martes, 23 de julio de 2013

Warlock (El hombre de las pistolas de oro) - (1959) - (Director: Edward Dmytryk)


El hombre de las pistolas de oro
Título original: Warlock
Año: 1959
Duración: 121 min.
País: Estados Unidos.
Director: Edward Dmytryk.
Guión: Robert Alan Aurthur (Novela: Oakley Hall)
Música: Leigh Harline.
Fotografía: Joseph MacDonald.
Reparto:
Richard Widmark, Henry Fonda, Anthony Quinn, Dorothy Malone, Dolores Michaels, Wallace Ford, Tom Drake, Richard Arlen, DeForest Kelley, Regis Toomey, Vaughn Taylor.
Género: Western.

Sinopsis:
Warlock es una pequeña y polvorienta ciudad que se dedica a la cría de ganado y que está dominada por una banda de rufianes y malvados. Después de numerosos asesinatos, los ciudadanos eligen a Clay Blaisdell, como sheriff de la ciudad. Clay es un pistolero profesional que siempre viaja con un matón llamado Tom Morgan. Además, Johnny Gannon que fué hasta hace poco tiempo miembro de la malvada banda, ha sido nombrado sheriff adjunto, un puesto paralelo al de Clay. Jessie Marlow conocida como el "Angel de Warlock" se enamorará de Clay que pronto comenzará a hacer limpieza en la ciudad enfrentándose al líder de la banda de pistoleros Abe McQuown. Éste se verá obligado a rendirse ante las armas de Clay. Pero la banda no se dejará amedrentar tan rápidamente y tramarán un plan secreto para acabar con Clay para siempre y seguir cabalgando y actuando a sus anchas...
Un excelente western de maravilloso reparto (inmenso Anthony Quinn) y con secuencias memorables.

COMENTARIOS:
Edward Dmytryk usa su western indirectamente para lanzar una solapada y feroz crítica contra el Comité de Actividades Antiamericanas (este director estaba en la lista negra de la industria del cine que se creó durante la caza de brujas del maccarthismo) contándonos una historia donde también existe el abuso del poder, las amistades nocivas, las traiciones, la cobardía y las injusticias, la hipocresía de la sociedad que usa a las personas y luego las desecha cuando ya no son más de utilidad.

Apoyándose en un magnífico guión de Robert Allan Arthur, el controvertido Edward Dmytryk realizó, en 1959, una de sus mejores películas: “El hombre de las pistolas de oro”, cuyo interés se ve incrementado por la gran interpretación de sus tres protagonistas: Richard Widmark, Henry Fonda y Anthony Quinn. El primero hace el papel de Johnny Gannon, un hombre que después de estar situado al margen de la ley acepta convertirse en sheriff de un pueblo: “Warlock”, llevando su conducta hasta extremos que rozan el heroísmo y el suicidio. El segundo interpreta a Clay Blaisdell, quien dedica su vida a recorrer los pueblos del oeste, contratado por los ciudadanos, para pacificarlos a punta de pistola. Y el tercero encarna a Tom Morgan, un jugador tullido inseparable de Clay Blaisdell al que adora por ser la única persona que le respeta.

Este admirable western tiene una progresión dramática llena de sentido en su desarrollo; hay un excelente retrato de personajes conflictivos; hay un buen uso de decorados y de paisajes; y la puesta en escena es sobria y concisa. Quizás se eche en falta un poco más de dinamismo en algunas escenas, pero tal vez se deba a que Dmytryk prefirió dar a la película u tono menos brioso, más sometido a las tensiones internas de los personajes que a los aspectos externos. Mientras los tres personajes centrales del film viven y se relacionan a la luz y a la sombra de una relación imposible. El film lleva también a cabo la disección de una comunidad un tanto mezquina y cobarde, cuando no hipócrita.
Cabe también destacar los papeles femeninos en la película que juegan una baza importante en el devenir de las relaciones personales con los protagonistas, destacando la siempre fascinante Dorothy Malone, sin olvidar la soberbia fotografía de Joseph MacDonald en color conjugándolo con el formato Scope para realzar la puesta en escena. Por cierto MacDonald tuvo una dilatada carrera como cameraman trabajando con los mejores directores de la historia: J. Ford, E. Kazan, N. Ray, H. Hathaway, S. Fuller, G. Douglas y R. Wise, entre otros.

La película nos habla principalmente de la ley y la justicia, y sobre cuán complejo es hacerla cumplir en forma civilizada en muchas ocasiones. El filme constantemente está planteando situaciones ambiguas donde uno como espectador no sabe qué es mejor, si la racionalidad de hacer cumplir la ley civilizada o si hacer imponer la ley de la selva donde todo se resuelva más rápidamente mediante el uso de las armas de fuego. Allí es donde está el planteamiento más interesante y atractivo de la obra.
Luego sí que también hay muchas situaciones propias del género con duelos de veloces pistoleros, tiroteos, venganzas, hombres recios y cobardes, bandidos que siembran el terror, etc.

En fin, un western con fuerte carga psicológica en el desarrollo de personajes y repleta de ambiguos dilemas morales en sus circunstancias que hacen que muchas veces no sepamos quién es realmente el que tiene la razón. Estamos ante uno de esos western que aunque no suele figurar en las recurrentes listas de los Top Ten del género, a mi juicio debería, por lo redondo en entretenimiento, enjundia (descripción de personajes y trama), tensión creciente que te mantiene pegado a la pantalla hasta su ultimo fotograma, y como no podía ser menos tratándose de un buen western por su camino, muy buenas escenas de acción salpicando la trama, que desembocan en todo “tour de forcé” emotivo (casi de tragedia griega) a cargo del trío Fonda/Quinn/Widmark, de esos que a poco que te descuides te empañan los ojos y te hacen aullar de placer.


Película completa:




Calificación: 4 de 6.

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