La burla del diablo
Título original: Beat the Devil
Año: 1953
Duración: 89 min.
País: Estados Unidos.
Director:
John Huston.
Guión:
Truman Capote.
Música: Franco Mannino.
Fotografía: Oswald Morris.
Reparto:
Humphrey
Bogart, Gina Lollobrigida, Jennifer Jones, Robert Morley, Peter Lorre, Edward
Underdown, Ivor Barnard, Marco Tulli.
Género: Aventuras.
Sinopsis:
Cuatro
estafadores recalan en un pequeño puerto Italiano junto al norteamericano Billy
y su esposa Maria, que les sirven de tapadera. Mientras esperan la reparación
del barco, en el que van a viajar a África, le aclaran a Billy el verdadero
motivo de éste viaje, adquirir unas tierras en las que hay depósitos de uranio.
Durante la estancia en el pueblecito Italiano, Billy y María, conocen a
Gwendolen y a su marido Harry. Ciertos comentarios de Gwendolen sobre unos
yacimientos de uranio, hacen sospechar a los aventureros que su proyecto corre
peligro.
COMENTARIOS:
”Hacer esta película fue como
correrse una juerga” (John Huston)
"Hay
películas de Huston que no se pueden ver ni tan siquiera con un mondadientes
bloqueando los ojos. Una que recuerdo es la Burla del diablo, filmada en Italia
con Humphrey Bogart y Jennifer Jones. Creo que la rodaron a través de botellas
de vino y no con lentes" (Jack Wagner)
Dicen
de las aventuras que, al fin y al cabo, lo que importa de ellas no es tanto su
resultado como todo lo que ocurre en su transcurso, y cómo eso nos cambia para
bien o para mal.
Eso
mismo es lo que ocurre en “La burla del diablo”. A su término nos damos cuenta
de que los negocios que los diferentes personajes soñaban con emprender en el
continente africano no constituían sino una excusa de ese explorador del alma
humana llamado John Huston para realizar un completo y complejo retrato
psicológico de cada uno de ellos, unidos tal vez más por sus ambiciones
personales que por el pequeño pueblo costero donde se conocen.
La avaricia se presenta a través del ente cuatricéfalo Morley-Lorre-Tulli-Barnard; los delirios de grandeza y el afán de protagonismo son las notas que mueven a la rubia Jennifer Jones, si bien es verdad que estas se ven diluidas en una personalidad esencialmente caprichosa, aunque enriquecida con otros matices –en ocasiones muy sutiles- tales como el interés casi ingenuo por todo aquello que le llama la atención, una inteligencia que desprende casi sin querer –véase la partida de ajedrez- o su fascinación pseudo-romántica, temporal e interesada hacia Bogart. Es una niña encerrada en el cuerpo de una atractiva mujer; pensamos que ella va a ser la femme fatale, aquella que traerá la perdición a los que la rodean, aunque en realidad si en algún momento del filme ocurre esto, no es conscientemente dado que no deja de seguir los dictados de una psique casi infantil.
La avaricia se presenta a través del ente cuatricéfalo Morley-Lorre-Tulli-Barnard; los delirios de grandeza y el afán de protagonismo son las notas que mueven a la rubia Jennifer Jones, si bien es verdad que estas se ven diluidas en una personalidad esencialmente caprichosa, aunque enriquecida con otros matices –en ocasiones muy sutiles- tales como el interés casi ingenuo por todo aquello que le llama la atención, una inteligencia que desprende casi sin querer –véase la partida de ajedrez- o su fascinación pseudo-romántica, temporal e interesada hacia Bogart. Es una niña encerrada en el cuerpo de una atractiva mujer; pensamos que ella va a ser la femme fatale, aquella que traerá la perdición a los que la rodean, aunque en realidad si en algún momento del filme ocurre esto, no es conscientemente dado que no deja de seguir los dictados de una psique casi infantil.
Las
parejas de Jones y Bogart –Edward Underdown y Gina Lollobrigida, respectivamente-
comparten ingenuidad, diferenciándose en que él se deja llevar más por sus
ínfulas y ella, por una ambición tenue.
Humphrey, mientras tanto, se acomoda en una terraza y desde detrás del vidrio de su copa de vino contempla escéptico la situación y a sus compañeros de viaje tratando de adivinar con la mayor lucidez posible el devenir de la empresa en que se ha embarcado.
Humphrey, mientras tanto, se acomoda en una terraza y desde detrás del vidrio de su copa de vino contempla escéptico la situación y a sus compañeros de viaje tratando de adivinar con la mayor lucidez posible el devenir de la empresa en que se ha embarcado.
Fallida
trama para una buena película. John Huston es el encargado de rodar esta obra
en 1953, en un momento de lucidez creativa, tras dirigir La reina de África y
Moulin Rouge. El guión escrito por Truman Capote
no acaba de cuajar de forma acertada, llegando incluso a aburrir al espectador.
Esto se debe a que la narración desarrolla un ritmo muy irregular; los primeros
compases de la cinta son excesivamente lentos y el desenlace de la historia se
muestra alocado y muy precipitado. El género del film resulta prácticamente
inclasificable, ya que toma influencias negras, cómicas y aventurescas, por lo
que hablaremos de este título como un producto peculiar dentro de la
filmografía de Huston.
En
lo visual el film sorprende, por su cálida técnica. La excelente fotografía de
la costa italiana por parte de Oswald Morris y el magistral uso de la cámara de
Huston son todo un acierto. El marcado trabajo de luces y sombras ensalza un
clima afable para el público, que facilita el buen hacer técnico. Interesante
título que esboza una estética sugerente y peculiar que encandilara a los
amantes del director americano John Huston.
Calificación: 3 de 6.
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