TÍTULO ORIGINAL: Lawrence of Arabia
AÑO: 1962
DURACIÓN: 222 min.
PAÍS: Reino Unido.
DIRECTOR: David Lean.
GUIÓN: Robert Bolt, Michael Wilson.
MÚSICA: Maurice Jarre.
FOTOGRAFÍA: Fred A. Young.
REPARTO: Peter O'Toole, Omar Sharif, Alec Guinness, Jack Hawkins, Anthony Quinn, Anthony Quayle, Claude Rains, Arthur Kennedy, José Ferrer.
PREMIOS:
1962: 7 Oscar, incluyendo mejor Película, Director, Fotografía y Música
1962: 4 Premios Globos de Oro: Drama, Director, Secundario (Sharif), Fotografía. 3 nom.
1962: 4 Premios BAFTA: Film británico, Film internacional, actor y guión.
1962: National Board of Review: Mejor director.
1963: Premios David di Donatello: Mejor producción y actor extranjeros (Peter O'Toole).
SINOPSIS:
El Cairo, 1917. Durante la Gran Guerra (1914-1918), T.E. Lawrence (Peter O'Toole), un conflictivo y enigmático oficial británico, es enviado al desierto para participar en una campaña de apoyo a los árabes contra Turquía. Él y su amigo Sherif Alí (Omar Sharif) pondrán en esta misión toda su alma. Los nativos adoran a Lawrence porque ha demostrado sobradamente ser un amante del desierto y del pueblo árabe. En cambio, sus superiores británicos creen que se ha vuelto loco. A pesar de que los planes de Lawrence se ven coronados por el éxito, su sueño de una Arabia independiente fracasará.
COMENTARIOS:
“Lawrence de Arabia” representa, para millones de cinéfilos de todo el mundo, al cine en su máxima expresión. El cine como espectáculo definitivo y, al mismo tiempo, como arte propio de grandes artistas, de grandes autores. Porque no solamente vamos a hablar de uno de los más asombrosos relatos cinemáticos de la historia, también del retrato de un hombre asombroso y complejísimo, que iniciará una verdadera odisea en el desierto que le llevará a lugares de una belleza y de un horror superlativos, y a acceder a oscuras regiones de su interior que jamás imaginó que existían. Es mérito del gran David Lean, por tanto, proponer un viaje interior de una profundidad equiparable a su viaje exterior, audiovisual, que es uno de los más asombrosos, fotográficos y sonoros, que se conocen. Una experiencia sensorial y psicológica de grandísima envergadura.
Siendo T.E. Lawrence, uno de los personajes más complejos del siglo XX, de una aureola mística irresistible, los guionistas Robert Bolt y Michael Wilson (segundo guionista en un principio no acreditado pero que luego vio reconocida su labor a partir de la restauración de 1978) de manera magistral su larga campaña en el desierto, y las posteriores consecuencias bélicas y sociales que conllevó esa campaña. Este guión fue llevado a la pantalla por un Lean apasionado, cuya última cinta, la estupenda “El puente sobre el Río Kwai”, le había valido el Oscar al mejor director. Filmó desde el 15 de mayo de 1961 hasta el 22 de octubre de 1962, y dicen que Lean se enamoró tanto de las dunas y las rocas del desierto que, durante los interminables días de rodaje (aunque no todos, claro, bajo el sol abrasador y la arena desesperante del desierto) terminó comprendiendo verdaderamente a Lawrence.
Imposible desligar completamente la figura de Lawrence de Arabia, como la figura de Yuri Zhivago, de la del propio Lean. Pero sobre todo la primera. Imposible también decidir si Lean se parece a Lawrence o es Lawrence el que se parece a Lean. Tendrá que decidirlo el espectador por sí mismo. Este hombre, que en la primera parte de la cinta obrará una serie de genialidades que le harán perder la perspectiva de cómo son las cosas, y que al final de esa primera parte sufrirá un doloroso correctivo, en la segunda pate comprenderá en sus propias carnes lo que significa creerse un Dios, y caer en el más profundo abismo del dolor físico, moral y espiritual. Lo fascinante es que, cuanto más se acerca a su condición humana, mortal, más mítico le muestra la cámara de Lean. Como si por fin, extrayendo su dolorosa y atormentada humanidad por los poros del fotograma, Lawrence alcanzara, precisamente, esa condición divina que tanto se esfuerza en aparentar. Como si Lean se hubiera percatado de que sólo siendo patéticos y frágiles seres humanos se puede acceder a la inmortalidad.
“Lawrence de Arabia” no es una simple biografía o cinta de aventuras, aunque contenga ambos elementos. Lawrence es un héroe atípico, extraño y no podríamos imaginar a nadie más adecuado para ese papel que Peter O´Toole ya que moldea a Lawrence como un hombre casi torpe, con una forma de hablar que se balancea entre la insolencia y su propia manera de ser. David Lean crea en Lawrence a alguien que combina carisma y locura, que era muy diferente de los héroes militares convencionales y que inspira a los árabes a seguirle, ya que Lawrence es capaz de unir a las distintas tribus de árabes, mostrándoles que les interesa estar unidos para combatir a los turcos y luchar por su libertad. A lo largo del camino se alía con varios jefes tribales como Sherif Alí (Omar Sharif), el Príncipe Faisal y Auda (Anthony Quinn), ganándose su respeto.
El diálogo en sus conversaciones no es complejo y a veces, digámoslo así, suena como poesía. A través de diversos acontecimientos, vemos como cada uno de ellos afecta al carácter de Lawrence y moldea su carácter. Hasta su captura en Deraa, él se cree que es un semidiós, pero después del tratamiento brutal que recibe, se vuelve amargado, le atormentan las dudas y busca la venganza, mostrándonos su lado más oscuro en la matanza de Tafas.
Lean consigue no sólo deslumbrarnos visualmente, sino que hace crecer nuestro interés por todo lo que rodea a Lawrence, usando las batallas como un telón de fondo para profundizar más sobre su carácter y personalidad. En ningún momento Lawrence deja de ser el epicentro de la historia y Lean junto con la genial interpretación de Peter O´Toole, consiguen meternos de lleno en las excentricidades, fobias y anhelos de un hombre de ideas sencillas que adora la limpieza del desierto. Además Lean maneja indirectamente la sexualidad de Lawrence no siendo demasiado explícito, pero si insinuante a lo largo de la cinta.
En cuanto a las actuaciones, resulta obvio que para O´Toole fue el papel de su vida. No fue la primera opción, ya que se pensó en Marlon Brando o Albert Finney, rechazando este ultimo el papel. Seguramente uno de los motivos de la efectividad en pantalla de O´Toole y de la gran aceptación del público fue ese desconocimiento que se tenía sobre él, ya que era un actor que procedía del teatro y no había ninguna obra anterior a la cual compararlo. La cinta además fue la primera gran aparición de Omar Sharif, quien entabló una gran amistad con Lean y que posteriormente fue el protagonista absoluto de la posterior film del director inglés, la no menos brillante "Dr. Zhivago", iniciando Sharif una larga carrera cinematográfica.
El reparto en general es excelente, con actores reconocibles como un habitual en el cine de Lean, el camaleónico Alec Guinnes que perfeccionó su acento hablando con Omar Sharif. Anthony Quinn fue la requerida estrella americana e interpreta a Auda de forma magnífica y José Ferrer, en su breve pero estupenda participación, interpreta a un oficial turco que tortura a Lawrence. Es curioso observar que de las mujeres que aparecen, ninguna habla.
Tan importante como las actuaciones, fue el trabajo de los técnicos que estaban detrás, siendo en ocasiones los actores como insignificantes motas que se mueven por el paisaje. El montaje de Lean, por otra parte un excelente editor, dura sobre las tres horas y media pero cada instante parece necesario. El metraje no resulta pesado, hay aventura y acción esparcida por todo el argumento, una historia perfectamente desarrollada y una majestuosidad visual desbordante como nunca se ha visto en el cine.
Esa impresión visual es gracias a la magnífica labor de Freddie Young, el director de fotografía, que nos ofrece escenas inolvidables como el espejismo que ve Lawrence cuando ve a los lejos acercarse a Alí, la limpieza del desierto o la transición que hay cuando Lawrence apaga una cerilla y enseguida sentimos el intenso Sol del desierto. Además hay imágenes de camellos desfilando por el desierto, con unas inmensas formaciones rocosas al fondo. Todas esas imágenes desprenden calor, te sientes en el desierto y en esos momentos de esplendor oyes de fondo la embriagadora música de Maurice Jarre y crees estar paseando por ese paraje inhóspito a lomos de un camello.
Una de las singularidades más importantes de “Lawrence de Arabia” es la omisión de cualquier efecto especial (A excepción de varias tomas del Sol). Todo es naturalidad y maestría a la hora de rodar y de buscar las localizaciones adecuadas como la costera ciudad de Aqaba que se rodó en las costas de Almería o el cuartel inglés de El Cairo en el Alcázar de Sevilla. Actualmente muchas de esas escenas estarían digitalizadas, como el ataque a Aqaba, donde un movimiento panorámico de la cámara y una buena sincronización resultan más efectivos y da al espectador mayor magnitud de lo acontecido.
La historia de “Lawrence de Arabia” no se basa solamente en escenas de batallas o en un melodrama, sino que sobretodo es maravillarse por la capacidad de David Lean de hacer que el desierto fuera un personaje con igual o incluso mayor protagonismo que los actores principales.
Viendo el film, no es de extrañar que recibiera tantas alabanzas, ya que el espectáculo visual que ofrece es grandioso. Debió ser algo maravilloso poder verlo en una pantalla de cine, ya que al verlo por la televisión sientes que le falta algo y es esa majestuosidad que ofrece su visionado en pantalla grande. “Lawrence de Arabia” es una experiencia fascinante que nos sumerge entre belleza y nos embriaga los sentidos ofreciéndonos una experiencia fílmica de primer orden. Una obra maestra incontestable.
Tráiler:
Calificación: 6 de 6.
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