sydney Pollack, Robert Redford, Natalie Wood,… En principio, sería previsible que la película fuera conocida por el gran público hoy en día, sin embargo, está bastante olvidada, en mi opinión, de forma injusta. Sin ser una obra maestra tiene muchos ingredientes de los que gustan a muchos espectadores: amores, odios, conflictos laborales y generacionales, mujeres despechadas…,
Como otras muchas películas desde los inicios de la historia del cine, “Propiedad condenada” comienza y termina con la imagen de unas vías del tren. Esos planos, que en otros casos tienen carácter metafórico, aquí son empleados para introducirnos en una historia en la que el ferrocarril juega un papel determinante en el desarrollo del argumento; en este caso como marco de conflicto laboral.
El film comienza en tiempos de la depresión americana, con el personaje de Mary Badham, quien encarna a Willie, la hermana pequeña de Alva, la protagonista, a quien da vida Wood. A modo de flashback se conoce la historia de cómo estas dos jóvenes habitan un pequeño pueblo sureño alimentado por los trabajos del ferrocarril. La madre de ambas, que regenta una pensión de dudosa reputación y que fue abandonada años atrás por el padre de las chicas, no tiene reparo en utilizar a sus hijas para animar el negocio o conseguir favores de los hombres importantes del lugar. Alva parece resignada a este tipo de vida, hasta que llega un forastero, guapo y cultivado, que le hace ver que existen alternativas.
La obra teatral, escrita por Williams en 1946, que únicamente constaba de un acto, no mostraba a Alva, sino que transcurría por entero entre el personaje de Willie, la hermana pequeña, y su interlocutor. El flashback fue introducido por Francis Ford Coppola y el resto de los guionistas, Edith R. Sommer y Fred Coe, en su adaptación libre.
Aun estando solo inspirada en el texto teatral, la película no escapa esta herencia, ya que transcurre en un escenario casi único, cuenta con secuencias muy extensas y da gran preponderancia a la palabra. Los diálogos son muy intensos, están escritos con enorme sabiduría y cuelan entre las aparentes confesiones cotidianas, grandes verdades dichas con inocencia. Son ese tipo de diálogo que da gusto escuchar, pero sin que su estilo literario les haga parecer irreales o ajenos al personaje que los pronuncia.
La película está construida sobre varias metáforas que convierten el drama, ya por sí solo apasionado y conmovedor, en una narración de más profundo calado. Los personajes ya funcionan con esta doble lectura, sobre todo el de él, que personifica el cambio y las opciones de emancipación. La casa inhabitable, es decir, la “propiedad condenada” o mercancía dañada del título, representa a la protagonista, que ha quedado mancillada y no podrá cambiar de dueño. Los trenes funcionan como metáfora de la libertad, como oposición a ese encierro en el que viven las jóvenes –en los diálogos siempre se habla o se miente sobre viajar, sobre escapar de allí–. La luciérnaga también funciona como símbolo de ese rayo de esperanza que Willie aún mantiene y que el personaje de él le aviva.
Los actores están inmensos, en especial Wood, que cuenta con un papel harto difícil. De algún modo, me recuerda a la Holly Golightly de ‘Desayuno con diamantes’ (1961) porque es una soñadora que se mantiene risueña y positiva, a pesar de las condiciones deplorables en las que vive y ve crecer a su hermana.
Robert Redford incorpora a un hombre con una actitud contraria, ya que es sumamente realista. Su personaje, Owen Legate, como ya he indicado, representa al mundo urbano y moderno y no tiene nada que ver con los habitantes del pueblucho. Sin embargo, él no es la encarnación de todo lo bueno, ya que llega allí con una misión destructora de la que él solo es el emisario. Por culpa de la crisis, debe comunicar a la mayoría de los trabajadores del ferrocarril, es decir, la mayoría de los habitantes de esa aldea, que están despedidos. Este papel empresarial lo hemos vuelto a ver en películas como ‘Up in the Air’ o ‘Margin Call’, que también hablan de una crisis. Este hombre, que no es lo bastante frío como para ejercer su profesión sin escrúpulos y sin dejarse afectar por sus consecuencias, se contagia de la capacidad de soñar de la protagonista.
El mejor retrato de personaje puede ser el de la madre, interpretada por Kate Reid, una mujer amargada y abandonada, que paga sus envidias y frustraciones con sus hijas. Ejerce sobre ellas, más en concreto sobre la mayor, un fuerte chantaje emocional, que casi la obliga a prostituirse, sin ser consciente de lo que hace a su hija, pero sin mostrar tampoco ningún atisbo de conmiseración. En su descargo queda que habría sabido o podido darles otra vida, aunque hubiese querido.
En el último tercio, ‘Propiedad condenada’ sufre un brusco cambio, se abandona esa localización que parecía que iba a ser la única y la acción se traslada a Nueva Orleáns, ciudad que representaba para Alva la materialización de todos sus sueños. Dado el estatismo que venía habiendo hasta ahí, este cambio de lugar se percibe con extrañeza y hace pensar en que la película va a acabar. Sin embargo, todavía tiene mucho que contar.
Lo que llega más tarde, redondeado con la vuelta a las vías del tren de la obra teatral, en las que Willie le cuenta a su nuevo amigo la vida de su hermana, se me antoja tremendo. De nuevo se encuentra otra metáfora, pues los personajes de Redford y Wood, en una escena previa, salían del cine comentando ella que ojalá hubiese acabado bien: ojalá a la joven la quisiera su familia y no hubiese caído enferma. La niña, Willie, sobre las vías del tren, con el vestido que tantas veces le vimos a su hermana, te hace estremecer, por pensar que todo es cíclico y que nada se ha resuelto. Esa canción de los labios de ella, que demuestra que aún tiene esperanzas, pone la piel de gallina.
Si tenéis ocasión y os gusta el cine de Pollack, no os la perdáis. Es uno de esos pequeños tesoros que es un placer descubrir.
Tráiler:
Calificación: Excelente.
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