lunes, 8 de febrero de 2016

Stagecoach (La diligencia) - (1939) - (Director: John Ford)





La diligencia


Título original: Stagecoach


Año: 1939


Duración: 99 min.


País: Estados Unidos.


Director: John Ford.


Guión: Dudley Nichols (Historia: Ernest Haycox).


Música: Varios (canciones populares americanas siglo XIX)


Fotografía: Bert Glennon.


Reparto:


John Wayne, Claire Trevor, Thomas Mitchell, Andy Devine, George Bancroft, Donald Meek, Louise Platt, John Carradine, Berton Churchill, Tom Tyler, Tim Holt.


Género: Western.


Sinopsis:


En La diligencia, un forajido llamado Ringo Kid comparte viaje en diligencia con otros variopintos compañeros: Dallas, una prostituta a la que han echado del pueblo; Hatfield, un jugador; Boone, un médico borrachín; Peacock, un viajante de whisky; Gatewood, un banquero; la señora Mallory, que está embarazada; el sheriff Curly y conductor Buck. El trayecto va desde Tonto hasta Lordsburg, a través del desierto de Arizona, con la constante amenaza de los indios, ya que el indio Gerónimo ha huido de la reserva y se alzado en armas. Las relaciones entre los viajeros son tensas. De repente, cerca de su destino, los apaches les atacan en medio de una llanura.


Premios:


1939: 2 Oscars: Mejor Actor de Reparto (Thomas Mitchell), bso (adaptada). 7 nominaciones.


1939: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor director.




COMENTARIOS:


“John Ford fue mi maestro. Mi estilo no tiene nada que ver con el suyo, pero La diligencia era mi película de cabecera. La he visto más de cuarenta veces”. Orson Welles.

“Me sacaba de quicio. Habría querido asesinarle. Pero Ford sabía lo que se hacía […] Sabía que me sentía avergonzado de ser un vaquero de serie B en medio de esas grandes estrellas”. John Wayne.





Una de las grandes obras maestras de John Ford, considerado como el mejor realizador de la época dorada de Hollywood. El papel de Ringo Kid fue clave en la carrera de John Wayne, que se convirtió en la estrella por excelencia del género. La diligencia consiguió dos Oscar en 1939, relativos a la mejor música original y al mejor actor secundario, Thomas Mitchell. Todavía hoy resulta antológica la escena del ataque de los apaches, de una planificación y ritmo impresionantes.

Ford y Merian C. Cooper, reclutaron –además de Wayne– a un grupo de actores de carácter que incluía a Claire Trevor, Andy Devine, John Carradine y al actor de teatro y guionista Thomas Mitchell, que ese mismo año encarnó al padre de Scarlett O’hara en Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939) y que acá representó a Josiah Boone, el médico alcohólico que es expulsado del pueblo por su conducta. Su actuación fue premiada con un Oscar como actor secundario.





El gran John Ford junto a los escritores estadounidenses Ernest Haycox ("Unión Pacífico (1939)") y Dudley Nichols ("Por quién doblan las campanas (1943)") serían los encargados de realizar este clásico indiscutible del género western, y porque no decirlo, del séptimo arte en general. El argumento del film nos narraría las vivencias de una serie de personas que comparten una diligencia durante su trayecto de Arizona al pueblo de Lordsburg y el ataque que sufrirían éstos por parte de un grupo de salvajes apaches liderados por el mítico Gerónimo. Lejos de ser una película puramente centrada en deleitarnos con memorables momentos de acción, el film de Ford se caracterizaría por describir a la perfección a cada uno de los personajes que componen la historia al mismo tiempo que nos mostraría de manera crítica los conflictos personales y sociales que surgen entre ellos. 




Entre ese grupo de variopintos personajes que forman la diligencia, nos encontraríamos con el fugitivo Ringo Kid (interpretado por un joven John Wayne en pleno ascenso al estrellato y que aquí iniciaba su más que exitoso vinculo profesional con John Ford), el antihéroe de la historia que intentará desplazarse a Lordsburg con la única intención de vengar la muerte de su padre y hermano a manos de los hermanos Plummers, a la prostituta Dallas y la mujer que abrirá el corazón de Ringo (papel representado por Claire Trevor, también conocida como "La reina del cine negro" por la infinidad que películas que interpretó de este género cinematográfico y que en este film sería de las mejores pagadas dentro del reparto de actores), al carismático y borracho doctor Boone (genial interpretación de Thomas Mitchell por la cual obtendría el Óscar de mejor actor de reparto) y al pistolero y jugador de cartas Hartfield donde John Carradine (visto en otros clásico de John Ford como fueron "Las uvas de la ira (1940)" o "El hombre que mató a Liberty Valance (1962)") se encargaría de dar vida.




La diligencia es ante todo el análisis de la conducta de un grupo humano diverso, puesto en una situación extrema que no eligieron, y de la que saldrán o purificados o maltrechos, en una suerte de purgatorio terrenal del que algunos ascienden a la gloria y otros caen al infierno. La situación límite que Ford propone es un viaje en coche entre las poblaciones de Tonto y Lordsburg, atravesando territorio que Gerónimo, jefe apache, domina. Los ocupantes de la diligencia saben del peligro que corren, pero todos tienen motivos más o menos sólidos para arriesgarse a viajar. Y aquí viene lo que hace a este filme una obra maestra: cada uno de los pasajeros tiene un prototipo social muy característico –un auténtico microcosmos del lejano oeste– que es presentado tanto con valores positivos como negativos. 

Entre sus escenas hago mención la trepidante persecución de los apaches tras la  diligencia o el duelo final de Ringo Kid con los hermanos Plummers. Cabe destacar las bellas imagenes del Monument Valley, legendario valle visto infinidad de veces en las películas del Oeste y que el director de fotografía Bert Glennon lo resaltaría perfectamente en este film. Como curiosidad, el mítico productor David O.Selznick ("Lo que el viento se llevó (1939)") estuvo inicialmente interesado en hacerse cargo de esta obra con la presencia de Gary Cooper y Marleene Dietrich en los papeles de Ringo Kid y Dallas respectivamente.




Epilogo de John Ford:
 
“Una vez estaba hablando con Frank Nugent de esta película y me dijo: —Lo único que no entiendo, Jack, es por qué los indios no mataron a los caballos que tiraban de la diligencia. 

—Probablemente eso fue lo que sucedió en la realidad, Frank, pero si lo hubiéramos hecho así, se habría terminado la película, ¿no? –contesté”. 

Trece años y treinta y dos películas requirió John Ford para volver a dirigir un wéstern, luego del estreno en 1926 de Tres hombres malos (Three Bad Men), un complejo filme mudo que protagonizaba George O’Brien. En la transición al cine sonoro, Ford continuó implementando su particular y directa forma de hacer cine, un estilo que fue reconocido con el dorado galardón de la Academia de Hollywood por El delator (The Informer, 1935), un excelente drama de rebelión y principios morales situado en la Irlanda de sus mayores. Según la novela de Liam O’Flaherty, adaptada por Dudley Nichols, la cinta obtuvo cuatro premios Oscar y situó a su director en el centro de las miradas del cine mundial. Pero lo mejor faltaba aún por llegar. 






En 1937 John Ford tiene cuarenta y dos años y a través de Patrick, su hijo, se entera de un cuento, “Stage to Lordsburg”, de Ernest Haycox, que la revista Collier’s Magazine publicó en abril de ese mismo año. Ford adquirió los derechos del texto por siete mil quinientos dólares (de la época), pensando que el material era lo suficientemente bueno para volver a hacer un wéstern. Pero en la génesis del guión –que escribiría de nuevo Dudley Nichols, con ayuda de Ford– también hay ecos de la novela de 1892 The Outcasts of Poker Flat de Bret Harte, y de la recordada Bola de sebo de Guy de Maupassant, cuya parábola moral no dejaba de resonar en la cabeza de Ford. Anotaba Joseph McBride en su libro Tras la pista de John Ford que: “Ford admitió que ‘Stage to Lordsburg’ podía servir como armazón de una historia moral similar [a la de Bola de sebo] sobre la hipocresía burguesa americana, para un wéstern extremadamente sofisticado y provocador que podía permitirle volver con estilo al género que más le había gustado siempre”. La mezcla de todos estos elementos se conjuga aquí en una historia perfectamente construida, que el genio de este director se encargará de convertir en imágenes tan inmortales como entretenidas.





En ese entonces Ford estaba bajo un contrato flexible con la Fox que le permitía hacer algunas películas por fuera del estudio, considerando además que pensaban extenderle dicho contrato. El director había hecho un acuerdo con su amigo Merian C. Cooper –de Pioneer Pictures– para hacer dos películas por ochenta y cinco mil dólares de salario cada una, previo a que este estudio se fusionara en 1936 con Selznick Internacional Pictures (SIP), que de inmediato pasó a ser dueño de ese contrato… y de la oportunidad de tener a John Ford bajo sus alas. Sin embargo, Ford no quería trabajar para David O. Selznick y logró “escurrírsele” un buen tiempo. Al final terminaría proponiéndole emprender el proyecto de La diligencia. Pese a ello Selznick no quería hacer un wéstern, no estaba de acuerdo con los protagonistas que Ford y Cooper pretendían (él aspiraba a que Gary Cooper y Marlene Dietrich fueran los escogidos) y no le gustaba que fuese Ford el que hubiera sugerido el proyecto y no él, insistiendo en que la SIP “debe seleccionar la historia y vendérsela a Ford en vez de escoger él alguna mascota suya poco comercial”.


 "John Ford"


Incapaces de llegar a un acuerdo sobre esta película, Merian Cooper –que en ese momento era vicepresidente y productor ejecutivo de la SIP– desbarata el trato con Selznick y con él también se va Ford. Cooper recordaba el episodio: 

"Estuvimos discutiendo toda la mañana, pero [Selznick] no podía convencerme ni él hacerme cambiar de opinión a mí, de modo que tuve que resignarme. 

[…] Perdí el dinero y los contratos a largo plazo en lo que para mí fue una cuestión de honor. Después de marcharme, Jack [Ford] le dijo a David que había firmado un contrato privado conmigo para hacer La diligencia independientemente de la productora que lo financiara, de modo que él también se marchó".




Juntos formarán posteriormente Argosy Pictures, pero por ahora no tienen cómo financiar su proyecto. Después de tocar sin éxito las puertas de la Fox (el jefe de producción, Darryl F. Zanuck, se negó a leer el guión), Columbia (Harry Cohn le exigía dirigir además una adaptación de Golden Boy de Clifford Odets), MGM, Paramount y Warner, que desconfían, como todos, del potencial del género del far west –relegado en ese entonces a la serie B y a los vaqueros cantantes, cómicos, con películas que apuntaban al público infantil y juvenil– Ford le propone al productor independiente Walter Wanger que aporte doscientos cincuenta mil dólares para hacer un nuevo filme, que sería distribuido a través de United Artists. En marzo de 1939 Ford presentaría La diligencia (Stagecoach, 1939) y a partir de ahí el western nunca sería igual.





Con este filme Ford da la bienvenida al wéstern sonoro, a los paisajes apocalípticos y majestuosos del Monument Valley en sus películas, y a su asociación con un actor de treinta y dos años, oriundo de Winterset, Iowa y cuyo nombre era Marion Michael Morrison: sin embargo, el mundo del cine lo conocía como John Wayne. Wayne y Ford venían trabajando juntos desde 1928, interpretando aquel pequeños roles en sus películas mudas, pero a pesar de su amistad con el director, no había tenido oportunidad de hacer un papel significativo en algún filme suyo. A partir de La diligencia, donde interpretó al fugitivo Ringo Kid, Wayne se convertiría –a veloz paso– no sólo en una estrella del cine, sino en un símbolo nacional de los Estados Unidos. 

“Ford lo había descubierto; ahora se dedicaba a dar a Wayne la forma de un héroe de película, un personaje lo bastante grande como para servir de campo de batalla para los deseos conflictivos de la civilización”,  escribe Scott Eyman.





(Parte del texto publicado en Tiempo de cine por Juan Carlos Gonzalez)


Vídeos:





Calificación: 6 de 6.

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