Billy Wilder
Director
1906 /2002
Director
1906 /2002
Unas enormes gafas, asentadas sobre un rostro menudo, ovalado y vivaracho, escondieron durante decenas de años una de las miradas más inteligentes y sibilinas que se han escondido detrás de una cámara de cine. El desaparecido Billy Wilder (1906-2002) fue uno de los grandes, sin duda el último socio del club de los Ford, Welles, Hawks, Rossellini, Hitchcock..., aquéllos que hicieron del cine el arte por excelencia del siglo XX.
Su talento y valentía siempre fueron de la mano. Y con esas armas no dudó en destripar a la sociedad de su tiempo. Efectivamente, para él no se trataba sólo de retratar, de mostrar, sino casi de desinfectar a la sociedad de las costumbres hipócritas que, como cuerpos extraños, amenazaban la vida de los hombres. No extraña que William Holden dijera de él que "tenía el cerebro lleno de cuchillas de afeitar", quizá la mejor definicion del cáustico talento de este portentoso creador. Y es que para Wilder la discreción era sinónimo de pusilanimidad, algo tan hipócrita como cruzarse de brazos ante el acomodaticio puritanismo americano. Y Wilder no era hipócrita, si acaso un poco cínico, sí, pero un cínico que siempre te sacaba diez metros de ventaja.
Su talento y valentía siempre fueron de la mano. Y con esas armas no dudó en destripar a la sociedad de su tiempo. Efectivamente, para él no se trataba sólo de retratar, de mostrar, sino casi de desinfectar a la sociedad de las costumbres hipócritas que, como cuerpos extraños, amenazaban la vida de los hombres. No extraña que William Holden dijera de él que "tenía el cerebro lleno de cuchillas de afeitar", quizá la mejor definicion del cáustico talento de este portentoso creador. Y es que para Wilder la discreción era sinónimo de pusilanimidad, algo tan hipócrita como cruzarse de brazos ante el acomodaticio puritanismo americano. Y Wilder no era hipócrita, si acaso un poco cínico, sí, pero un cínico que siempre te sacaba diez metros de ventaja.
Biografía:
Samuel Wilder, su verdadero nombre, nació el 22 de junio de 1906 en Sucha, una pequeña localidad del entonces imperio austrohúngaro (hoy Polonia) y su primera intención fue ser abogado. A tiempo se dio cuenta de que lo suyo era escribir, así que fichó por un periódico vienés y marchó a cubrir noticias al Berlín de los años 20. Pero al final de la década ya había colaborado como guionista en una docena de películas. En 1933, con la llegada de Hitler, decide largarse de Alemania. Un año más tarde, ya en París, cansado de que tergiversen sus guiones, dirige su primera película, Curvas peligrosas: "Uno debe recordar, como guionista, que nadie va a leer lo que escribe. Por eso me hice director, porque nadie leía mis guiones". Pero sus genes judíos y el avance del nazismo le convencen de la necesidad de dejar Europa. Parte de su familia no tiene la misma suerte (su madre muere en Auschwitz). Ya en Hollywood comparte piso con su amigo Peter Lorre y escribe algunos guiones inolvidables, entre ellos los de Ninotchka y Bola de fuego.
“Dos genios juntos: Buñuel y Wilder”
Y en 1942 se pone detrás de la cámara. La noche previa a su primer rodaje americano confiesa a Lubitsch, a quien él siempre consideró su maestro: "Mañana ruedo mi primera película y me cago en lo pantalones". Lubitsch replica: "Yo ruedo mi película sesenta y me cago en los pantalones todos los días". Su carrera como director se prolongaría hasta 1981 y en esos cuarenta años escribiría y dirigiría todas sus películas, entre ellas un buen puñado de obras maestras: Perdición (1944), Días sin huella (1945), El crepúsculo de los dioses (1950), El gran carnaval (1951), Con faldas y a lo loco (1959), El apartamento (1961), Irma la dulce (1963), En bandeja de plata (1966)... Sus mayores éxitos de crítica fueron Días sin huella, dura recreación del mundo del alcoholismo, por la que consiguió el Oscar a la mejor dirección, y El apartamento, que se llevó 3 Oscar, entre ellos mejor película y dirección. Cuando en el trágico encanto de esta película los comunistas quisieron ver una dura crítica al modo de vida occidental, Wilder zanjó la cuestión a su manera: "El único sitio donde no podría ocurrir la historia es en Moscú. Jack Lemmon no podría dejar las llaves del apartamento sencillamente porque tendría que compartirlo con otras tres familias". Así tenía la lengua, más ácida que la sangre de un Alien.
Desde 1981, Billy vivió alejado del cine porque las compañías no se fiaban de un octogenario. Y así hasta que el 27 de marzo de 2002 falleció en su casa de Beverly Hills a la edad de 95 años. Con él se ha ido un creador genial, un crítico feroz y un maestro que siempre logró hacer realidad su máxima: "Tengo diez mandamientos. los nueve primeros dicen: no debes aburrir". Quizá la clave fuera la frase que siempre tenía sobre la mesa de su despacho: "¿Cómo lo haría Lubitsch?".
Lápida de Billy Wilder en Westwood Memorial con el texto: "I'm a writer but then nobody's perfect" ("Soy escritor, pero nadie es perfecto").
"Lo más importante es tener un buen guión. Los cineastas no son alquimistas. No se pueden convertir los excrementos de gallina en chocolate".
"En mis películas no hay grande movimientos de cámara ni puntos de vista destinados a demostrar que soy un director de cine. [...] En Europa, un director puede tomarse todo el tiempo del mundo para crear una atmósfera, y meter un montón de escenas de nubes que se disuelven; pero el público de aquí, si les muestras las nubes por segunda vez, espera ver entre ellas un aeroplano".
"Al público no hay que dárselo todo masticado, como si fuera tonto. A diferencia de otros directores que dicen que dos y dos son cuatro, Lubitsch dice dos y dos... y eso es todo. El público saca sus propias conclusiones".
"He hecho películas que a mí me hubiera gustado ver. Y yo sólo quiero ver películas que me entretengan".
"Una vez me preguntaron: ¿Es importante que un director sepa escribir?, y yo respondí: no, pero sí es útil que sepa leer".
"Para hacer una película hay una sola regla: sólo hay que hacer aquello que sea de utilidad a la película".
"Si el Cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el Cine ha alcanzado su objetivo".
"He vivido la época en que se temió que el cine se viera desplazado por la novedad de la televisión. Pero no he compartido ese miedo porque sé que la radio y los discos no pueden destruir la ópera. La televisión no ha podido acabar con el cine porque la gente quiere estar allí, quieren ser los primeros, quieren oir las risas de otras personas".
"Es aburrido ver a alguien entrar en una casa por la puerta. Es mucho más interesante cuando alguien entra por la ventana".
"Creen que la lentitud y la solemnidad son sinónimos de profundidad".
Billy Wilder
"Lo único que me partiría el corazón sería que me quitaran la cámara y no me dejaran volver a hacer películas".
"Sobre Ingmar Bergman debo decir que los críticos no tienen ni idea de lo que está diciendo, pero, pese a todo, les chifla... Existe una asociación internacional de ese tipo de críticos, capaces de extasiarse ante el asno muerto de Cocteau envuelto con telas encima de un piano".
"Comprendo sin dificultad por qué Godard ha podido por sí sólo exterminar varias empresas productoras".
"Antonioni seguro que es un gran director, un gran artista. Pero en lo que a mí se refiere, soy incapaz de mantenerme despierto".
"Del mismo modo que todo el mundo odia a Estados Unidos, todo Estados Unidos odia a Hollywood. Existe el profundo prejuicio de que todos nosotros somos tipos superficiales que ganamos diez mil dólares a la semana y que no pagamos impuestos; que nos tiramos a todas las chicas; que tenemos profesores en casa que dan clases a nuestros hijos de cómo subirse a los árboles; que cada uno de nosotros tiene dieciséis criados y que todos conducimos un Maserati. Pues sí, todo esto es verdad. ¡Aunque os muráis de envidia!".
"Quizás El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard) es una película cínica, pero para mí esa película es Hollywood; el guionista, el agente, la estrella olvidada, todos eran retratos del natural".
"Sobre la impuntualidad de Marilyn debo decir que tengo una vieja tía en Viena que estaría en el plató cada mañana a las seis y sería capaz de recitar los diálogos incluso al revés. Pero, ¿quién querría verla?... Además, mientras esperamos a Marilyn Monroe todo el equipo, no perdemos totalmente el tiempo... Yo, sin ir más lejos, tuve la oportunidad de leer Guerra y Paz y Los miserables".
"Marilyn Monroe era de carne, y se fotografiaba de carne. Tenías la impresión de que bastaba con alargar la mano para poder tocarla".
"El problema de Marilyn es que se enamoraba con mucha rapidez. No era la clase de mujer que se supone que debe ser un símbolo sexual, y eso la mató... Marilyn era una mezcla de pena, amor, soledad y confusión".
"Existen más libros sobre Marilyn Monroe que sobre la II Guerra Mundial. Hay una cierta semejanza entre las dos: era el infierno, pero valía la pena".
"Me han preguntado si volveré a trabajar con M. M. (Marilyn Monroe), y tengo una respuesta clara. Lo he discutido con mi médico, mi psiquiatra y mi contable, y todos me han dicho que soy demasiado viejo y demasiado rico para someterme de nuevo a una prueba semejante".
"Marilyn era un absoluto genio como actriz cómica, con un sentido extraordinario para los diálogos cómicos. Tenía ese don. Nunca después he vuelto a encontrar una actriz así".
"Marilyn no necesita lecciones de interpretación; lo que necesita es ir al colegio Omega, en Suiza, donde dan cursos de puntualidad superior".
"Los productores, excepto los grandes, son aquéllos que, como no sabían escribir, no sabían dirigir, no sabían actuar, no sabían componer..., acaban por estar a la cabeza de todo".
"Todos los días miro las esquelas de los periódicos y me fijo sobre todo en la edad del muerto. La mayoría son más jovenes que yo. Me asusto y pienso: a lo mejor, lo único que sucede es que se han olvidado de mí".
"Si hay algo que odie más que el que no me tomen en serio es que me tomen demasiado en serio".
"El exilio no fue idea mía, sino de Hitler".
"Normalmente, cuando te encuentras con una persona que parece insignificante y que no llama la atención se dice: detrás de esa fachada, hay más de lo que parece. En mi caso sucede lo contrario: detrás de mi apariencia hay menos de lo que parece".
"Algunas personas sólo guiñan los ojos para poder apuntar mejor".
1981 Aquí, un amigo
1978 Fedora
1974 Primera plana
1972 ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?
1970 La vida privada de Sherlock Holmes
1966 En bandeja de plata
1964 Bésame, tonto
1963 Irma la dulce
1961 Uno, dos, tres
1960 El apartamento
1959 Con faldas y a lo loco
1957 Testigo de cargo
1957 Ariane
1957 El héroe solitario
1955 La tentación vive arriba
1954 Sabrina
1953 Traidor en el infierno
1951 El gran carnaval
1950 El crepúsculo de los dioses
1948 Berlín Occidente
1948 El vals del emperador
1945 Días sin huella
1944 Perdición
1943 Cinco tumbas al Cairo
1942 El mayor y la menor
Un matrimonio bien avenido
Si se pudiese hablar de un matrimonio bien avenido en el mundo del cine ese habría sido el formado por Billy Wilder y I.A.L. Diamond. Su colaboración profesional y su relación personal se desarrollaron nada menos que durante treinta años. Desde el año 57 en el escriben Ariane (Love in the Afternoon") hasta la última película de Wilder, Aquí un amigo (Buddy, Buddy) en el 81.
En los años 50, época en la que conoce a Diamond, Wilder tenía una larga trayectoria como guionista. Había escrito ya para Robert Siodmak, William Dieterle, Raoul Walsh, Ernst Lubitsch entre otros. Tampoco era ajeno al trabajo de director, para entonces ya había realizado algunas de sus películas más sobresalientes: Perdición (Double Indemnity, 1944), El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950), Sabrina (Ídem, 1954)... escritas en colaboración con el guionista Charles Brackett.
Sin embargo, el período más importante de la carrera de Wilder estaría por llegar. Es con Diamond con el que inicia sus años más brillantes. ¿Quién es su nuevo compañero de viaje?
Itek Domnici, verdadero nombre de I.A.L. Diamond o Izzy como le llamaba Wilder, comenzó escribiendo guiones en los años 40. Alternaba su trabajo con Wilder con colaboraciones para otros directores en la major MGM: destacable su colaboración con Howard Hawks en Me siento rejuvenecer (Monkey Business, 1952).
La compenetración y complicidad entre Wilder y Diamond eran totales, tanto en la escritura de guión como en los rodajes, en los que Diamond siempre estaba presente con el guión entre las manos. Ninguno de los dos confesaba, a pesar de la insistencia de los críticos, de quién partía algunas de las brillantes ideas de sus guiones.
Alcanzaron un equilibrio tan perfecto como difícilmente superable entre inteligencia, agilidad, brillantez y entretenimiento. Consiguieron que parecieran fáciles y espontáneos sus diálogos en boca de los actores. Sus guiones tenían una gran solidez en la estructura y un mágico control del ritmo cinematográfico.
Su método de trabajo era exhaustivo, pulían y pulían sus materiales hasta conseguir lo que buscaban:
Diamond (refiriéndose a una escena): —Está muy bien. ¿No te parece?.
Wilder: ¿Muy bien? Es perfecta. Ahora vamos a mejorarla.
La premisa de trabajo de Wilder fue «piensa siempre en el público» y sobre todo «no aburrir». «Hazlos llorar o hazlos reír, pero déjalos sin defensas» decía. Sus historias son universales, su humor y sus personajes están al alcance de todos.
Todo guión empezaba con una multitud de ideas con las que trabajaban e iban desechando hasta... mejor dejamos que el propio Wilder nos lo cuente:
«...el problema es la simplificación de lo que se ha inventado. Trabajamos [se refiere a Diamond) de manera tradicional, con tres actos. El chico se enamora. El chico pierde a la chica. Por supuesto se disfraza la construcción para que no se vea el mecanismo. Tras cinco o seis meses, tras pasar del tema a los actos, de los actos a las escenas, de las escenas a los diálogos, se tiene listo el guión».
Juntos escriben en 1957, Ariane, comedia romántica con Audrey Hepburn, Gary Cooper y Maurice Chevalier muy en la línea de Sabrina.
De ese mismo año es también Testigo de cargo (Witness for Prosecution) segundo de sus guiones. Con ella cambian radicalmente de género y hacen su primera "película de tribunales". Para ello Wilder y Diamond adaptan una obra de la escritora Agatha Christie. Es una película con un argumento tan interesante como entretenido, lleno de giros en la trama e ingeniosos diálogos así como un plantel de actores envidiables, en los que destaca un desbordante Charles Laughton y una magnífica interpretación de la Dietrich.
Los años posteriores quedan como el cénit de su colaboración: Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, 1959), El apartamento (The apartment, 1960), Uno, dos, tres (One, Two, Three, 1961), Irma la dulce (Irma la Douce, 1963), Bésame, tonto (Kiss Me Stupid, 1964), En bandeja de plata (The Fortune Cookie, 1966). Comedias que discurren entre la ternura y la acidez, el humor malévolo y la comedia disparatada, pero que al fin al cabo revolucionan el género para siempre.
Sus siguientes películas ya no alcanzan la brillantez de las antes citadas, pero no por ello dejan de tener calidad suficiente. La vida privada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes, 1970), cuyo guión estaba basado en los personajes de Conan Doyle perfectamente perfilados por los guionistas, Primera plana (The Front Page"), ambientada en el mundo del periodismo, que conocía tan bien Wilder, Fedora (id., 1978) una revisión de la magnífica El crepúsculo de los dioses y Aquí un amigo, su último guión en colaboración con Diamond y última película de la filmografía de Wilder. Es curioso destacar que el último proyecto en el que Wilder estaba realmente interesado fue La lista de Schindler (Schindler's List, 1993). Spielberg se le adelantó como todo el mundo sabe. Wilder sólo tuvo palabras de admiración para su trabajo.
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