domingo, 1 de diciembre de 2013

Historia del Western: 1ª parte (1900/1950) - Del cine mudo a la consolidación como género (Western History: Part 1 (1900/1950) - the move to consolidate as a genre film)





E L   W E S T E R N






"Este es el Oeste, y cuando la leyenda es más bella que la realidad, imprimimos la leyenda".

"El hombre que mató a Liberty Balance"




En la película El hombre que mató a Liberty Valance (1962), dirigida por John Ford, el editor alcohólico del periódico Shinbone Star esboza en pocas frases la historia del Oeste americano, desde sus principios con el hacha de guerra, el arco y las flechas hasta la época de los pioneros, los granjeros y la ley de las pistolas. Ahora, la ciudad quiere protección para sus granjas, escuelas para sus niños y el progreso con el ferrocarril y las carreteras. Prácticamente todos los westerns, desde los primeros como The Great Train Robbery (1903), de Edwin S. Porter, hasta los más recientes como Sin perdón (1992), dirigida por Clint Eastwood, han tratado esta temática y examinado la historia estadounidense a la luz de las actitudes actuales, ofreciendo una mezcla de hechos reales, mitología y confirmación de valores básicos.


1ª PARTE: 1900/1950


Del cine mudo a la consolidación como género
 



INTRODUCCIÓN:


El western es casi tan antiguo como el propio cine. Nació en 1903 con el filme de Edwin S. Porter "Asalto al tren del dinero" creando el género por excelencia del cine americano y siendo el único propio, ya que los otros géneros beben del teatro, de la literatura o del espectáculo de variedades.


EUA ha creado su épica a través del western, con motivos como la refundación del territorio, la lucha contra la naturaleza y la violencia. Además de una iconografía propia basada en vaqueros, caballos, indios, diligencias, revólveres y, sobre todo, el lejano Oeste, un territorio virgen lleno de oportunidades para los más fuertes.

"El gran robo del tren"


La palabra western, originariamente un adjetivo derivado de west se sustantivó para hacer referencia a las obras, fundamentalmente cinematográficas, aunque también existen en la literatura (véase novela del Oeste), que estuviesen ambientadas en el antiguo Oeste americano. En castellano, western es un anglicismo aceptado por el Diccionario de la Real Academia Española y aunque el término esté aceptado la Real Academia lo escribe todavía en cursiva, como se hace con todo extranjerismo. No existe ninguna otra voz para hacer referencia al concepto que la palabra western representa, por lo que habitualmente los hispanohablantes también usan expresiones como «película del oeste» o «película de vaqueros».


Cuando en Hollywood se empezaron a rodar estas películas, California era igual que la que vemos en ellas: existían grandes llanuras y ranchos, y los cowboys se ganaban su jornal con la silla de montar y el lazo.


"Billy the Kid."


Era, por tanto, un género más barato de rodar: el escenario lo ponía la Naturaleza (los desiertos de California) y los actores eran vaqueros auténticos. Pronto, el género recurrió a personajes que habían fascinado a los habitantes del Oeste durante el siglo anterior y, así, viejas historias de pistoleros, jefes indios y comisarios, que habían circulado en novelas, más o menos fieles a los hechos, se convirtieron en protagonistas del Séptimo Arte.



"Jim Bridger, personaje pintoresco de la frontera."


Muchos de estos personajes vivían cuando se rodaron los primeros westerns: John Ford conoció al mismísimo Wyatt Earp, y, cuando filmó su versión del duelo de O.K Corral, en “Pasión de los fuertes” (1946), tuvo como asesor a un hombre que había participado en el tiroteo; Búfalo Bill también supervisó, en 1910, una película sobre sus aventuras. Pero el cine es el cine y ha dado, a veces, una imagen idealizada de éstos héroes.


Billy el Niño, por ejemplo, ha sido en cine un personaje trágico y romántico, interpretado por Paul Newman en “El zurdo” (1958) o por Kris Kristofferson en “Pat Garret y Billy el Niño” (1972): pero en realidad era un muchacho violento, siempre dispuesto a matar.






Para lograr entender y asimilar el Western habría que trazar una vía imaginaria por la Historia del Cine a través de la particular cosmovisión de sus autores más representativos; Desde los pioneros como Allan Dwan y Cecil B. De Mille, pasando por el clasicismo de John Ford, Raoul Walsh, Henry Hathaway o Howard Hawks hasta llegar a la complejidad psicológica de Anthony Mann, Delmer Daves y William A. Wellman, la vertiente crepuscular de Sam Peckinpah, la admiración de Bud Boetticher y las últimas alegorías de final de Siglo de Clint Eastwood.







Ya en los albores del cine despuntaron las primeras muestras del género, como la conocida <Asalto y robo de un tren>, en 1903, seguida de una numerosa batería de títulos allá por los violentos años veinte. Pero no fue hasta la llegada de los años cincuenta cuando el Western alcanzó su época de oro. Unas veces, como respuesta de los grandes estudios a la emergente demanda popular de aventura; otras, como un espacio narrativo más donde muchos de los autores podían pergeñar los grandes conflictos de siempre. De ahí la existencia de numerosos filmes que introducían elementos temáticos y estilísticos procedentes de otros géneros sin que por ello se viesen afectados los códigos tradicionales del Western.






Como <Las furias> (The furies, 1950), de Anthony Mann, magnífico film a caballo -y nunca mejor dicho- entre el cine de gángsters y del Oeste que ofrecía como factor innovador un protagonismo absoluto de la figura femenina asumiendo un rol que hasta entonces sólo parecía reservado a los hombres. La dama en cuestión era Barbara Stanwyck. Con igual fortuna repitieron otras ilustres féminas de armas tomar como Marlene Dietrich en <Rancho notorius> (1952), de Fritz Lang; Joan Crawford en <Johnny Guitarr> (1953), de Nicholas Ray; Jane Russell en <Montana Belle> (1954), de Allan Dwan o Veronica Lake en dos extraños westerns: <Ramrod> (La mujer de fuego, 1947), dirigida por André de Toth y <Stronghold> (1952), cuyo rodaje en México dio lugar a dos versiones distintas, una de ellas con Sara Montiel. Recordemos que la actriz española ingresó en la mitología del Western con dos títulos imprescindibles: <Yuma> (Run of the Arrow, 1957), de Samuel Fuller y <Veracruz> (1955), de Robert Aldrich, en este último junto a Gary Cooper y Burt Lancaster. 




"Rebelion en Fort Laramie"


Coincidiendo con la caída del 'Star-System' en los años 60, el Western constituyó el último refugio de las estrellas que aún se resistían ante la pavorosa crisis que estaba sacudiendo a Hollywood. Se impulsó la gestación de superproducciones de gran empaque con repartos multiestelares a fin de darle al público el espectáculo que la Televisión no podía ofrecer. Así pasaron a la posteridad títulos como <Los siete magníficos> (1960) y <La batalla de las colinas del whisky> (1965), ambas de John Sturges; <Cimarrón> (1960), de Anthony Mann; <El último atardecer> (1961), de Robert Aldrich; <La conquista del Oeste> (1962), de Hathaway, Marshall y Ford; <El gran combate> (1964), de John Ford; <Ataque al carro blindado> (1967), de Burt Kennedy; <El Dorado> (1967), de Howard Hawks o <El día de los tramposos> (1970), de Joseph L. Mankiewicz.



"El sendero de la muerte"


La mayor preocupación de los westerns es la conquista de los territorios americanos. Las películas como La caravana de Oregón (1923), de James Cruze, y Caravana de paz (1950), de Ford, destacan el espíritu de los pioneros que intentaban encontrar una nueva tierra y una nueva vida. El caballo de hierro (1924), dirigida por Ford, ambientada en una época posterior, examina cómo la aparición del ferrocarril abre nuevos horizontes en un país en desarrollo. Uno de los primeros ejemplos del cine sonoro es Cimarrón (1931), dirigida por Wesley Ruggles, adaptación de la novela de Edna Ferber, primer western que obtuvo un Oscar a la mejor película. A pesar de que este tipo de escenas ya había sido rodado con anterioridad, especialmente en El hijo de la pradera (1925), de W. S. Hart, la secuencia de la carrera de diligencias y caballos a través de los grandes espacios abiertos de Oklahoma para conseguir un terreno donde establecerse, sigue siendo una de las más memorables, desde el punto de vista visual, de la historia del western. La agilidad narrativa, que enlaza generaciones y paisaje (una de las principales características de la novela popular americana de autoexamen), vuelve a hacerse patente en películas como Unión Pacífico (1939), con Barbara Stanwyck y Joel McCrea, en un relato típico de Cecil B. De Mille sobre la construcción del ferrocarril. El aspecto mitológico de la película queda reforzado por la introducción de elementos verídicos, ya que la compañía de ferrocarril Union Pacific proporcionó documentos originales y ayudó en las investigaciones.




"Caravanas de mujeres"


Las posibilidades y la flexibilidad del género western han producido numerosos subgéneros y parodias, pero también ha servido como vehículo para el análisis social y político. Aunque algunas películas mediocres han estado destinadas a audiencias de segunda clase, otras han reflejado los debates internos de Estados Unidos sobre sus valores y su moral.

Algunos temas políticos, como el periodo McCarthy o la guerra de Vietnam, han sido frecuentemente llevados a la pantalla. Carl Foreman, guionista del primer ‘western adulto’ Solo ante el peligro (1952), dirigida por Fred Zinnemann, califica este relato de alegoría política. La revista Variety en un comentario sobre Soldado azul (1970) afirmaba que “era obvio que el director, Ralph Nelson, intentaba relacionar este incidente histórico con eventos de mayor actualidad”. Con frecuencia, dentro del género se aprecia otro tipo de debates. Así, por ejemplo, la película Cazador de forajidos (1957), de Anthony Mann, presenta algunas similitudes con Solo ante el peligro: una comunidad nombra sheriff a un personaje débil e inexperto (Anthony Perkins), esto da lugar a que el matón de la localidad pronto se tome la justicia por su cuenta.

Igual que en Solo ante el peligro, los ciudadanos honestos no desean involucrarse en este asunto. Solamente un extranjero, un antiguo sheriff experimentado (Henry Fonda), reconoce el peligro de esta situación y ayuda al sheriff actual para que aprenda a imponer su autoridad. Cazador de forajidos muestra cómo un western, aparentemente convencional, puede dar lugar a un debate más amplio, ya que el problema del racismo, eje de la película, es el que motiva la mayor parte de su acción.

Imagen

"Camino de la horca


John Ford


Los westerns elegiacos de Ford a partir de 1939 consiguen dotar a la acción de caracterización y sentimiento. La problemática de Pasión de los fuertes (1946), La legión invencible (1949), Caravana de paz (1950), Centauros del desierto (1956), Dos cabalgan juntos (1962) y El hombre que mató a Liberty Valance (1962) se centra en el nacimiento de Estados Unidos. La acción pasa a un segundo plano, destacando las relaciones humanas, el desarrollo de las ciudades y un sentido de responsabilidad colectiva. Las serenas imágenes de Pasión de los fuertes no se parecen a las de Duelo de titanes; son las de una comunidad que baila en el andamiaje de madera de una iglesia que está siendo erigida o las de un grupo de teatro itinerante que intenta mantener un cierto grado de decoro en una ciudad salvaje en la que sólo un hombre, Doc Holliday (Victor Mature), aprecia sus intentos de interpretar a Shakespeare.

Imagen

"El gran combate"


En las películas de Ford lo importante son los pioneros que se quedan después de haberse establecido la ley y el orden, una vez que los héroes y los fuera de la ley han desaparecido. Existe una conciencia de la brutalidad ejercida por los granjeros blancos contra la comunidad india, y con frecuencia las películas se centran en la unión de razas y nacionalidades para formar una nueva nación. La principal fuerza es el darwinismo social, ya que no existe espacio para aquellos que no cumplen los nuevos requisitos de la sociedad. Personajes como el individualista Ethan Edwards en Centauros del desierto, con su odio irracional hacia los indios, acaba desapareciendo de la historia de la nación sin descendencia. En La legión invencible (1949), película que obtuvo un Oscar por su fotografía, Nathan Brittles (John Wayne) se retira tristemente preguntándose sobre el sentido de su misión de someter al pueblo indio.

Imagen
"Centauros del desierto"


Las películas de Ford han sido fuente de inspiración para muchos directores. Howard Hawks se ha centrado especialmente en Río Rojo (1948), Río Bravo (1959) y El dorado (1967) para estudiar la forma en que la lealtad masculina puede dominar un sentimiento de caos. Los héroes de Anthony Mann (interpretados a menudo por James Stewart o Gary Cooper) son con frecuencia seres solitarios obsesionados con una cierta confusión moral. Sus películas Winchester 73 (1950), Colorado Jim (1953), El hombre de Laramie (1955) y El hombre del Oeste (1958) proponen deliberadamente dilemas shakespearianos. Sus héroes no sólo se cuestionan sus peores sentimientos, sino también los mejores, y la resolución de sus conflictos interiores puede acabar con sus propias vidas. Budd Boetticher, cuyas películas como Seven Men From Now (1956), Buchanan Rides Alone (1958), Ride Lonesome (1959) y Estación Comanche (1960), todas con Randolph Scott, analiza el coste de ‘seguir en marcha’, de no aceptar obligaciones sino tener sólo principios, todo ello en un paisaje que a menudo es sólo espacio abierto.

Imagen

"Pasión de los fuertes"




UN POCO DE HISTORIA:



Viejo oeste, salvaje oeste o lejano oeste, son los términos con que se denomina popularmente a los hechos históricos (con sus personajes protagonistas) que tuvieron lugar en el siglo XIX durante la expansión de la frontera de los Estados Unidos de América hacia la costa del océano Pacífico. Aunque la colonización del territorio comenzó en el siglo XVI con la llegada de los europeos, el objetivo de alcanzar la costa oeste se debió principalmente a la iniciativa gubernamental del presidente Thomas Jefferson, tras la compra de la Luisiana en 1803.


La expansión de la frontera fue considerada como una búsqueda de oportunidades y progreso.

Esta incesante y prolongada migración de gentes hacia el oeste desplazó culturas ancestrales y oprimió a minorías étnicas de amerindios. En contraste, el período suscitó importantes avances en la industria, las comunicaciones y la agricultura, a costa en muchos casos de una intensa explotación de los recursos humanos y naturales.


Estos eventos históricos, origen de un mito nacional en los Estados Unidos, han sido recreados por diversas manifestaciones del arte, agrupadas bajo el género western.

El fuerte Laramie en Wyoming según una pintura de Alfred Jacob Miller.


Este género narra historias de cowboys, pioneros, “nobles” amerindios, gambusinos, empresarios, etc.; historias de gentes de variada condición que emprendieron la aventura del oeste con la esperanza de alcanzar el éxito personal pero que acabaron, no pocas veces, enfrentadas a la justicia o a la fatalidad del destino. Los estudios actuales consideran que detrás de esta mitificación se esconde una realidad más compleja, por lo que se tiende a replantear el papel de todos los actores que participaron en aquella coyuntura social, económica y cultural que fue la frontera estadounidense en el siglo XIX.


La «frontera» es un concepto que, en la historia de los Estados Unidos, hace alusión al avance y la búsqueda de oportunidades dentro de un territorio desconocido. En palabras de un autor moderno:

La frontera es aquel lugar donde la civilización puede avanzar a costa de lo salvaje. Es una delgada línea geográfica donde lo viejo y lo nuevo, lo conocido y lo desconocido se encuentran y se ponen límites.


A principios del siglo XIX, el Oeste era considerado un territorio salvaje e inhóspito, con escasas posibilidades de ser habitado. En esta opinión no influía el hecho de que los pueblos amerindios llevaban varios milenios viviendo en él. El avance del «Este civilizado» sobre el «Oeste salvaje» fue el encuentro y el choque entre dos mundos excluyentes. La apropiación de territorios y el desplazamiento de los nativos se justificó con la doctrina del "destino manifiesto", una ideología que afirmaba que todos estos sucesos eran parte de un plan divino previsto para Norteamérica y el mundo. En 1825, un político de Misuri llamado Thomas Hart Benton defendió la colonización alegando que su propósito era llevar a todos los pueblos «grandes y maravillosos beneficios a través de la ciencia, los principios liberales de gobierno y la verdadera religión».



"Comisión de paz de la ciudad de Dodge City (1883); sentado, segundo desde la izquierda, Wyatt Earp"



En 1893, una vez pasado el período de expansión, Frederick Jackson Turner presentó su tesis «Significado de la frontera en la historia de los Estados Unidos», más conocida como Tesis de la Frontera (Frontier Thesis) o Tesis de Turner (Turner Thesis). En ella destacó la mezcla y fusión de razas,1 el logro de la solidaridad entre las distintas regiones, la acción del gobierno al impulsar las comunicaciones y la creación de una personalidad nacional.


Los amerindios


Se estima que los antecesores de las etnias amerindias empezaron a vivir en Norteamérica hace unos 30.000 años. A lo largo de su historia, estas tribus lograron diferentes grados de organización. Uno de los más complejos fue la Confederación Iroquesa, constituida en el siglo XII por las tribus que habitaban la región de los Grandes Lagos (América del Norte). Según algunos autores, los Estados Unidos se basaron en esta conferencia para promulgar su sistema federal.


"Fotografía del cheyenne Henry Roman Nose y su esposa."


La llegada de los europeos en el siglo XVI rompió el equilibrio natural de estos pueblos. La explotación indiscriminada de recursos y la propagación de enfermedades, —entre otros factores—, minaron drásticamente la población nativa.
…parecía que esos europeos odiaban todo en la naturaleza – los bosques, pájaros, animales, las hojas de hierba, el agua, el suelo y el mismo aire.


Desde finales del siglo XVIII, el congreso del nuevo estado comenzó el trato oficial con estos pueblos. Entre 1778 y 1871 se firmaron más de 300 tratados, contando comités de negociación y nombramientos de agentes para asuntos indígenas. Durante el siguiente siglo, comenzó la apropiación de los territorios al oeste de las montañas Apalaches, al tiempo que se redactaban disposiciones legales acerca de los nuevos territorios. En 1815 se prohibió a todas las tribus ceder tierras a otros estados. En 1823 se creó la Oficina de asuntos indígenas. En 1830, se ordenó por ley (Indian Removal Act), el desplazamiento de todos los amerindios sureños hacia el oeste del río Misisipi a una zona que se llamó "Territorio Indio" y que fue el primer precedente del futuro sistema de reservas indias. Según la ley, ninguna persona de piel blanca podía asentarse en esas tierras.16 Sin embargo, los problemas se dieron entre los mismos aborígenes al tener que convivir con los pueblos amerindios venidos del este.


Imagen
"Chief Dan George"


En 1851 se firmó el primero de los tratados del fuerte Laramie. Este fuerte había surgido para defender las rutas de los pioneros que atravesaban las grandes llanuras camino de Oregón y Utah, invadiendo de paso territorios pertenecientes a los amerindios. Para asegurar el libre paso de las caravanas, comisionados del Gobierno se reunieron a negociar con representantes de las naciones siux, cheyenne, arapaho, crow, arikara, assiniboine y gros ventre. Las tribus se comprometieron a no hostigar el paso de las caravanas. A cambio reconoció a perpetuidad su derecho sobre esas tierras y se comprometió a dar compensaciones. Con el advenimiento de la guerra civil, el gobierno federal intentó adueñarse de los territorios del oeste, para lo cual envió al ejército. Esto provocó la persecución de los nativos y la apropiación desmesurada de sus tierras. Cuando el ejército se retiró, estas zonas fueron ocupadas por las milicias de voluntarios. Estos hechos serían el preludio de las llamadas "Guerras Indias", que acaecieron durante los años 1870 y 1880.


El exterminio del búfalo, alentada por el Gobierno, causó el deterioro de las naciones de las grandes llanuras. Se calcula que entre 1872 y 1874 fueron aniquilados cuatro millones de estos animales. Al final de la década, los animales muertos llegaban a treinta millones, quedando menos de mil ejemplares sobrevivientes.


Imagen
"Toro Sentado y William Cody"


Los conflictos con los indios se sucedieron durante el siglo XIX e involucraron a la mayoría de etnias. Los más importantes fueron la alianza de tecumseh, la guerra de Black Hawk, el sendero de Lágrimas, las guerras contra los navajos y los apaches en Nuevo México y Arizona y contra los cheyennes y arapaho en Colorado. Hubo otros destacados conflictos como la guerra de Red Cloud en la zona del río Powder, la resistencia de los modocs en California, la guerra del oro de las montañas sagradas de Black Hills, donde acaeció la batalla de Little Big Horn, etc. En 1890, los nativos —ya muy mermados— recibieron a través de una "Danza de los espíritus" una profecía que anunciaba el retorno de las antiguas costumbres. En diciembre de ese mismo año acaeció la masacre de Wounded Knee, que algunos autores establecen como el final de las “Guerras indias”. Con la muerte de los principales jefes como Caballo Loco y Toro Sentado, se consideró a los nativos como una raza en extinción. A los sobrevivientes se les aplicó las políticas de asimilación. Al final de la centuria, el culto al peyote apareció como una nueva religión alternativa.


Imagen



ALGUNOS DE SUS GRANDES PROTAGONISTAS:



Imagen
"John Ford"

Imagen
"Anthony Mann"

Imagen
"Budd Boetticher"

Imagen
"Henry Hathaway"

Imagen
"Delmer Daves"

Imagen
"John Farrow"

Imagen
"Ruth Roman"

Imagen
"Barbara Stanwyck"

Imagen
"Ward Bond"


"James Stewart"

Imagen
"Randolph Scott"

Imagen
"Henry Fonda"


Imagen
"Alan Ladd"

Imagen
"Audie Murphy"



"John Wayne"

Imagen

"Burt Lancaster"

Imagen
"Lee Marvin"


Imagen
"Gary Cooper"

Imagen
"Yvonne De Carlo"



Imagen
"Julie Adams"



Imagen
"Virginia Mayo"



"Robert Taylor"




Richard Widmark




Glenn Ford




Willian Holden




Un tributo al western
Video:








Nota:

Filmografía que realicé y publiqué hace unos años en Cine-clásico.

4 comentarios:

  1. Bonito reportaje, mí en hora buena
    ATT
    Antonio Ruiz Escaño (El niño de Leone.

    ResponderEliminar
  2. Me gustó mucho. Soy fan de los westerns de todas las épocas. Saludos desde Paraguay.

    ResponderEliminar