miércoles, 19 de noviembre de 2014

Marlon Brando (Actor) (Biografía y Filmografia)






Marlon Brando

1924 - 2004

Nació el 3 de Abril de 1924 en Omaha, en el estado de Nebraska, con el nombre de Marlon Brando, al igual que su padre, el productor Marlon Brando, Sr. Su madre era una actriz que trabajaba en teatros locales y significó una importante fuente de inspiración para su hijo. Brando tuvo desde pequeño el don de observar a la gente e imitar sus gestos hasta el extremo. Fue un adolescente rebelde, por lo que fue expulsado de varios colegios. Su padre lo reprimía por ello, pero le animó a buscar su propio camino. Brando se marchó a Nueva York, donde estudió interpretación en la The New School y después en el famoso Actor's Studio.


Marlon Brando, niño


Brando fue expulsado de la Academia Militar de Shattuck a los 17 años por mal comportamiento. Luego de esto, decidió seguir a su hermana Dorothy a Nueva York, para estudiar teatro con Stella Adler, discípula del director ruso Konstantin Stanislavski. El temperamento tormentoso de Brando salió a la luz pública cuando se exhibió la terrible relación que sostenía con su dominante e irritante padre, quien nunca le reconoció sus logros de gran actor, y que fue muy tensa hasta el final de su vida.

Brando estuvo casado en tres ocasiones y fue padre de once niños. Su primer matrimonio con Anna Kashfi fue públicamente tormentoso y duró dos años.

El segundo matrimonio fue con Movita Castañeda pero su relación terminó cuando conoció a quien sería su tercera esposa, Tarita Teriipia, la mujer tahitiana que interpretó a su compañera en Mutiny on the Bounty con quien tuvo dos hijos y que lo acompañó por 10 años. A raíz de esa película, Brando se enamoró también de Tahití y adquirió una pequeña isla en el archipiélago en 1966, donde vivía cuando sus obligaciones profesionales se lo permitían. Con Tarita también tuvo problemas de convivencia a pesar de los esfuerzos extraordinarios de ella por conservar su matrimonio. Tarita, una vez separada en 1972, reveló las intimidades matrimoniales de su fracasado matrimonio denostando a su ex-esposo públicamente como una persona egocéntrica, egoísta, celosa e infiel. Años más tarde, Tarita presentó públicamente un libro llamado, Brando, mi amor y mi desgarro.


"El joven Marlon Brando"


Participó en muchas actividades en defensa de la situación de los afroamericanos e indígenas norteamericanos, logrando codearse con Richard Nixon y los Kennedy en algún momento.

Es famoso el episodio que protagonizó en la ceremonia de los Oscar al negarse a recoger el premio y enviando en su lugar a la ceremonia a una actriz estadounidense de origen indio, que se manifestó en contra del tratamiento que recibía su pueblo en las películas de Hollywood y por los acontecimientos que ocurrían por aquel entonces en Wounded Knee.

En el año 1990 vivió una de sus más grandes tragedias personales. El novio de una de sus hijas fue asesinado en la residencia familiar de Mulholland Drive. La situación se convirtió en un circo mediático cuando a Christian (el primogénito nacido de su primer matrimonio), se le acusó de ser el autor material del homicidio. El episodio marcó profundamente a su entorno familiar: Christian fue obligado a cumplir seis años de prisión y Cheyenne se suicidó cinco años más tarde. Sus últimos años, Marlon Brando los pasó en el borde de la indigencia viviendo de su seguro social, se transformó en un ermitaño y vendió sus posesiones en Tahití para poder sobrevivir.


Falleció el 1 de julio de 2004 en Los Ángeles, a los 80 años a consecuencia de una fibrosis pulmonar.

Marlon Brando, o como ustedes prefieran llamarlo, Vito Corleone, Terry Malloy, Napoleón, Coronel Kurtz, Fletcher Christian, Comandante Lloyd Gruver, Marco Antonio, Stanley Kowalski, Emiliano Zapata, Sakini, Johnny Río, Paul, Max, o los demás personajes de sus casi 40 películas, ha sido uno de los mejores actores en la historia de la cinematografía mundial. No queda duda al respecto. Sus méritos son incalculables, su inmensa obra  y su contribución al desarrollo de la actuación fundamental. Un referente universal, que construyó los más maravillosos y polémicos seres de ficción con una profundidad metódica e incomparable.





Moldeaba a sus personajes, los llenaba de cualidades, defectos o ambas cosas, para después ofrecerlos inmaculados. Intervino como actor protagónico en la mejor película de la historia del cine, y aunque no le gustó su desempeño, el mundo le enmendó la plana. Idolatrado por muchos, odiado por otros tantos, pero respetado por todos, aquellos influyentes y los recatados, los perversos y los adulones; menos por el ser que le dio la vida, su adorado padre. Algunos se encargaron de relacionar su vida privada con su faceta de hombre común, intentando manchar lo legendario con lo trivial, y convertirlo en un ser humano despreciable. Quizás lograron ensuciar su reputación en forma momentánea, pero jamás pudieron destruirla. Tamaña equivocación, muy por el contrario la fortalecieron aún más, la volvieron apetecible y la hicieron monumental.

Este notable norteamericano, es una de las leyendas del séptimo arte, uno de los últimos iconos transgresores y polifacéticos, todo adjetivo permitido, de esa época dorada del cine norteamericano. Su increíble dramaturgia lo elevaron a la cúspide del estrellato mundial durante los años cincuenta, también en los setenta, y a ser considerado como el actor modelo, el prototipo de las obras impropias y provocadoras, una figura mítica, un estilo de galán de época, un verdadero líder de generaciones, la personalidad más impactante e imponente que existió, que con su aparente rebeldía, crudeza y sensualidad logró sensaciones similares y profundas para gentes tan diferentes. Marlon Brando le pertenece a la humanidad, no tiene nacionalidad. No voy a mencionar su biografía. Es fácil poder encontrarla en Internet o un libro de texto.





Quiero homenajearlo, repasando las 21 películas que considero sus obras más destacadas y justificando en cada cual el porqué de su genialidad. Para los que amamos su genialidad y su inmortalidad se vuelve una costumbre con el transcurrir de los años y al apreciar su legado cada vez con mayor regularidad.


ACTOR’S STUDIO

Quisiera darles a conocer algo importante en la educación histriónica de Brando. El Actor’s Studio, es una escuela de arte dramático fundada en la ciudad de Nueva York, el 03 de julio de 1947 por Elia Kazanjoglou –Elia Kazan-, nacido en Constantinopla, Turquía, la productora teatral Cheryl Crawford y Robert Lewis, un antiguo miembro del Group Theatre, antecedente inmediato del Actor’s Studio, con relación a la implementación del método. Un año más tarde Lewis es reemplazado por Lee Strasberg, antiguo director general del Group Theatre, y ferviente admirador del método de Konstantin Stanislavski y el teatro de arte moscovita. La escuela de pensamiento del soviético, supone un particular enfoque de la interpretación –performance-, que en los EEUU encuentra una excelente posibilidad cuando tras la II Guerra mundial, el cine aspira a mostrar un mayor realismo social. El actor ya no es una marioneta en manos del director. Asume un rol decididamente más activo. Los actores tienen que desarrollar e implementar cada parte que interpreten, a partir de las emociones de su propia personalidad, Durante los ensayos se trabaja de adentro hacia fuera, recurriendo a otros textos ajenos a la obra y hasta algunos objetos, con la finalidad de conseguir una identificación plena con el personaje o con el actor que se presta para la actuación.





Este descubrimiento del vínculo interior propicia la búsqueda de personajes emocionales que se debaten entre la angustia y la represión. Los actores trabajan juntos para desarrollar sus habilidades en un entorno experimental, donde pueden asumir riesgos como intérpretes sin las presiones de los papeles comerciales. Quizás sea que por estas razones, la escuela estará siempre relacionada con algunos de los más grandes dramaturgos norteamericanos como, Tennesse Williams, Arthur Miller, Edgard Alby, entre otros. El filme “On the Waterfront”, 1954, de Elia Kazan, se considera la obra cumbre del método, tanto por la impactante presencia de Marlon Brando como por la labor de sus actores secundarios.

Además de Brando, indiscutiblemente su mayor exponente, se han formado en ésta escuela, actores de la talla de James Dean, Montgomery Clift, Paul Newman, Ben Gazzara, Shelley Winters, Rod Steiger, Lee Remick, Eva Marie Saint, Marylin Monroe, Jack Nicholson, Robert De Niro, Harvey Keitel, Al Pacino, Dustin Hoffman, Bruce Dern, Anne Bancroft, Ellen Barkin, Ellen Burstyn, Jane Fonda, Karl Malden, Steve McQueen, Geraldine Page, Estelle Parsons, Chazz Palminteri, Sidney Poitier, Julia Roberts, Mickey Rourke, Sissy Spacek, Maureen Stapleton, Christopher Walken, Eli Wallach, Gene Wilder, Joanne Woodward, Martín Landau, Philip Seymour Hoffman, entre los más renombrados.

Hoy en día el Actor’s Studio, sigue desempeñándose como una escuela de arte dramático pero con otra perspectiva gerencial. La dirige el imperturbable James Lipton, quién con sumo conocimiento y algo de morbo, logra entrevistar a figuras que han pasado por la escuela o aquellas que destacan en la cinematografía actual. Tiene un programa de TV semanal, por cable, en donde rinde sentidos homenajes a los actores y actrices, con un público exclusivamente de la escuela y en el cuál se explica con gracia y a veces tristeza, un poco de lo que hay detrás de una película y sobretodo en el corazón de los actores.


Filmografía comentada de Marlon Brando:





1950 - “The Men” (Hombres)
De Fred Zinnemann
Fue la primera incursión de Marlon Brando en la industria cinematográfica. Por ese entonces ya era una verdadera revelación como actor de teatro en Broadway. En “The Men”, interpreta a un soldado de la Segunda Guerra Mundial postrado en una silla de ruedas, y recluido en un hospital de veteranos de su ciudad natal. Un gran debut, un retrato excepcional de cómo la limitación física como constante no es impedimento alguno. Brando hace una actuación envuelta en una fuerza interpretativa, difícilmente superable. Una película aceptable para un extraordinario comienzo. La expectativa por Brando creció a raudales. Era un actor diferente, revolucionario y sumamente atractivo.





1951 – “A Streetcar Named Desire” (Un tranvía llamado deseo)
De Elia Kazan
Una memorable película donde Elia Kazan expone las descarnadas relaciones de pareja que plantea la obra de Tennesse Williams, con excesiva justeza. Un tenso ejercicio de sinsabores y verdades dichas a quemarropa. Las interpretaciones de Marlon Brando y Vivian Leigh, apoyadas por las de Kim Hunter y Karl Malden, conforman un espectáculo soberbio y emocionante. La dirección crea una obra de intérpretes, memorable e imprescindible. Las magistrales actuaciones de Vivian Leigh, Kart Malden y Kim Hunter fueron reconocidas por el Oscar en su respectiva categoría, mientras Brando y Kazan se quedaron con las manos vacías. La acción tiene lugar en el barrio francés de Nueva Orleáns y relata la historia de Blanche DuBois -Vivian Leigh- que visita a su hermana menor Stella -Kim Hunter-, casada con Stanley Kowalski -Marlon Brando-. Blanche es frágil, necesita cariño y ternura, ha vivido experiencias amargas y oculta un pasado oscuro. Stanley es un obrero rudo, grosero, violento, machista y abusivo.

La película desarrolla un drama psicológico centrado en el enfrentamiento entre Blanche y Stanley y las pretensiones de ambos en marcar sus territorios. Se denota el desprecio instintivo que siente Stanley por la fragiidad y las formas delicadas, su temperamento violento, acentuado por el alcohol, su presuntuoso machismo asociado a la violencia de género. El perfil psicológico de Stanley corresponde al de una persona atormentada, con serias dificultades de adaptación. Padece un síndrome de inseguridad que le impone conductas de dominación y sadismo. Blanche oculta una profunda frustración, varios fracasos sentimentales, un pasado indecoroso y un miedo traumatizante a la muerte. La batalla entre los dos personajes permite el lucimiento interpretativo de un joven Brando de gran magnetismo. Vivien Leigh interpreta un sensacional papel de víctima no inocente, en el límite de la cordura y de su autonomía individual. La tensión entre ambos es verbal, emocional, instintiva, siniestra y hasta física. Ese año Marlon Brando perdió el Oscar a manos de Humphrey Bogart por su actuación en “The African Queen”, junto a Katharine Hepburn. Elia Kazan sucumbió ante George Stevens. “A Streetcar Named Desire”, es una extraordinaria película. Marlon Brando deslumbrante, descollante e inigualable. Se confirmaban las excelentes condiciones demostradas en “The Men”.





1952 – “Viva Zapata” (Viva Zapata)
De Elia Kazan
Un magnífico largometraje de Elia Kazan. Un clásico del género. Arremete sobre la biografía de Emiliano Zapata, famoso revolucionario mejicano, un mítico héroe, que levantó a todo un país contra el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz. Emiliano, un joven campesino de la provincia de Moreles, dirige la revuelta campesina contra los terratenientes de Díaz. Con la ayuda de su hermano Eufemio y de Pablo, un viejo amigo, organizan el movimiento de oposición. Zapata, interpretado espléndidamente por un perfecto Brando, quien correlaciona el personaje histórico, humano, heroico y terrenal, inmerso en cuerpo y alma en la noble disputa de un hombre que lucha por el derecho natural de todo ser humano. Brando luce, idealista, utópico y libertario. Aparece flanqueado por Anthony Quinn, quien interpreta a su hermano Eufemio, que ese año se llevó el Oscar a mejor actor de soporte. Marlon Brando, perdió con Gary Cooper por “High Noon”, pero ganó el premio a la mejor actuación en el Festival de Cannes y en los premios BAFTA. Una magistral película con un Brando inmejorable.






1953 - “Julius Caesar” (Julio Cesar)
De Joseph L. Mankiewicz
Adaptación para el cine de la obra de William Shakespeare, en la que intrigas políticas y las luchas por salvaguardar el honor se mezclan en la antigua Roma. Casio y Bruto, al mando de un grupo de conspiradores, asesinan a Julio César cuando consideran que su ambición conducirá a Roma a la tiranía. Marco Antonio, fiel amigo del emperador, representado por el mejor Brando que se haya podido apreciar, intentará convencer a los romanos de que los autores del crimen deben ser ajusticiados. El maestro Mankiewicz adapta a Shakespeare con una fuerza magnética, consiguiendo convertir el texto teatral en una puesta en escena arrolladora, sólida, imaginativa que utiliza la cámara para indagar y examinar sin descanso a los personajes, turbios y atormentados. La actuación de Marlon Brando es imponente, fuera de lote. Una gran película con el mejor actor.





1953 - “The Wild One” (Salvaje)
De Laslo Benedek
Nace un nuevo icono del siglo, Un sujeto atractivo, portentoso vestido de cuero negro y gorra de medio lado, es el cabecilla de una banda de motociclistas jóvenes y ruidosos que llegan a un pueblo tranquilo produciendo allí un revuelo teñido de violencia y desasosiego. Una película memorable por la presencia de Marlon Brando como líder de la banda -la moto, gafas de sol, patillas, casaca de cuero, gorrita de moda- . Una película de época, de moda cincuentera. “The Wild One” destila violencia juvenil, destaca la generación “beat” –cuyo significado es totalmente vencido o fracasado. Luego se intentó demostrar el sentido correcto de “beat”, sugiriendo su relación con palabras como “beatitud”, conexión que se explicaba porque, en sus ideales, el movimiento “beat” se sentía atraído por la naturaleza de la conciencia orientada a la comprensión del pensamiento oriental, hacia prácticas de meditación etc. -el engreimiento de una generación falta de ideales claros, conceptos sólidos. Hoy en día, no sería un film atractivo, colorido, ni liberador de conciencias. Hay un tema que rescatar de éste largometraje, es el método Brando. Se diga lo que se diga, con esta película de argumento simplista, Marlon Brando creó escuela, aplicó el método Stanislavski, agregándole la perfección de su genialidad, su personalidad absorbe por completo la película, dándole a partir de allí, el método a muchas de sus memorables películas, Creo que a partir de esa actuación, Marlon Brando pasa a formar parte de la cultura contemporánea como un individuo indispensable, en la cinematografía mundial.





1954 – “On the Waterfront” (La ley del silencio)
De Elia Kazan
Una de las mejores películas de Elia Kazan, aunque el tema es polémico y amoral. Una obra genial de la apología de la delación. Un Marlon Brando extraordinario, incomparable, majestuoso y logrando el honor y la posteridad. La actitud de Kazan durante la “caza de brujas” del senador McCarthy fue sencillamente degradante, canallesca, pero aun aceptando la teoría de que Kazan rodó éste filme como una justificación a su conducta delatora, la película emerge como un valioso aporte del turco como uno de los mejores de la década de los cincuenta. Largometraje duro, de una tensión dramática, implacable, sin embargo no se renuncia a momentos muy bellos, de un lirismo encantador. Entre el filme de denuncia y el melodrama social, “On the Waterfront” retrata con crudeza los bajos fondos de los muelles de Nueva York y el control que sobre los mismos tenían los sindicatos del crimen, pero por encima de todo nos habla de seres humanos, perdedores que buscan su redención y un lugar bajo el sol. El personaje Terry Malloy de Brando, y la Eddie Doyle de Eva Marie Saint, son dos seres que intentan sobrevivir al desarraigo, al fracaso, y a la desesperación. Como alguien dijo, su amor nace de dos soledades compartidas que crece en un medio de penumbra, y que camina hacia la toma de conciencia de él y al perdón, a través del amor, de ella. Kazan con su magistral dirección nos ofrece una extraordinaria película que se sustenta en la fuerza de la historia, basada en un hecho real, en un excelente guión, y en una extraordinaria dirección de actores, todos ellos maravillosos, recompensada con nominaciones a los Oscar para Lee J. Coob, Rod Steiger y Karl Malden, y con la estatuilla para Eva Marie Saint, como mejor actriz secundaria -en su brillante debut en el cine- y para Marlon Brando, como mejor actor principal, como justo premio a la que probablemente sea la mejor interpretación que jamás ningún actor ha plasmado en una pantalla de cine. La sublime secuencia de Brando hablando con su hermano -Rod Steiger- en el coche, o algunas de las secuencias pudorosamente intimistas entre Brando y Eva Marie Saint, el actor alcanza niveles insuperables. El actor del método, confirma ser el mejor actor de los cincuenta, muy de lejos. Una película recomendable.





1955 – “Guys and Dolls” (Ellos y ellas)
De Joseph L. Mankiewicz
Un musical original basado en un espectáculo de Broadway según un cuento de Damon Runyon, gran maestro de la literatura picaresca norteamericana. Nathan Detroit, interpretado por Frank Sinatra, es el organizador de las partidas más selectas de competencia de dados de Nueva York. Se apuestan 1,000 dólares con uno de los jugadores, representado por el mítico Marlon Brando, quien no es capaz de enamorar a una joven púdica que pertenece al ejército de salvación, representada por la encantadora Jean Simmons. Una película musical muy divertida en la que Brando, en otra memorable interpretación, le da una clase de actuación gratuita a Frank Sinatra. En medio de ese amor inconcluso entre Brando y Simmons, anda Sinatra, que hace destacar su personaje de truhán con buen corazón. La primera y única vez que Brando y el gran Sinatra, confrontaron talentos interpretativos. Brando fue el más grande actuando, Sinatra fue el más grande cantando. Una película con significado propio.





1957 – “Sayonara” (Sayonara)
De Joshua Logan
Película hecha a partir de la novela del mismo nombre del escritor estadounidense James Michener. Marlon Brando interpreta a un oficial de la fuerza aérea norteamericana, Lloyd Grover, que lucha contra sus propios prejuicios raciales en la relación sentimental que mantiene con una artista de variedades japonesa, Taka, durante la guerra de Corea. Como otros muchos soldados estadounidenses se enamora de una japonesa con la que desea casarse. Sin embargo, el ejército pone todos los impedimentos posibles para evitar este matrimonio. Melodrama extenso y poco memorable, aunque eficaz, que trata la problemática de la relación de pareja de distintos países, dentro de la disciplina castrense, aunque sin fuerza ni convicción. Lo mejor de la película está precisamente en la otra historia de amor, entre los dos oscarizados Red Buttons y Miyoshi Uneki, llena de sentido y emoción que acaba en un trágico harakiri mutuo. Brando no llega a realizar una buena faena y esta vez le cojea el personaje. El título deja bien claro lo que ocurre una vez vista la película.





1958 – “The Young Lions” (El baile de los malditos)
De Edward Dmytryk
Es una muy buena película con un excelente reparto para un filme bélico sobre el destino de dos oficiales de distinto bando, un norteamericano y un alemán, durante la Segunda Guerra Mundial. Creo que en esta película, su director da una particular mirada sobre conceptos como el honor y el compromiso. Tanto Brando como Montgomery brillan como auténticas estrellas en este filme algo menospreciado. “The Young Lions” ofrece al espectador una nueva forma de ver la II Guerra Mundial, Marlon Brando interpreta a un oficial alemán, que sin quererlo, se ve envuelto en un conflicto híbrido, sin sentido, obligado a hacer cosas inhumanas, Montgomery Clift interpreta a un soldado americano marginado en el campamento. Lo que trasciende de la película es su forma de relatar el conflicto, va desde la foto de Brando en Paris, hasta estar recluido en las montañas en Alemania. Para mí es una película recomendable. Dos brillantes interpretaciones.





1959 – “The Fugitive Kind” (Piel de serpiente)
De Sidney Lumet
Valentine 'Snakeskin' Xavier, protagonizado brillantemente por Brando, es un músico sureño y vagabundo de Nueva Orleáns, que con frecuencia tiene problemas con la ley, teniendo que trasladarse a otro lugar. Viajando en su viejo coche, un día se detiene en la localidad de Two Rivers, cerca del Mississippi. Allí consigue un trabajo en la tienda de Lady Torrance, una bellísima Anna Magnani, una mujer de origen italiano, con la que mantendrá una relación amorosa, aunque también se interesará por Carol Cutrere, la portentosa Joanne Woodward, una joven alcohólica lugareña que se siente atraída por él. Este filme es una nueva adaptación de una novela de Tennesse Williams, en donde, Sidney Lumet muestra el desgarro con la que la vida trata a las personas, cegándolas con el rencor y el odio. Es una película sobre perdedores, sobre personas martirizadas por su pasado, que se aíslan en la soledad para combatir todos sus temores e inseguridades. Los tres personajes principales son seres atormentados, que buscan el apoyo mutuamente para poder ver un poco de luz al final del túnel, finalmente esa sociedad sureña, tradicional, anclada en el patriarcado tan bien retratatada en sus novelas por Williams, consigue devorar a los protagonistas de la forma más cruel. Una muy buena película, con un Brando apabullante.




1961 – “One Eyed Jacks” (El rostro impenetrable)
De Marlon Brando
Tras el atraco a un banco fronterizo, Johnny Río –Marlon Brando- es traicionado por su compañero de aventuras, un tal Dad. Apresado por la policía mexicana, pasa cinco amargos años en la prisión de Sonora. Durante su estancia en la cárcel, solo un macabro pensamiento recorre la mente de Johnny Río, la venganza. 

Marlon Brando nunca pudo ser un director, era demasiado individualista como para planificar, organizar, dirigir y controlar a un equipo de cientos de personas, pero, sin embargo en esta película, su primera y última como director, realizó un desempeño muy correcto. Karl Malden y Marlon Brando ya habían trabajado juntos en varios éxitos. Si Brando está formidable, Karl Malden está inmenso.

En fin, muy buen Western psicológico, que fue el primero de la cinematografía en mostrar el mar y que paradójicamente supuso el principio del declive de Brando que no se recuperaría hasta "El Padrino", allá por los setenta. Aunque fue premiada con la “Concha de oro” en San Sebastián, en Estados Unidos no tuvo mucho éxito y es que en 1961, el Western empezaba a no interesar a mucha gente al contrario de lo que ocurrió en la década de los 40 y los 50. Recomendable de ver, básicamente por la dirección y actuación de Brando.







1962 – “Mutiny on the Bounty” (Rebelión a bordo)
De Lewis Milestone
Aunque es una interesante propuesta en su conjunto, es un remake del estupendo filme rodado por Frank Lloyd en 1935. Milestone no logra alcanzar el ropaje real de virtuosismo alcanzado por su reputado predecesor. Esta versión de la historia de la Bounty y su infame capitán William Bligh –Trevord Howard- está muy subestimada. Marlon Brando -como el heroico Fletcher Christian-, realiza una actuación tan moderada como sutil y con tantas variantes histriónicas digna de su genio. Así como el Christian de Brando, es el mejor de lejos interpretado en el cine, el Bligh de Trevor Howard suple lo que le falta en carisma y talento, con un sentido tan realista de lo que significa ser sumamente cruel que termina siendo más villano y repugnante que el propio Charles Laughton en la versión de 1935. De hecho, Charles Laughton creó un icono del capitán Bligh porque él era un actor tan inmenso e imponente como Marlon Brando, capaz de transmitir la humanidad del personaje, al punto que uno deseaba con angustia llegar a comprender su conducta reprochable. Howard no es carismático, al menos no como Laughton, y no lo necesita, pues ésta es una ejemplar fábula romántica en la cual Fletcher Christian se inmola a causa de la injusticia del mundo, con el fondo paradisíaco de los mares del sur. 

Un Brando lleno de matices, apoteósico y muy maduro. Ojo, no es de sus actuaciones descollantes, pero es equilibrada e imponente. Finalmente, el Bounty zarpa del puerto de Portsmouth en 1787. Su destino, navegar a Tahití para cargar el fruto del árbol del pan. El capitán Bligh hace todo lo que está en su mano para navegar lo más rápido posible, empleando cualquier método para mantener su férrea disciplina. Cuando llegan a la isla, la tripulación se encuentra con que ese paraíso es muy diferente del que Bligh había hecho del Bounty.









1966 - The Chase (La jauría humana)
de Arthur Penn

“La jauría humana”, es una magistral y durísima película del genial director Arthur Penn, del productor Sam Spiegel y con guión de la gran escritora Lillian Hellman (La loba, La calumnia, etc.). Tomando como base una obra de Horton Foote, Lillian Hellman realiza una dramática y fortísima historia de clarísima denuncia social, que seguro habría encantado a Lars Von Trier para su “trilogía USA”.

Penn, Spiegel y Hellman, no hubieran podido realizar su excelente película, sin contar con la colaboración de un magnífico Marlon Brando, en uno de sus trabajos mas memorables, así como con un conjunto de actores enormes (Jane Fonda, Robert Redford, Miriam Hopkins, E.G. Marshall, Robert Duvall, James fox, etc.). Y la magnífica composición musical del maestro John Barry.

La jauría humana es una tensísima cinta de crítica social que lo hace del modo frontal y sin embargo sutil de todo el cine de los 60 - 70. La película funciona como exposición de miserias humanas y luchas animales, que consigue una fuerza inaudita en sus pausadas imágenes, narradoras de una única noche en la que todas las personas de un remoto pueblo, referentes de la sociedad, serán juzgadas por su crueldad como humanos, enseñándonos la locura de lo cotidiano, lo opresivo de lo normal, lo hipócrita de sus relaciones.


Es un film que ningún cinéfilo, debería dejar de ver. Grandiosa película. Un impresionante drama claustrofóbico a vueltas con la miseria de una sociedad podrida. Una historia sencilla, pero fiel reflejo de su tiempo, exponiendo todas las miserias y vilezas de los seres humanos.







1967 – “Reflections in a Golden Eye” (Reflejos en un ojo dorado)
De John Huston
Es una muy buena película. Una excelente realización, técnicamente perfecta y con una interpretación de Marlon Brando de inusitada fuerza e interés, para muchos una de las mejores obras de John Huston. La acción transcurre en un fuerte militar situado en Georgia. Junto al cuartel viven los altos mandos entre los que están el comandante Penderton –Brando- y su esposa Leonor –Liz Taylor-. El matrimonio no tiene una buena relación, y la mujer engaña a su marido con el coronel Langdon, mientras Penderton intenta superar el trance refugiándose en el dictado de clases en la academia. 

Una película sobre la angustia. Tenso film de Huston, con el guión escrito por F.F. Coppola, sobre la vida de los altos mandos de un campo militar de entrenamiento en Georgia. El gran John Huston crea un film psicológico, una muestra de angustia desde distintos crisoles, que consigue dotando a los personajes de marcadas personalidades contrapuestas. Hace un juego de roles muy concordante y sugerente sobre todo con la pareja protagonista, Marlon Brando y Liz Taylor, un matrimonio mal llevado que convierte la convivencia conyugal en una tortura insoportable. Muy buena actuación de Brando. Demuestra también genialidad en un papel en donde se ve obligado a ceder posiciones. Muy recomendable.





1969 – “The Night of the Following Day” (La noche del día siguiente)
De Hubert Cornfield
Notable thriller norteamericano ambientado en Francia e impregnado de ese tono de cine negro francés que dio sus mejores frutos en las décadas de los 60 y 70. Tres secuestradores que se meten en el mundo del secuestro por primera vez, y cómo son novatos pues contratan a Boone, que es un sádico, frio y calculador asesino, y disfruta con el dolor ajeno, os podéis imaginar cómo acaba la peli, lo mejor es la media hora final, llena de intriga, de maldad y de sinsabores para todos, aquí nadie se salva.

Aunque no faltan algunas escenas de acción típicas del género, el film se centra sobre todo en los caracteres de los protagonistas y en las relaciones que estos mantienen durante los días que pasan juntos esperando el rescate del secuestro. Lógicamente, una película de estas características exige un nivel interpretativo de primer orden si no quiere naufragar en el fracaso. Y afortunadamente la cinta no corre ese riesgo ya que las interpretaciones son brillantes en líneas generales, con cotas magistrales a cargo de Marlon Brando y Richard Boone, e incluso de Rita Moreno ocasionalmente.

La dirección de Hubert Cornfield es eficiente, destacando también la fotografía y esa atmósfera gélida y fascinante ya apuntada anteriormente.

A destacar el sorpresivo e inesperado final que acerca el film casi al género fantástico o, al menos, al de otros títulos que entran de lleno en el.

Además, siempre es un placer disfrutar con la presencia del gran Marlon Brando.






1969 – “Queimada” (Queimada)
De Gillo Pontecorvo

Respondía Brando, el último gran Mito de la Historia del Cine, perplejo y sorprendido, después de que la prensa internacional anunciara su "resurrección" en 1972 con "El Padrino" y "El último tango en París", que él nunca había muerto, que en 1969 había realizado la que él considera su mejor interpretación en "Queimada", pero el problema era que no la había visto nadie.


Si bien es cierto que desde sus arrolladores años 50, con "Un tranvía llamado deseo", "Julio César", "Salvaje" (que ha envejecido muy mal) o "La ley del silencio", entre otras, no había cosechado ningún gran éxito comercial hasta su soberbia interpretación de Vito Corleone. En su filmografía, a la década de los 60 se le ha considerado generalmente como la de sus películas "menores".

Fieles a sus ideales políticos y sociales, el director (prestigiado por nada menos que "La Batalla de Argel") y el mismo Brando, que se profesaban admiración mutua, decidieron colaborar en este agresivo proyecto en contra del colonialismo y la esclavitud. Al final, debido a sus diferencias creativas en la construcción del personaje de Walker y a la testarudez de ambos, terminaron enemistándose y, según cuenta la leyenda, Brando amenazó a Pontecorvo con matarle si volvía a encontrárselo alguna vez. Mientras Pontecorvo quería un malo tradicional, Brando prefería pintar un hombre íntegro con un trabajo execrable; es decir, algo más humano y creíble.

En este caso, Brando fue quien tuvo razón, y lo demostró con una interpretación inolvidable, plena de matices, que sostiene con fuerza una película que contaba con actores no profesionales (entre ellos el coprotagonista Evaristo Márquez y prácticamente todos los demás extras y secundarios colombianos).

Un gran y olvidado film de Pontecorvo, aquel director que supo convertir el cine político en arte, y viceversa.







1972 – “The Godfather” (El padrino)
De Francis Ford Coppola
Sin lugar a dudas estamos ante una obra maestra, una creación absoluta, un verdadero ejercicio visual y narrativo. A "El Padrino", le cabe el honor de haber desbordado los límites del género, para convertirse en un insuperable referente humanístico, cultural y motivo principal de reflexión existencial y social. No sólo es la historia de la mafia mejor contada, sino que es un verdadero drama de la existencia familiar, en el que las armas y la muerte quedan paralizadas en un segundo plano.

Sus personajes son humanos, dotados de un realismo apasionante, transmitiendo en cada mirada o dialogo un sentimiento atrapante, que uno termina cediendo ante un inigualable retrato cinematográfico. Las grandes historias se escriben sobre el reguero de la sangre, o del miedo colectivo, o quizá sobre los corazones desolados, involucrando en su vorágine de poder, corrupción y violencia a sus propios miembros. Con esta película, el cine, tal como lo conocemos, alcanza su nivel máximo, volviéndose insuperable gracias a esta suprema y magistral composición de Puzo y Coppola de la que, más allá de los grados de perfección que alcanza, podemos sacar innumerables lecturas, inconmensurables tendencias. Una de ellas es que se demuestra, una vez más, que un guión excelente es la base de toda gran película. Otra es que, en casos como éste, las extraordinarias interpretaciones imponen con autoridad y capacidad el perfeccionamiento del género, a engrandecer aún más lo que ya de por sí es maravilloso.

Con “El Padrino” se marca un antes y un después en la historia del celuloide. Reitero, lo más grande que nos dio la historia del cine. Para entender la importancia capital de este largometraje es necesario adentrarse sin misericordia en ella y disfrutarla. Ya desde el comienzo, Coppola nos ofrece los principales rasgos de los personajes. A partir de este conjunto disímil de conductas, va transportando con suma exquisitez hacia adelante la trama, con un pulso narrativo imperturbable y con un nivel de llegada al espectador realmente insospechado. El filme cuenta con un reparto de lujo; Un genial James Caan por el temperamento y la presencia que le imprime al personaje de Santino. Un correctísimo Robert Duvall por la templanza y la acuciosidad que le otorga a Tom Hagen. Una sobria y acertada Diane Keaton por la inocencia representada en el rostro de Kay Adams. Un escalofriante Al Pacino porque es su personaje, Michael Corleone, el que sufre la mayor de las metamorfosis, efecto que se hace notar gracias una superlativa actuación, que incluso está a la altura de lo hecho por Brando. Al Pacino ya demostraba que era un actor de polendas, con mirada de hielo y gesto neutro. Un inalcanzable e insuperable Marlon Brando porque, como siempre que lo vemos, no le sobra ni le falta nada. Cada gesto, cada palabra de este magnífico y pulcrísimo Vito Corleone se ha transformado en un símbolo de la mitología cinematográfica. En la carrera de Marlon Brando ya estaba todo hecho, pero tras este filme alcanza la cumbre, y consigue la inmortalidad. Coppola y Puzo nos enseñan cómo debe adaptarse una novela a la perfección, haciendo hincapié en lo que más importa de la historia, y dejando de lado el resto.

El cineasta logra que el filme quede para siempre en nuestra memoria porque las escenas se absorben de tal manera que uno se olvida de que está viendo una película. Algo difícil de explicar con palabras. El director hace un exquisito uso de las técnicas fílmicas, rodando tiroteos y escenas de acción con total realismo, y mostrándonos todo lo que la historia tiene para dar, sin ocultar nada. También hace gala durante toda la proyección, pero sobre todo en los últimos 20 minutos, de un montaje excepcional. Nino Rota compone una banda sonora penetrante, emotiva e inmortal. Todo es sublime, perfecto y extraordinario en esta auténtica joya del cine contemporáneo. La película más importante que ha dado el séptimo arte, y el principio de la que es la trilogía más fascinante y perfecta de la historia. Para finalizar, “El Padrino” es el gran Marlon Brando, y sólo podría haber sido Marlon Brando, y sin Marlon Brando esta película no se llamaría “El Padrino”, quizás “la cosa nostra” o "Mafia”, pero jamás “El Padrino”. Desde el momento en que uno admira y ama cinematográficamente lo que ha hecho Marlon Brando y te vas familiarizando con todas las circunstancias que rodearon la vida de este hombre, no puedes reemplazarlo por ningún otro actor. Existieron y existen grandes representantes de la interpretación cinematográfica, pero nunca llegaron a la capacidad de Brando.





1973 – “Last Tango in Paris” (El último tango en París)
De Bernardo Bertolucci
Una joya inmensa de la cinematografía. Una intensidad sin treguas ni descansos. Un retrato de la moral que duda, entiende pero claudica. La sombra perfecta de la miseria humana, que es magnífica y excitante a la vez. Cuando la desesperación, el amor, el deseo y la muerte se unen. El gran Bernardo Bertolucci independiente de todo y absolutamente dependiente de Brando. Porque Brando interpreta el mejor papel de su vida luego de “El Padrino”. Sus monólogos han hecho historia y son recordados como una amalgama de guión e improvisación como solo Brando sabía hacer. Bertolucci no quería problemas con Brando y lo dejó ser él y su arraigado método. Un acierto que solo un director inteligente puede aventurarse a permitir y lograr la perfección. Aquel fue el primer acierto de Bertolucci. El segundo fue entrelazar brillantemente las tres historias del film, la del Brando hundido y desequilibrado por el suicidio de su mujer, la historia de amor superflua e inconsistente entre María Schneider y su novio, un mediocre director -sátira de Bertolucci sobre toda la industria del nuevo cine francés-, y la acción y reacción del deseo y del amor entre los dos protagonistas principales. El clímax de lo erótico con cuerpos semidesnudos y caricias sin tocarse, desde una mirada hasta una sonrisa. 

El aspecto técnico es impecable. La fotografía amarillenta y triste, el juego con la luz, y uno de los mejores montajes que se haya visto, junto con la preciosista música de saxo -el instrumento sensual por excelencia- de Gato Barbieri, redondean esta maravillosa película. La escena donde Brando le habla a su mujer “corpore in sepulto” es sensacional e inolvidable. El título del filme hace honor a la historia de los protagonistas ya que cuando los roles se cambian y es Brando el perrito, el desenlace se desencadena tras bailar ese último tango con un final tan crudo y tan bello como magistralmente rodado. Un deleite para la vista y los sentidos. Como dijo Brando, “nunca supo mejor la mantequilla”. Finalmente, algo dicho por Marlon Brando: "El último tango en Paris es un filme estupendo, autentico, vivo, solo hay en él dos o tres escenas difíciles. Lo de escabroso lo dejo para aquellos que no entienden mucho. Si la atención de buena parte del público se ha acentuado en esa dirección me parece a mí que es por culpa de unos cuantos censores de más. Eso ha hecho que se hablara de la película únicamente por esas escenas y no como uno de los más bellos filmes de estos últimos 20 años. Para mí, haber interpretado esta película ha supuesto una experiencia fundamental. 

Es un filme autentico y humano, muy humano y poético. En el contexto de la vida cotidiana casi todo es triste, escabroso, odioso, pero cierto. Lo que ocurre es que las cosas más auténticas producen incomodidad. Siempre es muy difícil hacer una obra de arte y pretender que todos nos entiendan. Hay algo interiormente en mi alma de actor, que siempre supo que ninguna película como esta fue una muestra absoluta de mi autentica personalidad. Jamás la tristeza que refleja mi personaje fue tan real, ni ningún otro film hizo despertar en mi interior tantas pasiones dormidas. Nunca volveré a filmar una película como ésta. Por primera vez en mi vida he sentido una violación en lo más profundo de mi ser”.






1979 – “Apocalypse Now” (Apocalypse Now)
De Francis Ford Coppola
La alucinante y operística realidad del horror. Dos reflexiones por delante: Es sin duda alguna, una de las obras más difíciles, complejas, arriesgadas e importantes que haya hecho el cine desde los setenta, es también, la más importante y determinante película en la carrera de Coppola, no las mejores –“El Padrino” y “El Padrino II”- sino que solo por la implicación personal y casi esquizofrénica del director en el proyecto, dos años de rodaje en Filipinas en condiciones terribles, problemas de producción, económicos etc., merece tal mención. "Apocalypse now" vale por toda una carrera cinematográfica dadas sus tremendas dificultades. Inspirado por la novela de Joseph Conrad, "El corazón de las tinieblas", Coppola y Milius idearon el denso, tremendo y soberbio guión de la película, trasladando lo que en el libro era la atracción de un marinero hacia el hombre que debe asesinar, a la guerra del Vietnam. A partir de aquí nos sumergimos en una insuperable atmósfera, recorrida por un aliento místico que la hace aún más, ser una obra única e insuperable en su género. La película tiene un arranque arrebatador, enigmático, del todo fascinante y maravilloso, la imagen superpuesta del sufrido y pensativo rostro de Martín Sheen con el zumbido adormecedor y a la vez ensordecedor de los helicópteros -jamás en una película se han empleado tan bien los helicópteros- que acaba en una explosión de fuego en plena selva. Coppola plantea la guerra de dos seres humanos contra sí mismos y su interior, algo mucho más dañino, inolvidable y obsesionante que matar a uno o doscientos charlies. Esa subida por el río es la más clara bajada a los infiernos. 

Es una obra llena de memorables secuencias, lo relevante al sonido de los helicópteros, la alucinante batalla dónde se usa napalm con el atípico capitán Duvall al mando, con dos soldados surfeando mientras caen las bombas a su lado, y un cámara de televisión lo rueda todo “in situ y sin pestañear”, la música de Wagner, la llegada a la guarida de Kurtz, etc., hace que junto a su irrechazable, maravillosa y alucinante clima de guerra, sea un espectáculo grandioso, operístico, que transmite además una magistral sensación de irrealidad dentro de tan real y plausible pesadilla. Pese a ser una película indiscutiblemente bélica tiene tal complejidad que es tanto un thriller atípico como un drama psicológico y, lógicamente, una obra meticulosa del peor cine de terror, pues es la exposición más impresionante que en muchos años se haya hecho de eso que podríamos llamar horror, sobretodo en los últimos 30 minutos. 

Una extraordinaria película, pues, hasta lo indecible, dotada de una fotografía alucinante y sublime de Storaro y una banda sonora de Carmine Coppola y el propio director que se solapan y armonizan con el resto de manera fabulosa, es una cinta escalofriante, sobrecogedora, maravillosa, quizás perfecta. Un canto a la excelencia. Al capitán Willard, un soberbio Sheen, le hacen el encargo de asesinar al coronel Kurtz, soberano y sobrecogedor Brando, que se ha desquiciado y está obsesionado con el mal. Una pequeña patrulla del ejército embarcará al capitán Willard y lo irán conduciendo río arriba hasta la apocalíptica, terrible y sórdida guarida del coronel Kurtz. Así empieza la aventura interior de Willard, un hombre harto de la guerra y al que le han encargado una misión dolorosísima, que consiste en eliminar a un notable compatriota. Willard, a medida que va investigando y recibiendo información sobre Kurtz siente hacia él una obsesionante especie de atracción y repulsión, cariño y odio, fascinación y repugnancia, que le imprime a la composición bélica una ambigüedad temeraria enriquecida por un humor reflexivo de alcance moral y filosófico, que la hacen una película irrepetible. Cuando Willard llega a la guarida de Kurtz y ve allí el apocalíptico espectáculo montado y la indescriptible idolatría que propugnan los indígenas reclutados en ese lugar hacia el ya mítico y terrible Kurtz, cree haber llegado, efectivamente, al fin del mundo, cree haberse topado con el mismísimo infierno, con una guerra más cruenta, indescifrable y siniestra que la que le tiene absolutamente agotado y harto. El infierno existe.






1995 – “Don Juan De Marco” (Don Juan De Marco)
De Jeremy Leven
Se trata de la película en que se encuentran por primera vez dos actores diferentes, casi raros, que comparten el hecho, además de ser disímiles, geniales, de estar siempre bien en películas menos graves. Johnny Depp, quien se cree Don Juan De Marco, y Marlon Brando, o mejor dicho, Don Octavio de Flores, en la figura de un psiquiatra aturdido, que a medida que Don Juan le cuenta su historia, se adentra en su particular y maravilloso mundo. La pasión del amor de Don Juan, la pasión que se desborda, que nunca llega a satisfacerse, que siempre ruega nuevos y desconocidos estímulos, la insaciabilidad, la insuficiencia de la suficiencia. Don Juan está dispuesto a saltarse cualquier ley o desafiar cualquier poder con tal de seguir su carrera inacabable. Para recordar, ese momento en que se nos muestra una foto de Brando, joven, con su padre. 

Una película agradable de ver para todos aquellos que creen en la fantasía y la imaginación como estrategias humanas para enriquecer nuestra limitada percepción de la realidad y, porque no, en una pasión terriblemente contagiosa. Finalmente, un apuesto joven se balancea sobre la estrecha cornisa de un anuncio publicitario. Está muy lejos del asfalto. Es un hombre enmascarado, que luce una vistosa capa y esgrime una espada. Afirma ser el mejor amante del mundo. Aunque ahora no le encuentra sentido a su vida y desea tener al asfalto como testigo de su cansancio. Un obesísimo Brando se trepa en una escalera de rescate y con miradas descollantes y palabras sencillas, aborta una posible desgracia. De pura densidad interpretativa, todo lo que figura a su alrededor queda atrapado por la particular fuerza de gravedad de Brando. Pese a estar secundado por unos muy inspirados Depp y Dunaway, todo lo que importa se llama Marlon Brando. Creo que allí fue donde Depp, aprendió la lección de su vida cinematográfica. Compartir algunos diálogos con uno de los mejores actores de la historia.







2001 – “The Score” (Un golpe maestro)
De Frank Oz
Una memorable película. Marlon Brando, Robert De Niro y Edgard Norton. Tres generaciones, tres sensaciones distintas. La última cinta del mejor de los actores, al lado de su posible reemplazo, y junto al reemplazo del reemplazo de Brando. Una historia entretenida, muy bien construida. Calificar de notable un thriller cuyos protagonistas sean ladrones ya es un logro. A pesar de que este género está muy visto y que incluso puede resultar manoseado, dada la cantidad de filmes de temática similar, "The score" cuenta con un argumento nada enredado, emocionante e incluso con alguna que otra sorpresa. Además, es alentador comprobar el duelo interpretativo entre dos actores excelentes de generaciones diferentes como Robert De Niro y Edward Norton, quien hace un papel de retorcido mental extraordinario. Si completamos el reparto con las breves pero significativas intervenciones de Marlon Brando y Angela Bassett, me atrevería a decir que a esta película ni le sobra ni le falta. Muy recomendable. 

Solamente un detalle. La capacidad de improvisación de Brando, a los 77 años, es una extraordinaria posibilidad que nos ofrece el DVD original de este film. Hay una escena en el bar de De Niro, en donde tienen que repetir la escena hasta 04 veces. De Niro tranquilo, dueño de su espacio. Brando con algunas copas de más, dueño de todo el espacio y extremadamente divertido. De Niro dijo sus diálogos exactamente iguales. Brando los hizo los 04 diferentes, sumados gestos, palabras, risas y hasta insultos. De Niro parecía un principiante al lado del más grande. Años de experiencia y siglos de capacidad interpretativa. Brando fue el más grande. De Niro es el mejor, sacando a Brando de la lista.


Filmografía no comentada de Marlon Brando:

1954 – “Desiree”
1956 – “The Teahouse of the August Moon”
1963 – “The Ugly American”
1964 – “Bedtime story”
1965 – “The Saboteur, Code Name Morituri”
1966 – “Sierra prohibida”
1967 – “A Countess from Hong Kong”
1968 - “Candy”
1971 – “The Nightcomers”
1976 – “The Missouri Breaks”
1978 – “Superman; the Movie”
1981 – “The Formula”
1987 - “A Dry White Season”
1989 – “The Freshman”
1992 – “Christopher Columbus; the Discovery”
1995 – “Don Juan De Marco”
1996 – “The Island of Dr. Moreau”
1997 – “The Brave”
1998 – “Free Money”



MARLON BRANDO HABLA DE MARLON BRANDO

Siempre creí que brinde más cosas espirituales que materiales. Aun así, la vida me jugo en contra infinidad de veces. Nunca fui un resentido, ni renegué de lo que me tocó, pero hubo gente que me hizo daño, porqué, quién lo podría afirmar. ¿Quién fue Marlon Brando?, ni yo mismo lo sé, quizás una persona generosa, un actor inconforme, un ser humano imperfecto, un descendiente de irlandeses, o un enamorado de las tribus indígenas menospreciadas y olvidadas, incluso existen muchos que todavía piensan en mí como un tipo rudo, insensible y ordinario, llamado Kowalski. No lo puedo evitar, me pone nervioso, siento tristeza, pero son los gajes del oficio que escogí. Es posible que no supiera hacer con mi vida algo ejemplar y me siento defraudado por eso. Cuando joven pasé momentos malos, me expulsaron de varios colegios y de la academia militar de Shattuck a los 17 años. Les argumentaron a mis padres mal comportamiento y una conducta impropia. Me daba escalofríos pensar, con solemnidad militar, que todos se comportaban bien, menos yo. No tenía alternativa, pero finalmente me beneficié con esa decisión. Encontré el camino del teatro. Estando en éste, me tildaron de ser demasiado frontal e irrespetuoso con los actores, un individualista, poco colaborador, muchas veces solitario. Me afectó mucho perder físicamente a mamá y papá en un periodo corto. Los quería con apasionamiento, eran mis padres, pese a sus debilidades alcohólicas y problemas de pareja, Se separaron, se volvieron a juntar, se volvieron a separar. Luego, con la ayuda de Jocelyn y Frances –sus hermanas mayores-, logramos que regresaran. Papá nunca llegó a entenderme, a aconsejarme, rechazó mi vocación por el arte, pero sí aceptó el de mis hermanas. Eso nos distanciaba. No soportaba que me tratara de esa manera. Nunca llegué a darme cuenta si fue un hombre bueno o malo, tal vez era sabio y no lo demostraba o yo no lo podía distinguir. Siento que viví equivocado, haciendo lo que suponía era lo correcto, pero nunca supe realmente en qué consistía lo correcto.





Me pasó con algunas de las películas en las que logré intervenir. En “Queimada”, hice la mejor actuación que jamás había pensado realizar en cinta alguna, mis esfuerzos fueron exhaustivos, pero la gente no fue a verla y la crítica la sentí ausente. Muchas veces me sucedía eso. Uno creía fervientemente en su capacidad, pero estaba equivocado. Aún sigo pensando lo mismo, fue lo mejor que hice, lo que deja en claro que soy actor y no crítico de cine. Un caso parecido sucedió con el film, “Desiree”. Era cualquier cosa, una película superficial, falsa y lúgubre, No logré jamás entender cuando me dijeron que había sido todo un éxito de crítica y taquilla. Me costaba interpretar la realidad, pero no la ficción. Me pasó algo inaudito cuando filmamos “The Wild One”, Quedé sorprendido cuando la vestimenta completa que llevaba en el filme, camiseta recortada blanca, jeans, gorra de medio lado y casaca de cuero color negro, se convirtieron de inmediato en una especie de simbolismo para los jóvenes, una alegoría de su rebelión contenida. En la película, hay una escena en la que alguien me pregunta, ¿Contra que te rebelas?, y yo le respondí, ¿Contra todo, qué es lo que quieres de mí?, en tono firme, duro y con mirada amenazante. Era mi personaje. No era yo. Pero de ahí en más, instigó a la rebelión juvenil de los cincuenta, fue un hecho inusual para todos, pero menos para aquellos jóvenes, un hecho histórico de la publicidad mentirosa. Quizás el hecho de representar al cabecilla de una banda de motociclistas poco ortodoxos y la violencia extrema fueron el detonante.





Pienso que el poder y la influencia que posee un actor de cine, son sumamente curiosos, inexplicables y hasta tontos. No aspiré nunca a ser un icono, ni lo pedí, tampoco lo tomé prestado o lo robé de alguien, sencillamente la gente me lo concedió. Pienso que por el simple hecho de ser un actor conocido, la gente te concede derechos y privilegios especiales. No te elije el pueblo, sino sus conciencias. Laslo Benedek, director del filme, me decía, eres un nuevo ídolo del cine, se visten como tú, andan todos en motocicletas, muchacho, es tú momento, debes de aprovecharlo. Al año siguiente se estrenaron “Julius Caesar”, Joseph Mankiewicz, me decía, con esta película bajarán las tensiones. Es un personaje histórico, mítico. Ese mismo año se estrenó “On the Waterfront”. Elia –Kazan-, la película y yo ganamos un premio Oscar y seguía recibiendo elogios, regalos, ofrecimientos, viviendo a mil por hora. Elia declaraba; no hay una mejor actuación hecha por un hombre en la historia del cine norteamericano. Era un horror, un verdadero absurdo, pero todos le creían. Elia fue el verdadero padrino. El día que me mostró la cinta de la película -“On the Waterfront”-, me sentí muy mal, me deprimí tanto por mi actuación, que me levanté y me fui de la sala de proyección. Aún así, los tipos de la academia me premiaron. Hay algo más confuso que esa sensación? Elia Kazan era un realizador perfecto, el mejor director cinematográfico con el que trabajé. Trabajé con muchos, todos grandes directores, Fred Zinnemann, Mankiewicz, Koster, Joshua Logan, Sidney Lumet, Milestone, John Huston, Coppola, etc. La mayoría de los actores no reconocían tener ayuda emocional de los directores, si te tocaba un papel complejo, con mucho nervio y extremadamente emotivo, Elia fue el único que conocí, que realmente no te dejaba hasta que te sentías en condiciones. Te ayudaba porque sabía las cosas que iban por dentro y cuales dejar afuera. Tenía sentimientos y te los transmitía, pero visceralmente, por instinto y no por ego. Era su forma de sentir su trabajo y de respetar el tuyo. Elia te decía anda, ensaya, y luego ven con algo que me impresione. Nunca te iba a decir si lo habías realizado bien, mal o regular. El mensaje no podía ser más claro. Allá el que no lo entendió. Kazan me dijo una vez con una seguridad espeluznante, Brando, yo ya gané un Oscar -“Gentleman's Agreement”-, esta vez lo merecíamos, -por el filme “A Streetcar Named Desire”- pero nos lo arrebataron, mala suerte, pero te prometo que ganaremos uno juntos y muy pronto. Solamente hay que ponernos a trabajar. Y así sucedió. Sabía lo que quería. No sucedía lo mismo conmigo. Si no sabes lo que quieres y eres muy sensible, eres mucho más vulnerable a que los demás te hagan sentir como un inservible, propenso a desarrollar corazas de protección, te trabas y nunca evolucionas. Con Elia, nunca me permití sentir nada, porque siempre sientes demasiado. A mí no me gustaba trabajar presionado, cuanto más libre me sentía estaba más predispuesto. Por lo tanto, a los demás también les di lo que a mí me hacía sentirme bien.





Solo una vez dirigí, en el 61, reemplazando a Stanley Kubrick, con quien tuvimos muchas diferencias -“One Eyed Jacks”-. Había tomado la dirección y además era actor en el rol protagónico. Fue infernalmente agotador. El cerebro te funciona de otra manera. Piensas por todos. Desconfías mucho. Eres el primero en levantarte y el último en acostarte. Todo lo improvisas, si no tienes la costumbre de tenerlo todo planeado. Nunca volví a dirigir. Fue un verdadero vía crucis, una odisea. El director de cine es una persona especial, con condiciones y cualidades que no tenemos los actores. Por ejemplo, Bernardo Bertolucci es extraordinario, su habilidad de percibir tus sentimientos es inmenso, una magnífica persona. Eso lo hace un mejor director. Trabajar con él es sumamente fácil. El lo hace todo sencillo. Es cierto que era una película especial, -“Last Tango in Paris”- de miradas profundas, de sensaciones raras, de piel con piel. Venía de ganar otro Oscar con “The GodFather”, con escándalo incluido. Bertolucci tenía todo claramente establecido, tanto María como yo, opinamos lo mismo al respecto. Bertolucci no tiene esa fuerza visceral que tenía Elia Kazan, pero cada quién en lo suyo, ambos eran geniales. Era un pedagogo, un motivador. Recuerdo una charla con Bertolucci a quién le gustaba mucho mi perfume, Odio el olor a perfume, pero si lo que quieres es saber su nombre, te lo voy a decir a mi manera, es el olor del tiempo que corre por la piel de un hombre que ha hecho de todo en la vida, menos ser él mismo, un ser desgraciado. Ese es el nombre. Solo me interesa de los seres vivos, una cosa y esta es, su libertad, la religión que profesan, sus derechos civiles y su lucha por conquistar sus ideales". Bertolucci respondió, entonces cada uno tiene su propio perfume. Era un italiano genial. No puedo pensar en un norteamericano que haya tomado más iniciativas en la lucha por la injusticia humana de este mundo, ni que haya criticado más que yo lo hiriente y desalmada que es ésta. Pero quién entiende, quién actúa.





Charles Chaplin, también me dirigió. Fue un hombre talentoso, un referente importante, tenía que arriesgarme. Él era un genio cinematográfico. Tenía un talento cómico sin igual. No te llegabas a dar cuenta que era un sujeto serio. Pero el filme -“La Condesa de Hong Kong”-, fue una vergüenza, para olvidarla. No tuve protagonismo alguno, era un muñeco, una marioneta. No podía ser otra cosa, porque Chaplin era un hombre imponente, y yo no iba a discutir con él, sobre que es divertido y que no. Además en los sesenta no me fue bien. No empezamos la relación ni siquiera con amabilidad. Llegué a Londres para leer el guión a solas, con tranquilidad. Chaplin nos llamó a todos y nos lo leyó. Yo sufría de jetlag -es una mezcla de cansancio y otras síntomas provocados por un viaje en el que cruza distintas franjas horarias. De hecho tiene otro nombre más científico, síndrome del cambio de franjas horarias-, y en plena lectura, no soporté su acento inglés y me puse a dormir. A veces dormir es más importante que todo lo demás. La mitad de mi vida dormí. Ese papel no era para mí. Chaplin no debería haber intentado dirigir la película; tendría que haber actuado él. Era un hombre malvado, casi sádico, lo vi torturar psicológicamente a su hijo, humillándolo, insultándolo, haciendo que se sintiera ridículo e incompetente. Sydney, -hijo de Charles Chaplin-, interpretó un pequeño papel en la película, y Chaplin no lo soportaba, se descontrolaba con él, lo acosaba constantemente. Yo le dije a Sidney, Porqué le aguantas eso al viejo, él me contestaba muy avergonzado, con las manos y el rostro sudorosos. Lo que pasa es que ya está muy anciano y tiene un problema serio con los nervios, no pasa nada, ya estoy acostumbrado. No es una excusa, pero Chaplin me recordaba lo que el inglés Churchilla decía de los alemanes, o están a tus pies o colgados de tu cuello. Chaplin intentó meterse conmigo. Yo le dije con tranquilidad, “No me vuelva a hablar nunca con ese tono”. Me volvió loco de verdad. Uno de aquellos días, a última hora, armó un escándalo por lo que yo le había dicho. Le dije que podía tomar el master de su película y metérselo en el traste. Eso lo hice después de darme cuenta que la misma era un completo fracaso. Me miró con rabia pero sintió miedo. Ese hombre, en esas condiciones no podía dirigir. Seguramente podía hacerlo cuando era joven. Pero con la reputación que tenía Chaplin, tenías que darle el beneficio de la duda. Aunque siempre debes separar lo que es un hombre con talento y genialidad, de su personalidad instintiva, son cosas diferentes. Un talento admirable, pero un monstruo como persona. No me gusta ni siquiera recordarlo. Era un hombre miserable. Muchos lo podrían afirmar. Yo era de otra época, había tenido otra formación.





Sophia Loren, si era una mujer encantadora. No había conocido una mujer como ella, todo en Sophia era grande, generoso, una auténtica estrella y una actriz extraordinaria y no eran ciertos los comentarios que se hicieron sobre las relaciones que supuestamente tuvimos en la película, aquello era una de las muchas mentiras que se decían. Nos hicimos muy amigos y ambos interpretamos nuestros papeles como humanamente pudimos, bajo la dictadura férrea de Chaplin, odiaba ese filme al igual que amaba al cantante Jacques Brel y su canción "Ne Me Quitte Pas".Cuando se hacen encuestas y los críticos se inclinan por mí como el mejor actor de todos, o lo ponen a Olivier, por haber hecho personajes clásicos, no me llama la atención, es especular sobre algo sin importancia. Para mí es un gran actor, pero de vieja escuela, grande como el infinito, él decía lo mismo de mí, pero que lo mío era más popular, más hecho para el gran público; pero de frases aprendidas con puntos y comas. Olivier, no se salía lo mas mínimo del guión y odiaba absolutamente las normas del Actor’s Studio, al que despreciaba. Me puntualizó que poseía un enorme atractivo físico y que su presencia a veces le alteró todas las coordenadas inimaginables. Hablar de los demás es perder el tiempo. Me importa poco lo que digan los demás. Han dicho de mí barbaridades e inventado mentiras, empezando por homosexual, un objeto de la farándula, hasta que no me entregaba al personaje como lo hacía tal o cuál. Yo hacía mi trabajo como mejor me parecía, no medía mi capacidad de entrega. Solo hacía lo que me gustaba. Si uno muestra menos de lo que tiene, es una posibilidad, como la es también no entregar nada o aparentar mucho sin tener nada. Las películas son experiencias muy fluidas. En una película, al final, lo que resulta es, casi siempre, diferente, mucho peor, mucho mejor, o completamente distinto de lo que se pretendía cuando se empezó. Actuaciones malísimas se pueden apuntalar, proteger y hacer que parezcan burdas o maravillosas. Siempre se está a merced del director y del montajista, y también de tus propios defectos.

Si de algo me lamento, es no haber podido filmar “Lawrence of Arabia”, porque tenía otro compromiso y cuando me la ofrecieron rompí una silla. Era una historia y un personaje que me apasionó siempre y por el que sentía un cariño especial. Una de las personas que admiré y tuve un cariño muy especial fue Marylin Monroe. Es un bello conejo blanco, perdido en una montaña de hielo, sin rumbo fijo, a pesar de su popularidad y belleza interior. Me olvidaba de su hermoso cuerpo, miraba solo su rostro. No creo que nadie pueda expresar su alma mejor que el conjunto en movimiento de sus ojos, nariz y boca. Yo la amé mucho, me necesitaba y siempre que pude me tuvo. Lo malo de ella fueron los políticos influyentes que le proporcionaban esa corte de hijos de puta que siempre la seguían a todas partes y la hacían caer en esas malditas contradicciones. Estoy totalmente seguro que la asesinaron. Hablamos el día antes de su muerte por teléfono y estaba muy feliz, ilusionada por haber sido admitida de nuevo por la Fox y con muchos proyectos, el que más ilusión le hacía, era interpretar a la protagonista de la nueva obra de Wilder, “Irma la Douce”. Es lamentable lo que hicieron, otra injusticia mas de mi contradictorio país”.





Mirando hacia atrás mi obra cinematográfica, no eliminaría nada de ella ni cambiaría mucho de ellas, si tuviera oportunidad de reeditarlas, porque uno de los lugares más horribles del mundo es la sala de montaje. Estás todo el día en un sitio oscuro repleto de humo de cigarrillos. Cuando me preguntaron si la Paramount me dio 100,000 dólares, para hablar con los periodistas, luego de estrenar “The GodFather”, les respondí que ni siquiera lo recordaba. Normalmente no concedo entrevistas porque quiero evitar que la gente me haga preguntas que pienso que no son importantes. Me preguntaron porqué yo era el actor del método. No sé ni siquiera lo que significa eso en su verdadero contexto. Solo me formaron de una manera diferente. Porqué no se lo preguntaron a Stanilavski, a Strasberg o a Elia. Kazan, que creó un cine artístico muy localista, con convenciones fáciles como el sentimentalismo y la esperanza eterna que caracteriza a la cultura norteamericana, centrando todo en la actuación de sus actores. El método de "hacer y no mostrar" como tesis de la interpretación se fue imponiendo hasta la actualidad y es uno de sus máximos aportes. Yo, en el Actor’s Studio, tenía que hacer verdaderos esfuerzos mentales para lograr una perfecta identificación con los personajes que me tocaba interpretar, cada gesto, cada inflexión bucal, cada movimiento, todo para que fueran los exigidos por la escuela. No sé porque razón, pero desde el comienzo, esto llamó poderosamente la atención de mis colegas actores y maestros. Me decían, tienes una calidad interpretativa notable, tu desdoblamiento es sorprendente, tienes todo en proporción etc. Existe una gran preocupación por la interpretación, que para mí no tiene sentido. Todos somos actores, nos pasamos el día entero interpretando. La única diferencia entre un actor profesional y un actor de la vida real, es que el profesional conoce un poco mejor el tema y cobra por hacerlo. Aunque, en realidad, la gente también cobra por interpretar. Si tienes una secretaria con una gran presencia y una buena dosis de encanto y ella lo sabe, cobrará por eso, tanto da si dispensa favores como si no, igual si es un hombre joven atractivo, con buena apariencia, para el caso es lo mismo. Supongo que no existen los misterios sino la lógica.





Esas son las cosas que me aburren de un diálogo con alguien que pregunta y se responde a sí mismo sin que yo pueda abrir la boca. Seguramente lo que hace un actor de método, es abrirse paso hasta la misma esencia del personaje y va más allá de la angustia de las entrevistas. Yo creo en mí, en mis posibilidades. Tengo fe y me auto-motivo. Creo que hice bien con mi dedicación al Movimiento por los Derechos Civiles y por los Indios Nativos Americanos No sé si Dios exista, pero creo que debe haber algún tipo de orden en el universo. Y mientras haya orden, debe haber algún tipo de fuerza en el mismo. Para mí es difícil concebir que todo es una casualidad o una confluencia de desorden que hace que el universo exista. No puedes vivir la vida pensando en que se va a terminar el mundo. Sean las circunstancias que sean, uno tiene que seguir intentando encontrarle soluciones a los problemas. Incluso si parece imposible hacerlo. No se ha inventado nunca un sistema que funcione. La religión no lo consigue, ni la filosofía, ni la ética, ni los sistemas económicos. Ninguno de los sistemas con referencia a los problemas humanos, ha funcionado jamás, aunque vivir solo de desesperación, no es posible. He oído hasta el cansancio de las ventajas y las desventajas. He escuchado a científicos decir que no sabemos bastante, que el ciclo de la vida en la Tierra tiene un equilibrio tan delicado que trascenderemos nuestras naturalezas, que parecen imparables e inmutables. Otros dicen que va a venir un gran día. Buckminster Fuller es un hombre esperanzado, cree decididamente en el nirvana del futuro cercano. Herman Kahn nos ha contado lo maravilloso que es el mundo que tendremos y la naturaleza de las luchas para llegar a ello. Alguien lo sabe. No tengo una solución para la muerte pero sí para envejecer con sabiduría. Cuanto más viejo, me he sentido más feliz, más contento, más sabio. De todas las maravillas que he oído, me parece la más extraña que los hombres deban temer; al ver que la muerte, un final necesario, vendrá cuando vendrá. Otro maravilloso discurso sobre la muerte. Prefiero recordar a Shakespeare,


“Por el amor de Dios, vamos a sentarnos en el suelo / Y a contar historias tristes de la muerte de los reyes”. “Donde rodean los templos mortales de un rey / Mantiene la muerte su corte, y allí se sienta el bufón / Que se burla de su estado, y se ríe de su pompa / Y con un pequeño alfiler / Atraviesa por el muro del castillo, y adiós rey”.





No hay comentarios:

Publicar un comentario