Golfus de Roma
Título original: A Funny Thing Happened on the Way to the Forum
Año: 1966
Duración: 99 min.
País: Reino Unido.
Director: Richard Lester.
Guión: Melvin Frank, Michael Pertwee (Obra: Burt Shevelove, Larry Gelbart).
MúsicaKen Thorne
Fotografía: Nicolas Roeg.
Reparto:
Zero Mostel, Phil Silvers, Buster Keaton, Michael Crawford, Jack Gilford, Annette Andre, Michael Hordern, Leon Greene, Roy Kinnear, Alfie Bass, John Bluthal, Pamela Brown, Patricia Jessel, Beatrix Lehmann, Frank Thornton, Peter Butterworth, Ingrid Pitt.
Género: Comedia musical.
Sinopsis:
Cuando un astuto esclavo, mentiroso, perezoso, ocurrente y tramposo descubre que el hijo de su amo está enamorado de una joven virgen, le ofrece su ayuda para conquistarla si a cambio le concede la libertad. Pero los amoríos se ven obstaculizados por asombrosas sorpresas, ingeniosos disfraces y una alocada carrera de cuadrigas.
Premios:
COMENTARIOS:
“Golfus de Roma”, un título que provocó en mi juventud un entusiasmo sin precedentes, una versión al cine del musical que se había representado en Broadway unos años antes con gran éxito.
Se trata de una versión muy libre de la comedia Pséudolo, de Plauto, cuyo papel protagonista interpretó, tanto en el teatro como en el cine, Zero Mostel. En un principio, el papel le había sido ofrecido a Phil Silvers, que lo rechazó.
Cuando el musical fue llevado a la pantalla, aceptó un papel secundario reconociendo su error inicial y colaborando así en el éxito de su amigo Zero Mostel. De todos modos, el papel de Phil Silvers fue ampliado y su nombre apareció en el mismo tamaño y junto al del protagonista. La película tiene un poderoso aliciente extra y es la presencia del genial Buster Keaton, en uno de sus últimos papeles.
Dirigida por un Richard Lester en plena forma tras sus delirantes experiencias con The Beatles (¡Qué Noche la de Aquel Día! y ¡Help!), el hombre supo otorgarle un ritmo vertiginoso y milimetrado a las experiencias vodevilescas vividas en una barriada romana por Pseudolus, un pícaro esclavo que, a cambio de su libertad, intentará conseguir para el hijo de sus propietarios a una cortesana virgen por la que éste siente una fuerte atracción amorosa. Y he aquí cuando el tal Pseudolus hace del engaño y la mentira todo un arte. Nada se le escapa de las manos. A cada bache busca nuevas soluciones, a cual más alucinada. A pesar del descontrol y de los numerosos imprevistos, el tipo siempre encuentra una salida de emergencia para seguir a delante, aunque sea a trancas y barrancas: camina desvergonzadamente sobre una débil maroma para llevar a cabo su plan, constantemente a punto de desplomarse al vacío; riza el rizo con una desfachatez asombrosa y, con sus improvisados parches, aún hace más difícil la situación creada. Toda una forma de vida.
Zero Mostel es Pseudolus, alma mater de un film al que en España nunca respetaron su larguísimo título original (A Funny Thing Happened on the Way to the Forum). Siempre al límite de la sobreactuación y sorteando a cada segundo el caer de lleno en ella, el actor convierte a su peculiar y gesticulante esclavo en uno de los personajes más emblemáticos de la comedia de los años 60. A su lado, y componiendo una fauna irrepetible de personajes, gente de la talla de Buster Keaton (el anciano Erronius que debe dar 7 vueltas a las colinas de Roma para deshacer un falso embrujo), Phil Silvers (el estresado propietario del lupanar del lugar) o un jovencísimo Michael Crawford (el enamoradizo y tontainas Hero) muchos años antes de convertirse en El Fantasma de la Ópera sobre los escenarios londinenses.
Tres son las casas que dominan la acción y, ante todo, su cuidada escenografía. En el centro, la casa del calentorro Senex, padre de Hero y casado con una mujer altiva y dominante; a su izquierda, la de Erronius, casi siempre vacía debido a las interminables caminatas de su propietario y, a su derecha, la de Marcus Lycus, un prostíbulo que pronto se convertirá en el centro de atención de una legión romana en busca de compañera para su soberbio centurión.
Yeguas sudadas, eunucos, impostores, gafes, putas, soldados engreídos, mujeres que en realidad son hombres, saltimbanquis, persecuciones de cuádrigas... El enredo en toda regla. Hay de todo en la villa del crápula Pseudolus, incluidas música, canciones y coreografías no muy al uso. Pero, ante todo, numerosas puertas que se abren y se cierran, un exceso de confusiones y un sinfín de lumbreras desfilando y desapareciendo ante cámara. El ilusionista, sin embargo, tiene nombre propio: Richard Lester.
Noventa y nueve minutos a los que no les sobran ni un solo segundo. Todo está en su sitio, perfectamente cuadrado. Un buen ejemplo de ello son sus magníficos títulos de crédito finales, desde el principio consigue arrancar risas, que no decaen hasta los créditos finales....una maravilla intemporal.
Tráiler:
Calificación: 4 de 6.
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