Encuentro en la noche
Título
original: Clash by Night
Año: 1952
Duración: 105 min.
País: Estados Unidos.
Director: Fritz Lang.
Guión: Alfred Hayes (Obra: Clifford
Odet)
Música: Roy Webb.
Fotografía: Nicholas Musuraca.
Reparto:
Barbara
Stanwyck, Paul Douglas, Robert Ryan, Marilyn Monroe, Keith Andes, J. Carrol
Naish
Género: Cine negro. Drama.
Sinopsis:
Mae
Doyle (Barbara Stanwyck) vuelve a su pueblo natal, una pequeña población
pesquera de Monterrey (California). Allí se hace amiga de una joven (Marilyn
Monroe) que trabaja en la fábrica de conservas. También conoce a un amable
pescador (Paul Douglas) con el que se casa, aunque poco a poco se sentirá
atraída por otro hombre del pueblo (Robert Ryan).
COMENTARIOS:
El
maestro Fritz Lang dirige este interesante drama, con aires de film noir,
basado en el libreto teatral de Clifford Odets. La trama se centra en el
regreso de Mae Doyle a su pueblo natal, procedente de la ciudad. Mae, mujer de
mundo, espabilada y poco hogareña, escapó antaño con un hombre, y ahora no es
bien recibida por su hermano Joe. Quienes sí la acogen con cariño y admiración
son Peggy, la pizpireta novia de Joe, y un antiguo amigo de la familia, el
pescador grandote y bonachón Jerry. Poco a poco la vida de Mae se apacigua y
comienza a salir para divertirse, acompañado de Jerry y de su amigo Earl, un
tipo algo descarado y arrogante, que despierta en Mae sentimientos
contrapuestos, al mismo tiempo, atrayentes y repelentes.
Con
este material, el germánico Lang hace alarde de talento narrativo y de eficacia
a la hora de envolver de intensidad algunas escenas. La historia ofrece
reflexiones acerca de la naturaleza del verdadero amor, alejado del capricho y
asentado en el compromiso, aunque quizá el resultado final sea algo simplista y
forzado. Robert Ryan compone un Earl algo envarado y en verdad despreciable,
contrapunto perfecto del Jerry de Paul Douglas. Y el personaje de Mae -motor
del film- está perfectamente retratado por la gran Barbara Stanwyck, una actriz
de una fuerza descomunal para transmitir independencia femenina. La película
supuso la única colaboración entre Lang y la irresistible Marilyn Monroe, aquí
en un papel menor pero muy jugoso, que ella borda con su habitual aire de chica
sencilla y un poco tarambana, de gran corazón.
Las
primeras imágenes de 'Encuentro en la noche' (1951), de Fritz Lang, nos muestra
la agitación del oleaje en una playa, y a continuación la calma de las aguas en
el puerto, como la de las focas y aves, hasta que la agitación las domina
porque llegan los barcos pesqueros al puerto. También vuelve a su pueblo natal,
tras diez años, Mae (la extraordinaria Barbara Stanwick), Asume su derrota,
cuando su hermano le pregunta por qué ha vuelto, contestando 'Grandes ideas,
pequeños resultados'. Su hambre de vida, de algo diferente, en vez de acabar
como tantos otros en una vida en conserva (en una fábrica de conservas trabaja
el personaje de Marilyn Monroe, la joven, novia de su hermano, que tiene las
mismas aspiraciones que tuvo ella, y que tampoco quiere convertirse en la
extensión en forma de lata de un hombre). Mae buscaba un hombre que le diera
confianza, que sintiera su permanente apoyo ante la ventiscas e inundaciones de
la vida, pero murió, y sólo ha encontrado hombres que o son pajarillos nerviosos
u osos enfermos de control. Como las imágenes iniciales, es difícil encontrar
ese equilibrio, en una relación, entre la serenidad de intimidades conciliadas
y la agitación de la pasión exuberante.
En
Jerry (Paul Douglas) y Earl (Robert Ryan) encuentra la encarnación de ambas.
Uno es pescador, hombre tranquilo que tiene la rara cualidad de no tener
pensamientos mezquinos, un hombre de plácidas costumbres que ofrece el lugar
donde descansar. Earl es un proyeccionista de cine, la encarnación de las
insatisfechas ilusiones, de la avidez de querer más, de romper con la inercia
cotidiana que es dieta de emociones. Un debate interior en Mae en el que es
difícil encontrar el equilibrio. Y esta es la grandeza de la modernidad de esta
obra no sólo adelantada a su tiempo, por lo que quizá haya permanecido
invisible frente a otras obras suyas que han tenido más reconocimiento, sino
que además en su hiriente desnudez refleja nuestros constantes debates
interiores para sentir que habitamos la vida, y cuál es nuestro lugar, y qué
difícil es realizar las elecciones que apuesten por la emoción verdadera, sobre
todo cuando eres un espíritu que aspira a algo más que a la plácida inercia de
una vida en conserva donde todo parece en su sitio.
En
un obra pródiga en grandes obras (pocas filmografías mantienen un nivel tan
elevado), 'Encuentro en la noche' (Clash by night, 1951) me parece una de las
películas más admirables de Fritz Lang, y una de las menos reconocidas, quizá
por no estar inscrita en un género preciso como sus grandes obras del cine
negro, o no disponer visualmente de esas señas expresionistas de otras de sus
mejores obras (pero el trabajo con los grises del gran Nicholas Musuraca es
formidable; hace palpable esa cotidianeidad y a la vez sus sombras retenidas
que parece que están a punto de rebosar de insatisfacción). Es un viciado aire
documental, como sus primeras imágenes, o los diversos planos de la naturaleza,
de nubes u oleajes o movimientos de animales, aves y focas, que puntúan las
transiciones de secuencias. Contiene además algunos de los más lúcidos y
afilados diálogos de la historia del cine, cortesía de la obra teatral de
Clifford Odets que adapta el excelente guionista Alfred Hayes, adaptación que
se desmarca en bastantes aspectos de la obra de base (Mae en la obra teatral ya
está casada al comienzo, o no se da la relevancia que tiene en el film a la
figura de la sala de proyección, donde tiene lugar ese enfrentamiento violento
entre Earl y Jerry). A diferencia de una adaptación del mismo año, más afamada
también, 'Un tranvia llamado deseo', de Elia Kazan, Lang elude las afectaciones
y artificiosidades, para crear una obra de realismo emponzoñado. Una visión de
la condición humana, o de su naturaleza, de una agudeza descarnada que duele.
Todo
el reparto raya a gran nivel, incluida la infravalorada Marilyn, pero por
encima de todos emerge la figura de una imperial Barbara Stanwyck, una de las
actrices más sobresalientes de la historia del cine.
No
es de las más recordadas obras de Lang, pero se trata de otra gran película, de
una obra maestra más de un cineasta prácticamente infalible.
Trailer:
Calificación: 5 de 6.
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