viernes, 28 de junio de 2013

Escenas inolvidables: ¡Viva Zapata!


La acción principal tiene lugar en el Sur de México, entre 1909 y 1919. Narra la historia de Emiliano Zapata (Marlon Brando), líder del movimiento campesino del estado de Morelos que reclama las tierras propias ocupadas por terratenientes. Ante el fracaso de las gestiones pacíficas, y con la ayuda de su hermano Eufemio (Anthony Quinn) y de Pablo (Lou Gilbert), un viejo amigo, se erige como uno de los cabecillas de la insurgencia contra la dictadura del presidente Porfirio Díaz (Fay Roope) y a favor de la causa democrática de Francisco I. Madero (Harold Gordon). La lucha seguirá en contra de la usurpación de Victoriano Huerta (Frank Silvera), hasta que finalmente, y con el apoyo de Pancho Villa (Alan Reed), se le presenta la oportunidad de llegar a la cima del poder y hacer cumplir sus ideales, aunque todavía tiene en los carrancistas enemigos a los que debe enfrentarse.




Hace poco tiempo se celebró 100 años del inicio de la Revolución Mexicana, un movimiento que comenzó con la convocatoria que hizo Francisco I. Madero a través del Plan de San Luis Potosí para que el 20 de Noviembre de 1910, todos los que se hubiesen sentido oprimidos e ignorados por el gobierno de Porfirio Díaz, se levantarán en armas en contra de la dictadura y se asegurara el establecimiento de elecciones libres y democráticas en México.
He elegido una secuencia a reseñar de esta elogiada película norteamericana. La  secuencia se ubica a los quince minutos de transcurrido el metraje. En ella, se nos propone una visión romántica del héroe cuando Zapata entra a la Iglesia del pueblo de Anenecuilco, Morelos, siguiendo a Josefa Espejo (Jean Peters), la joven a quien pretende. Ella es acompañada por su tía (Nina Varela), y él por su hermano Eufemio. Este último se arrodilla junto a la tía y le tapa la boca para que no pueda pedir ayuda, mientras que Josefa, que permanece rezando una banca adelante es abordada por Emiliano.



Emiliano: Josefa, debo hablar contigo.
Josefa: Los rurales te persiguen.
Emiliano: Lo sé, arriesgué mi vida por venir aquí. ¿Cuándo puedo hablar con tu padre?
Josefa: ¿Para qué?
Emiliano: Para pedirle tu mano.
Josefa: No, no lo hagas.
Emiliano: ¿Por qué no?
Josefa: Solo no lo hagas.
Emiliano: ¿Hay algo de malo en mí?
Josefa: Claro que no. ¿Pero qué habría de malo en mí?
Emiliano: ¿Qué quieres decir?
Josefa: No tengo la intención de acabar lavando ropa en un charco, y haciendo tortillas como una india.




Emiliano: ¿Quién dice eso?
Josefa: Mi padre.

Emiliano: [Se molesta y la sujeta fuertemente del brazo] Mi madre era una Salazar. Y lo Zapatas eran cabecillas aquí cuando tu abuelo vivía en una cueva. Siempre recuerda eso.
Josefa: Bueno, pero ustedes ya no son cabecillas ahora. No tienen tierra, ni dinero. Y tal vez estés a la cárcel mañana.




Emiliano: ¡Para! [La suelta].
Zapata se levanta decidido a salir de la iglesia, pero reflexiona un poco y vuelve sobre sus pasos.
 

Emiliano: Me han ofrecido un empleo para Don Ignacio de la Torre, ¿entiendes?
Josefa: Don Ignacio de la Torre no le daría empleo a fugitivos de la ley.
Emiliano: Si acepto su ofrecimiento él hará que me perdonen.


Josefa: ¿Por qué podría Don Ignacio necesitar a alguien como tú? ¿Por qué?
Emiliano: Aparentemente Josefa tú no sabes que soy el mejor juez de caballos en el país. Tú eres la única que ignoras esto. Estuve con él por años y compré cada caballo que hay en su establo. Cuando yo no ayudaba a Don Ignacio a comprar sus caballos, es tarde cuando descubre que tienen cinco patas. [Eufemio destapa un instante la boca de su prisionera]

 

Tía: ¡Mono presumido! [Vuelve a ser reprimida por el hermano de Zapata]
Emiliano: Tú sabes Josefa que yo podría llevarte conmigo por la fuerza, ahorita.
Josefa: ¿Por la fuerza? No podría impedírtelo. Iría contigo porque no podría impedírtelo, pero tarde o temprano tú tendrías que dormir.
Emiliano: ¿Y entonces?
Josefa: [Saca un gancho de tejer que portaba como sujetador en el peinado, y lo apunta al corazón de Emiliano, amenazándolo] Tarde o temprano tú tendrías que dormir...
Emiliano: Tú no harías eso nunca. ¿Una muchacha respetable como tú?
Josefa: Sí, lo haría. Porque soy una muchacha respetable. Una muchacha respetable que quiere vivir una vida segura. Protegida, tranquila. Sin sorpresas, y preferentemente con un hombre rico.
Emiliano: Tú no piensas así.
Josefa: Claro que sí. Vuelve cuando puedas ofrecerme eso...

 
 
Auténtica lección de cine.


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