Katharine Hepburn
(Katharine Houghton Hepburn; Hartford, Connecticut, 12 de mayo de 1907 - Old Saybrook, Connecticut, 29 de junio de 2003)
Niñez y juventud.
Una de las mejores actrices de todos los tiempos, Katharine Houghton Hepburn, vino al mundo el día 12 de mayo de 1907 en Hartford, la capital de Connecticut. Nació en el seno de una familia acomodada y con solvencia económica, ya que su padre, Thomas Normal Hepburn era un prestigioso urólogo y cirujano, mientras que su madre, Katharine Marta Houghton era sufragista y colaboradora de Emmeline Pankhurst. La pequeña Katharine era la segunda de seis hermanos, estando especialmente unida a su hermano Tom, cuya muerte le causó una profunda depresión.
La madre de Katharine organizaba reuniones feministas en el transcurso de las cuales se llevaban a cabo representaciones. De este modo fue como debutó en los escenarios Katharine, a la edad de tres años. La joven Katharine iba creciendo en este ambiente regalado y sano, pues la profesión de su padre hacía que sus costumbres fuesen saludables. De este modo, fue como surgió su gran afición hacia el deporte, pues su padre tenía un gran interés por el mismo. Por tanto, su vida se desarrollaba en un ambiente burgués ilustrado, entre gente que cultivaba la inteligencia poniendo el mismo empeño en practicar el tenis y el golf. A los ocho años participaba con su madre en campañas, repartiendo globos en los que se pedía el voto para la mujer. Por entonces ya era una nena pertinaz e incombustible, carácter que le acompañaría durante toda su vida. Imagínensela tras un viandante hasta que este aceptase su globo con insistencia y sin desfallecer. Kate era una niña apasionada y vitalista, que trepaba a los árboles junto a los muchachos y que estaba empeñada en ser un chico y llamarse Jimmy.
El más duro golpe de su corta vida lo recibió a los catorce años, cuando, en un viaje a Nueva York, encontró a su hermano Tom ahorcado con una sábana, imitando el anterior suicidio en la familia que había sido protagonizado por su abuelo materno. Había atado la sábana a una viga de la casa de una amiga de su madre, donde Tom y Kate pasaban unos días de vacaciones. La misma Katharine tuvo que buscar a un médico y notificar la muerte a la familia. La fortaleza de Kate le permitió superarlo, como otros golpes que le dio la vida y recuerda, en su biografía, que de camino al crematorio fue la primera vez en su vida que vio llorar a su madre: Nunca la había visto llorar y nuca más volví a verla.
Katharine se decantó por estudiar Ciencias Físicas en el Bryn Mawr Collage de Filadelfia, lugar que también tuvo gran trascendencia en su camino hacia la profesión de actriz, puesto que fue allí donde comenzó a interpretar pequeños papeles en las representaciones universitarias. De todas formas su adiós a la Física se produjo muy temprano, al debutar en un pequeño papel en La zarina, con una compañía teatral de Baltimore. Desde sus intervenciones en las funciones del colegio, Katharine soñaba con debutar en los escenarios de Nueva York. Esa idea, casi obsesión le hizo trasladarse a casa de su amigo el poeta Phelps Putnam, a la postre uno de sus primeros y complicados amores.
Los comienzos de un mito.
Comenzó a estudiar dicción con una vieja leyenda del teatro, Frances Robinson – Dune y encontró colocación en La muerte en vacaciones, estrenada en el Teatro Nacional de Washington. La crítica la describió como una chica nueva, de voz metálica que parece una calavera. Pronto fue despedida pero su tesón le facilitó varios papeles menores en Nueva York. En esta época, 1928, se casa con Ludlow Orden Smith, un chico de buena familia perteneciente a la alta sociedad de Filadelfia del que no tardó en separarse y con el que mantuvo una gran amistad hasta el extremo de que algunos de sus amantes se lo encontraron incorporado a la familia en la casa de verano de Fenwick cuando iban a visitar a Katharine.
En 1931 la RKO estaba interesada en Kate y quería hacerle una prueba. El agente que se interesó por ella era Leland Hayward, ya que David O. Selznick y George Cukor buscaban una cara nueva.
Katharine sólo ganaba cien dólares por una semana de trabajo en el teatro, pero realmente no se sentía muy atraída por el cine, lo que le llevó a tentar a la suerte pidiendo un sueldo de 1500 dólares semanales, dando por supuesto que el estudio no aceptaría. Katharine llegó a California acompañada por su amiga Laura Harding, en tren, con un sombrero horrible y los ojos irritados por las virutas de acero que se le habían incrustado a través de la ventanilla. Para sorpresa de todos, se presentó a la prueba definitiva con un parche en el ojo.
Con todo ello, tras hacer la prueba se llevó la enorme sorpresa de que la RKO aceptaba su precio sin reservas. Como resultado de ello, se produjo su debut en pantalla grande junto a John Barrymore en 1932 con Doble Sacrificio, dirigida por Cukor, uno de los directores de mayor influencia para ella. El papel le permitió comenzar a demostrar el enorme caudal interpretativo que llevaba dentro, rodando con posterioridad una serie de títulos que la lanzarían al estrellato: Gloria de un Día (1933) de Lowell Sherman, Mujercitas (1933) de George Cukor, Sangre Gitana (1934) de Richard Wallace y Sueños de Juventud en 1935.
La gran dama de Hollywood.
Por muy increíble que parezca, la Hepburn ganó su primera estatuilla con tan sólo tres películas rodadas, por Gloria de un día. Katharine tenía 26 años, pero los tres siguientes Oscars no le llegarían hasta traspasada la cincuentena.
Los primeros enfrentamientos con el estudio se debían al poco gusto de la Hepburn por la mundana vida hollywoodiense: se negaba a asistir a fiestas y a participar en campañas publicitarias, puesto que su vida privada y fuera del celuloide era suya y no quería compartirla con su público. Durante este tiempo, regresó de nuevo al teatro, compaginando su trabajo en Broadway con el rodaje de diversas películas. A pesar de su mala popularidad en esa época, sus películas tenían enorme éxito.
En el rodaje de La gran aventura de Silvia (1935) de George Cukor, conoció al actor con el que compartiría una serie de memorables interpretaciones: Cary Grant. Con Cary volvería a formas pareja en la obra maestra La Fiera de mi Niña de Howard Hawks en 1938, y también en Vivir para Gozar (1938) e Historias de Filadelfia (1940), obra que ya había interpretado años antes en Broadway con enorme éxito y por la que James Stewart, su otro compañero de reparto, ganaría el Oscar. Películas como La fiera de mi niña e Historias de Filadelfia, la convirtieron en el modelo de mujer contemporánea.
Con ella comenzó el gusto por la delgadez en el cine y su mirada vitriólica y desafiante acabó con las languideces femeninas de años anteriores. Su imagen en la pantalla y en la privacidad constituían un nuevo canon de mujer completamente distinto al imperante hasta la época, lo que llevo a George Cukor a decir de ella: No se parecía a los años treinta, sino a sí misma. Luego las chicas empezaron a imitarla y la década se pareció a ella”.
Se enamoró de su agente cinematográfico, Leland Howard y, con posterioridad, compartió su vida con el multimillonario Howard Hughes. Pero sus dos grandes amores fueron hombres feos, católicos hasta el extremo, bebedores, de origen irlandés, casados y torturados por una vida familiar insoportable. Su relación con John Ford, el director bajo cuyas órdenes se puso en María Estuardo, fue tan secreta y devastadora que Katharine no la menciona siquiera en sus memorias. Aún así, sabemos que tras la muerte de Spencer Tracy, John Ford seguía soñando con la posibilidad de volver a su lado.
El problema para esa relación era doble: por un lado la esposa de Ford que amenazaba con acabar con él y quitarle a sus hijos, y de otra parte, la religiosidad extrema del director, lo que le impedía divorciarse. La falta de decisión de Ford propició que Howard Hughes terminará encandilando a la estrella con sus dotes para el golf, afición compartida por ambos. Durante el rodaje de La Mujer del Año (1942) conoce al que sería el gran hombre de su vida: Spencer Tracy.
La presentación de ambos la llevó a cabo Joseph Leo Mankiewicz, y durante el encuentro Katharine dijo: Me parece, señor Tracy, que es usted demasiado bajito para mi. A lo que Joe Mankiewizc respondió: No te preocupes, Kate, Spencer te humillará hasta rebajarte a su altura. Fue toda una premonición, pues durante el rodaje Kate hubo de aguantar numerosos incidentes desagradables al actor. Pese a ello, con él emprendería una fructífera relación fuera y dentro de las pantallas, donde protagonizarían una gran cantidad de películas. Se producía un fenómeno de equilibrio entre ambos, por un lado el nerviosismo y los excesos de Katharine frente a la solidez y serenidad de Spencer, lo que fue sin duda una de las claves de su éxito tanto personal como profesional.
Katharine ya estaba divorciada de su marido, pero las creencias religiosas de Spencer le impidieron hacer lo miso con su esposa. A pesar de ello, su relación se mantuvo hasta la muerte de Spencer y juntos rodaron nueve inolvidables películas: La mujer del año(1942), La Llama Sagrada (1942), Sin Amor (1945), Mar de Hierba (1947), El Estado de la Unión (1948), La Costilla de Adán (1949), Impetuosa (1952), Su otra esposa (1957) y Adivina quien viene esta noche (1967) que fue su última película juntos. La muerte de Spencer se produjo poco después de terminar el rodaje por lo que Katharine siempre se negó a ver esa película.
En el año 1951, coincidió bajo las órdenes de John Huston con otra de las grandes estrellas del cine, Humphrey Bogart. De allí surgió otra obra mítica, La Reina de África, por la que volvería a ser nominada al Oscar, pero fue esta vez Humphrey quien consiguió por fin el reconocimiento a toda su carrera con el Oscar a la mejor interpretación masculina. Hepburn era ya una actriz madura que redujo drásticamente sus intervenciones en el cine, aunque las que hacía no pasaban desapercibidas y mereció numerosas nominaciones de la Academia. Una de las causas de esta reducción de trabajo fue la grave enfermedad que atravesaba Spencer Tracy durante estos primeros años sesenta y que representó una época muy dura para ella.
Los últimos trabajos.
Aún así rodó películas como Larga jornada hacia la noche (1962), Adivina quien viene esta noche (1967), por la que ganó otro Oscar, y El león de invierno (1968) junto a Meter O´toole, por la que consiguió otro Oscar. En los años siguientes, su trabajo se centró en la televisión y esporádicamente en el cine.
Intervino en 1975 en El rifle y la biblia con John Wayne, y puso el gran broche a su carrera con En el estanque dorado de Mark Rydell, por la que obtuvo su cuarto Oscar a la mejor actriz, esta vez acompañada por su compañero de reparto, Henry Fonda, que obtuvo el de mejor actor. Posteriormente realizó algunos trabajos en producciones sin interés.
Tras una carrera maratoniana, minada por un cáncer de piel y por el terrible Parkinson, Katharine Hepburn reside junto al mar a sus largos noventa años, conservando aún el recuerdo de aquello que la condujo al estrellato: la combinación de belleza distinguida y espíritu independiente. Hoy en día es el último eslabón que nos une al Hollywood dorado, pues la muerte de Wilder la ha dejado sola y mirando al horizonte, seguramente negándose a asumir su importancia en la historia del cine y a ser el último mito vivo, aunque se nos muera.
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