Un hombre
Título original: Hombre
Año: 1967
Duración: 111 min.
País: Estados Unidos.
Director: Martin Ritt.
Guión: Irving Ravetch, Harriet Frank Jr. (Novela: Elmore Leonard).
Música: David Rose.
Fotografía: James Wong Howe.
Reparto:
Paul Newman, Fredric March, Richard Boone, Diane Cilento, Cameron Mitchell, Barbara Rush, Peter Lazer, Margaret Blye, Martin Balsam.
Género: Drama.
Sinopsis:
Historia sobre los esfuerzos de un hombre de origen indio por integrarse en una sociedad dominada por los blancos.
Comentarios:
Nos encontramos en el año 1967, época en donde la casi defunción del cine de géneros tuvo su víctima más destacada con el que quizá sea más genuinamente cinematográfico: el western. Con las nefastas influencias del spaghetti italiano y la progresiva desaparición de los grandes especialistas en el mismo sus diferente muestras fueron adentrándose en un autentico callejón sin salida.
En medio de esa coyuntura se rueda esta producción de la Fox aparentemente extraña pero en el fondo más convencional de lo que pudiera parecer, en la que Martin Ritt en buena medida quería reverdecer los laureles de la ciertamente brillante Hud (1963) y la aún muy cercana en su filmografía y a mi juicio mediocre Cuatro confesiones (The Outrage, 1964). De la primera retomaría esa extraña relación de amor – odio entre el personaje protagonista -interpretado en ambos films por Paul Newman- y una mujer de fuerte personalidad (Patricia Neal en Hud, Diane Cilento en Un hombre),- mientras que del ciertamente poco distinguido remake del Rashomon (1950) de Akira Kurosawa asumía ese gusto por lo exótico y un alcance discursivo que impregna buena parte de ambos títulos.
Entremedias de ambos, ciertamente Un hombre (Hombre, 1967) no alcanza a mi juicio la fuerza de Hud, pero sí está muy por encima de la citada Cuatro confesiones y en su conjunto se define como un conjunto en el que quizá sus dos principales rasgos a destacar serían su atmósfera claustrofóbica –algo especialmente interesante si tenemos en cuenta que en su mayor parte está rodado en exteriores-, y por otro lado el aliento nihilista que se centra en la figura del protagonista, pero que se extiende en varios de sus otros personajes. John Russell (Paul Newman) es un blanco criado en el seno de una tribu de apaches de Arizona.
Tras la muerte de su padre ha heredado una vieja mansión que se dispone a vender, tomando contacto allí con la que ha sido su administradora –Jessie (Diane Cilento)-. Russell es un joven tan curtido como escéptico ante el mundo en el que su educación dentro de la raza india le ha hecho mantener un considerable desprecio hacia la raza blanca al comprobar el rechazo que de hecho estos han mantenido hacia los indios. Una vez llega hasta su nueva propiedad rápidamente la vende por una manada de caballos y junto a un grupo de viajeros se dirige de regreso en una diligencia. En el trayecto de nuevo podrá comprobar el desprecio que se tiene sobre su raza de adopción, especialmente por personas aparentemente educadas y que en realidad deberían demostrar una mayor sensibilidad hacia el tema –el matrimonio formado por el Dr. Favor (Fredric March) y su esposa, la arrogante Audra (Barbara Rush)-.
John Rusell desprecia su propia raza; íntimamente no se siente blanco, sino indio, y rechaza la soberbia e hipocresía que en su opinión caracterizan la civilización de los blancos. Sin embargo, las circunstancias le fuerzan a compartir viaje con un grupo de blancos, y en última instancia, a salvarlos de una muerte segura. Resulta sumamente interesante la contraposición entre las mentalidades de sus compañeros de viaje y la suya, diferencias que le convierten en un ser aparte, incomprendido, y en apariencia, insensible. Además del carácter del protagonista, Ritt nos ofrece un maravilloso muestrario de personajes, todos ellos interesantes y movidos, según el caso, por sentimientos de avaricia, amistad, temor, rechazo y solidaridad. De hecho, Rusell tendrá que inclinarse, llegado el momento, por uno de estos sentimientos, y esa decisión le definirá como hombre.
Lo mejor de la película es, sin duda, el guión, que además de ágil, se muestra siempre irónico, "afilado", y retrata a la perfección el carácter de cada personaje; en este sentido, hay que destacar la labor de los actores, desde un estupendo Newman hasta el último de los secundarios, si bien me resultaron especialmente atrayentes los personajes interpretados por Diane Cilento (una mujer de armas tomar, llena de sabiduría y atrevimiento) y Richard Boone (malo malísimo). Súmese a ello una buena labor de cámara y fotografía, un buen ritmo narrativo y sólo queda disfrutar de esta obra singular y original, que nadie debería perderse.
En ambos planos es una cinta lograda:
A nivel acción es un filme que te mantiene atento a las circunstancias narradas, el argumento no se torna nunca previsible y por momentos se vuelve lo bastante atractivo como para dar por resultado una cinta intensa y entretenida.
A nivel drama reflexivo sobre los prejuicios y las peleas de ideas que existen entre blancos e indígenas también resulta interesante, porque es un filme que aborda de manera inteligente y sin tomar partido por ninguna de las partes involucradas. Ése es un mérito grande de los guionistas aquí, que critican tanto a unos como a otros, ya que hay partes compartidas en esa siempre vigente discrepancia entre los distintos estilos de vivir y pensar de ambos bandos.
Es un western sumamente interesante, el cual además de plantear el típico entretenimiento característico de este género (caravana con dinero que es asaltada por bandidos, traiciones, emboscadas, tiroteos, etc) también se busca hacer reflexionar al espectador acerca del tema de la discriminación por prejuicios, el individualismo, la dignidad de la persona humana y la eterna lucha entre los hombres “blancos” y los indígenas.
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Excelente guion e interpretacion. Se desarrolla en el oeste, pero la trama humana es universal. La recomiendo ampliamente.
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