sábado, 5 de mayo de 2012

Ta'm e guilass (El sabor de las cerezas) - (1997) - (Director: Abbas Kiarostami)



TÍTULO ORIGINAL: Ta'm e guilass

AÑO: 1997 
DURACIÓN: 98 min. 
PAÍS: Irán.
DIRECTOR: Abbas Kiarostami.

GUIÓN: Abbas Kiarostami.

MÚSICA: Música popular iraní.

FOTOGRAFÍA: Homayon Payvar.

REPARTO:
Homayon Irshadi, Abdolrahman Bagueri, Safar Ali Moradi, Afshin Khorshid Bakhtiari

PREMIOS 1997: Cannes: Palma de Oro.

GÉNERO: Drama. 

SINOPSIS:

Un hombre desesperado recorre en su coche las afueras de Teherán, buscando ayuda para suicidarse. Se topará con un recogedor de chatarra, un soldado kurdo, un seminarista islámico y un taxidermista turco.
El cine iraní está de moda, con Abbas Kiarostami a la cabeza. Y más aún después de que esta conmovedora reflexión –algo exigente, es cierto sobre el sentido de la vida lograra con justicia la Palma de Oro en el Festival de Cannes.



COMENTARIOS:

Un hombre subido a su land-rover recorre desesperado las calles de Teherán buscando a alguien que le ayude en su delicadísimo propósito: que alguien entierre su cuerpo bajo tierra una vez que se suicide. Primero lo intenta con un soldado kurdo, luego con un estudiante de teología islámica. Ambos le disuaden de su propósito. Finalmente encuentra en un hombre normal que ya quiso hacer lo mismo: intentó ahorcarse en un árbol, pero al agarrarse a una rama aplastó con su mano los frutos del árbol, unas sabrosas cerezas que tornaron sus deseos suicidas en necesidad de seguir viviendo.
Una obra maestra del ya mítico Kiarostami, que siguiendo con sus señas de identidad tan incorregibles como particularísimas, logra con "El sabor de las cerezas" un poema trágico de altura y anchuras sobresalientes, una metáfora lúcida y plena sobre la condición humana.

Tuvo que realizarla casi clandestinamente pues si ya para nosotros el suicidio resulta algo bastante espinoso, hay que imaginarse la aberración que eso significa en una sociedad tan fanáticamente religiosa y tan profundamente fundamentalista como la iraní, y por extensión, la comunidad árabe. Este hombre se quiere suicidar no sé sabe por qué ni falta que nos hace (ese es un gran acierto de la película), basta creer en una consideración global de que suicida porque no le gusta el mundo en el que vive, le desespera la deshumanización vigente, la falta de racionalidad de nuestros actos. Y Kiarostami propone una obra de soberbia envergadura moral, muy equilibrada e inteligente, que usa hasta lo indecible la racionalidad y el cerebralismo, el imperio de la lógica, el valor de lo humano y de lo natural, habiendo y haciendo un elogio maravilloso de las cosas naturales y del naturalismo mismo y configurando así un poema visual sencillo y maravilloso, pero casi también hasta abstracto y metafísico, arraigado hasta lo inimaginable en la austeridad y humildad de su apuesta.
Kiarostami vuelve a usar las secuencias que se repiten, las situaciones concéntricas, no usa la música compuesta, usa mucho los diálogos sencillos entre dos personajes que hablan quedándose fija la cámara en uno, no hay absolutamente nada que "vicie" la limpieza de la propuesta, hay ese tenaz y tozudo minimalismo, aquí convertido en la más atípica y asombrosa road-movie que yo haya visto en mucho tiempo, una película prototípica, pedagógica, inmensa en su humildad, hermosa en su plasmación en cine cerrado en una última, tétrica pero luminosa secuencia. No hay lecturas rotundas pues además la película, con toda la sencillez que lleva en sus alforjas, resulta profundamente compleja y resueltamente abierta a todo tipo de elucubraciones.

Sin duda alguna, la obra maestra de un cineasta que, en los tiempos que corren, resulta fundamental para reposar, pensar, anestesiar y oxigenar, durante una tranquila hora y media de cine, nuestras doloridas y maltrechas cabezas y miradas.




Película completa:

Explicación de la película

Calificación: 6 de 6.

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