Quince balas
Título original: Fort Dobbs
Año: 1958
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos.
Director: Gordon Douglas.
Guión: George W. George,
Burt Kennedy.
Música: Max Steiner.
Fotografía: William H. Clothier.
Reparto:
Clint Walker, Virginia
Mayo, Brian Keith, Richard Eyer, Russ Conway, Michael Dante, John Cliff, John
McKee, Bud Osborne.
Género: Western.
Sinopsis:
Después de haber esquivado a un pelotón, un
hombre perseguido rescata a una mujer y a su hijo de un ataque comanche. Luego
los escolta hasta un fuerte de la caballería de los EE.UU. Pero, antes, durante
el viaje surgen problemas porque la mujer sospecha que su salvador es el
responsable de la muerte de su marido.
COMENTARIOS:
'Una cosa por separado puede dar una determinada
impresión, pero la conjunción de todas las piezas proporcionan una mirada
precisa'. Los espectadores y los personajes tomarán constancia de tal frase a
lo largo del trayecto dramático de 'Quince balas' (Fort Dobbs, 1958), de Gordon
Douglas. Gar (Clint Walker) lo comprenderá al inicio, aunque para él es en
cierta medida un final, pero ni los espectadores ni otros personajes lo sabrán,
ni tendrán la visión de conjunto, de todas las piezas, hasta el final.
Mientras, ese fuera de campo que es incógnita será interpretado de otro modo
porque cada pieza, cada hecho, por separado puede dar una determinada
impresión, que bien puede ser errónea.
Esta idea ya está condensada sutilmente a través del uso del fuera de campo, en las primeras secuencias. Gar llega a un pueblo, acompañado de una nube de polvo (como la que puede cegar el discernimiento, a él, y otros personajes). Mira en el interior de un saloon; no vemos el interior, sólo su mirada, tensa (el sheriff le pregunta qué busca; contesta que busca a alguien para matarle); en las afueras del pueblo, entra en una cabaña; se escucha un intercambio de disparos; elipsis: le vemos cabalgando; no sabemos a quién ha matado ni por qué. Incógnitas que quedan en suspenso. El fuera de campo se estirará cual cuerda elástica que se tensa gradualmente durante el trayecto narrativo que será itinerante en sus dos primeros tercios, como algunos de los espléndidos westerns de Budd Boetticher, 'Seven men from now' (1957) 'Ride Lonesome '(1958) o Comanche station' (1960), con los que comparte guionista, Burt Kennedy (aquí junto a George W George). (El cine de Solaris)
Esta idea ya está condensada sutilmente a través del uso del fuera de campo, en las primeras secuencias. Gar llega a un pueblo, acompañado de una nube de polvo (como la que puede cegar el discernimiento, a él, y otros personajes). Mira en el interior de un saloon; no vemos el interior, sólo su mirada, tensa (el sheriff le pregunta qué busca; contesta que busca a alguien para matarle); en las afueras del pueblo, entra en una cabaña; se escucha un intercambio de disparos; elipsis: le vemos cabalgando; no sabemos a quién ha matado ni por qué. Incógnitas que quedan en suspenso. El fuera de campo se estirará cual cuerda elástica que se tensa gradualmente durante el trayecto narrativo que será itinerante en sus dos primeros tercios, como algunos de los espléndidos westerns de Budd Boetticher, 'Seven men from now' (1957) 'Ride Lonesome '(1958) o Comanche station' (1960), con los que comparte guionista, Burt Kennedy (aquí junto a George W George). (El cine de Solaris)
Ponerse a echarle un vistazo a la filmografía de
Gordon Douglas es encontrarse con verdaderas maravillas, y ésta es una de
ellas. Ya desde el principio podemos ver el gusto del
director por la imagen. No hay nada más interesante que ver a un hombre montado
a caballo atravesando el pueblo y que no va en busca amigos precisamente. Me
recuerda al principio de "Cazador de forajidos", de Anthony Mann,
director del cual guarda bastante parecido.
El western es el género por antonomasia del cine.
No existe ninguna categoría fílmica que ostente una riqueza temática tan
diversa, pudiendo abrazar sin ningún complejo los arquetipos del drama
psicológico, la comedia disparatada, el cine negro, el melodrama, el cine de
acción, el bélico y el romance, ofreciendo resultados que van más allá del puro
entretenimiento para tocar el cielo fílmico a través de historias inspiradas en
las obras Homéricas y en las tragedias del siglo de oro. El espíritu de
conquista, la traición, los celos, la locura, el racismo, el instinto de
supervivencia en condiciones de extrema adversidad, el honor, la batalla entre
el bien y el mal, y la dignidad son rasgos característicos de las películas del
oeste.
Quince balas –estrafalaria traducción del
original Fort Dobbs- se sitúa temporalmente en la época en la que el western
empezaba a mezclar los fundamentos clásicos -en clara decadencia- con los
paradigmas del western crepuscular que acabarían triunfando en los años sesenta.
Los nuevos directores prestaban una mayor atención a la figura del pistolero
solitario y antisocial que perseguido por el peso de su pasado acabará expiando
sus perniciosos actos después de emprender un revelador viaje en compañía de
los miembros de una pionera comunidad o de los miembros de una pequeña familia
que enderezarán el azaroso camino del héroe Shakesperiano.
La cinta se beneficia de la tajante dirección del siempre vigoroso Gordon Douglas que ya se había asentado plenamente en el género con títulos como Solo el valiente, La novia de acero y Grandes horizontes y que posteriormente pondría la guinda con las míticas Río Conchos y Chuka y de un guión exento de efectismos literarios y basado principalmente en los recursos de la acción y aventura visual del mítico Burt Kennedy, guionista que posteriormente desarrollaría una espléndida carrera como director. La magnífica Quince Balas presenta las principales señas de identidad de los westerns de Douglas caracterizados por un uso muy seco y explícito de la violencia, la prevalencia de imágenes sobre diálogos, una fotografía que resalta la belleza del paisaje, el culto al individualismo, la amenaza india -es uno de los directores con mayor presencia de cargas y matanzas indias- y final en un fuerte en el que asistiremos a una cruenta batalla entre el hombre blanco y una horda de indios hambrientos de sajar las caucasianas cabelleras de sus contrincantes (en las que no siempre el hombre blanco sale victorioso).
La cinta se beneficia de la tajante dirección del siempre vigoroso Gordon Douglas que ya se había asentado plenamente en el género con títulos como Solo el valiente, La novia de acero y Grandes horizontes y que posteriormente pondría la guinda con las míticas Río Conchos y Chuka y de un guión exento de efectismos literarios y basado principalmente en los recursos de la acción y aventura visual del mítico Burt Kennedy, guionista que posteriormente desarrollaría una espléndida carrera como director. La magnífica Quince Balas presenta las principales señas de identidad de los westerns de Douglas caracterizados por un uso muy seco y explícito de la violencia, la prevalencia de imágenes sobre diálogos, una fotografía que resalta la belleza del paisaje, el culto al individualismo, la amenaza india -es uno de los directores con mayor presencia de cargas y matanzas indias- y final en un fuerte en el que asistiremos a una cruenta batalla entre el hombre blanco y una horda de indios hambrientos de sajar las caucasianas cabelleras de sus contrincantes (en las que no siempre el hombre blanco sale victorioso).
Sorprendente es el rol de pistolero honesto y
antisocial interpretado por el hierático Clint Walker, un actor cara de palo
radical. Su negada actitud para dotar al personaje de contenido dramático viene
muy bien a la historia, obsequiando al protagonista de un carácter autómata que
le origina dificultades para establecer relaciones espontáneas con sus
semejantes. En el papel femenino nos encontramos a la guapísima Virginia Mayo
en uno de sus últimos grandes papeles, e igualmente la cinta cuenta con la
presencia del siempre solvente Brian Keith en el papel del villano comanchero
antagonista del héroe de la historia. Como grata sorpresa Gordon Douglas
resuelve introducir en la historia a un
niño (muy habitual en los westerns de los cincuenta gracias al enorme éxito de
Raíces profundas) que establecerá una relación de amistad cuasi paterno filial
con el pistolero. El actor encargado de interpretar al infante no es otro que
Richard Eyre, o lo que es lo mismo el genio de la lámpara de la mítica Simbad y
la Princesa.
Es muy destacable la espectacular fotografía en
blanco y negro embellecedora de los
salvajes parajes de Arizona. De enorme nostalgia para los cinéfilos amantes del
cine de John Ford resultan las escenas rodadas en los legendarios peñascos y
promontorios de Monument Valley, fácilmente reconocibles por su extrema belleza
y característica apariencia. De una violencia seca, dura, gran belleza
paisajística, ritmo aventurero y tremendamente entretenida, Quince Balas es una
joya escondida del western clásico poseedora de un claro lirismo clásico que
convive con los nuevos esquemas rupturistas en los que la aventura impera sobre
la idealización del oeste como paraíso mítico dominado por el hombre
blanco. Una cinta que demuestra que el
western es un género inagotable que siempre nos puede sorprender con muestras
enterradas de su singular y magistral arte. (Cine maldito)
Magnífico western.
Trailer:
Calificación: 5 de 6.
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