Sueño de invierno (Winter Sleep)
Título original: Kis uykusu
Año:2014
Duración: 195 min.
País: Turquía.
Director: Nuri Bilge Ceylan.
Guión: Ebru Ceylan, Nuri Bilge
Ceylan.
Fotografía: Gökhan Tiryaki.
Reparto: Haluk Bilginer, Melisa
Sözen, Demet Akbag, Nadir Saribacak, Ayberk Pekcan, Nejat Isler, Tamer Levent.
Género: Drama.
Sinopsis:
Aydin,
un actor jubilado, dirige un hotelito en Anatolia central con la ayuda de su
joven esposa, de la que está muy distanciado, y de su hermana, una mujer triste
porque se acaba de divorciar. En invierno, a medida que la nieve va cubriendo
la estepa, el hotel se convierte en su refugio y en el escenario de su
aflicción.
Premios:
2014: Festival de Cannes: Palma de
Oro y Premio FIPRESCI.
2014: Premios del Cine Europeo: 3
nominaciones, incluyendo Mejor película.
COMENTARIOS:
Una
película de resonancias shakespereanas, donde Nuri Bilge Ceylan vuelve a probar
el gran maestro que es. En esta ocasión, por fin, recibió el máximo
reconocimiento en Cannes, la Palma de Oro. A lo largo de más de tres horas de
metraje, y en un remoto pueblecito de montaña en Anatolia, seguimos a Aydin, un
actor de teatro retirado, dueño de un hotelito, de cuya gestión se ocupa poco,
él está más centrado en su ego y en sus cultos artículos de prensa cuya
influencia e interés resultan más que dudosos, aunque está convencido de su
repercusión y de que generan gran debate. A su alrededor tenemos a su esposa
Nihal, más joven y entregada a obras de caridad, un modo de paliar el hecho de
que el amor entre ambos se ha agotado. Y a su hermana Necla, recientemente
divorciada, y quien mejor tiene calado a Aydin. Sobre la insensibilidad de
Aydin resulta elocuente el hecho de que ignora la humillación sufrida por una
familia a la que tiene arrendada una casa, y que al no pagar el alquiler les
han embargado los muebles.
El
cineasta turco ofrece todo un mapa acerca de la naturaleza humana y sus
miserias, que afloran en forma de resentimiento cuando la actitud del otro
resulta incómoda o francamente desagradable. Al igual que las casas en muchos
casos excavadas en la singular orografía del lugar, Ceylan nos invita a
meternos en los recovecos más oscuros de sus personajes y su tipología, con
medidos diálogos y miradas. Ninguno es un villano al uso, e incluso podría
decirse que tratan de hacer lo correcto, lo que piensa que es justo, pero el
director se las arregla para mostrar cómo en el actuar personal pueden convivir
las dobles o las triples intenciones, el deseo de quedar bien y tranquilizar la
conciencia, los celos, el miedo, la adulación, el deseo de herir, la constatación
de lo solos que podemos estar en el mundo. Los actores están perfectos, y a
Haluk Bilginer le va como anillo al dedo su petulante personaje, siempre
mirando a los demás por encima del hombre, y que necesita urgentemente pisar
suelo para redimirse.
Ceylan
nos regala la que es, quizás, su película más literaria. En mi opinión, los
diálogos han sido siempre pieza fundamental de su cine, aunque considero que
sus otras realizaciones pueden categorizarse bajo otro eje principal. Pero aquí
la premisa es directa: Ceylan nos quiere narrar, en más de tres horas, una
novela visual, donde la hermosa imagen se funde con la profundidad y
complejidad del diálogo. El resultado es una obra sumamente densa, reflexiva,
cuya total dimensión artística sólo puede ser apreciada, creo yo, luego de
varios visionados.
¿Qué
es entonces lo que Ceylan nos propone en su más de tres horas de diálogos?
"Trato de comprender el alma humana" nos dice en una entrevista
acerca de esta película. Y entiéndase aquí como alma humana la exploración de
sus acciones, sus deseos, y, sobre todo, de cómo nuestras vivencias, nuestro
pasado y nuestras huellas nos condicionan en lo que, fuera de las máscaras,
realmente somos. Como una obra Shakesperiana, o al mejor estilo de Chéjov (gran
influencia del director), estas cuestiones se exploran bajo las miradas de sus
personajes. Los partícipes no hacen a la historia, como meras marionetas del
guión; ellos son la historia bajo la cual se desarrolla la trama. Por ello
considero que un análisis de ésta sólo puede hacerse a través de ellos y no de
la trama en sí. Y a pesar de que cada personaje en la obra tiene un papel
fundamental, en Aydin y Nihal percibimos el desarrollo principal de aquello que
el director nos quiere contar.
Cada
secuencia, cada plano, cada encuadre, es un milagro. Nuri Bilge Ceylan –de
nuevo con la ayuda de su director de fotografía habitual, Gökhan Tiryaki– no ha
mirado el reloj a la hora de hacer su larga película, pero no nos importa.
Porque el viaje que nos propone a unos corazones gélidos como el invierno que
está ya arrancando, y que trae las primeras nieves, resulta sencillamente
apasionante, y porque al final adivinamos que el calor de una llama ardiendo
continúa aleteando en unos y en otros. Sólo hace falta amar. Tan fácil y tan
difícil.
Notas finales:
La
escena inicial de un grupo de personas en lo alto de un monte me recuerda la
escena final de 'El séptimo sello' de Bergman. Un homenaje, en todo caso, más
que justificado, puesto que la influencia de este director en Ceylan se hace
más patente que nunca en 'Sueño de invierno', obra fundamentalmente basada en
el diálogo.
No
puedo dejar de mencionar los perros, los ladridos de perros de Ceylan (que en
esta obra se puede escullar en la escena final). En mi opinión, uno sus sellos
más bonitos. Es el sonido de la vida, de la naturalidad. Es el agua de
Tarkosvky, aunque más lindo para mi paladar. En los ladridos siempre recuerdo
la vida y su transcurso. Que hay muchas más cosas ahí afuera que también
existen, viven y luchan, más allá de nuestros insignificantes problemas.
Trailer:
Calificación: 6 de 6.
No hay comentarios:
Publicar un comentario