La parada de los monstruos
Título original: Freaks
Año: 1932
Duración: 64 min.
País: Estados Unidos.
Director: Tod Browning.
Guión: Willis Goldbeck, Leon Gordon, Al Boasberg (Relato: Tod Robbins)
Música: Richard Wagner.
Fotografía: Merrit B. Gerstad.
Reparto:
Wallace Ford, Leila Hyams, Olga Baclanova, Roscoe Ates, Henry Victor, Harry Earles, Daisy Earles, Rose Dione, Daisy Hilton, Violet Hilton, Schlitze, Josephine Joseph, Johnny Eck, Frances O'Connor, Peter Robinson, Olga Roderick, Angelo Rossitto
Género: Drama.
Sinopsis:
En un circo lleno de seres deformes, tullidos y personas con diversas amputaciones, Hans, uno de los enanos, hereda una fortuna. A partir de ese momento, Cleopatra, una bella contorsionista, intentará seducirlo para hacerse con su dinero. Para lograr su objetivo, traza un plan contando con la complicidad de Hércules, el forzudo del circo...
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“No les hemos mentido, amigos. Les dijimos que teníamos monstruosidades vivientes. Se rieron de ellos, se estremecieron, incluso, por un accidente de nacimiento, podrían ser igual que ellos. No pidieron que les trajeran al mundo, pero al mundo vinieron. Tienen su propia ley. Si ofendes a uno, ofendes a todos. Ahora, amigos, si vienen por aquí, presenciarán la más asombrosa, la más increíble monstruosidad viviente de todos los tiempos…”
Con este morboso encabezamiento comienza ‘Freaks’, una película única en su especie y pionera en romper el tabú de las malformaciones desde el punto de vista de la incomprensión. Tanto fue así que tras su estreno fue censurada quedando mutilado su metraje a unos escasos 30 minutos (la mitad de su duración total), en el mejor de los casos, o directamente prohibiendo su exhibición. Además, para evitar despertar la curiosidad del público, se hizo correr el rumor de que todas las copias habían sido arrojadas a la bahía. Tras el desastre en taquilla y la marginación absoluta recibida el film fue archivado, relegado al olvido y simbolizaría el principio del fin para su creador. Hasta que alguien la rescató y la mostró en el Festival de Cine de Venecia en 1962, recibiendo la ovación del público asistente. Lástima que su director Tod Browning muriese ese mismo año sin recibir todo el mérito que se merecía.
Pero,¿de qué trata ‘Freaks’?. El film trata sobre un circo en el que los llamados fenómenos (o freaks) son tratados con desprecio por la hermosa trapecista Cleopatra y el forzudo Hércules, del que está enamorada. Pero ella hará una excepción con Hans, uno de los enanos con un enorme patrimonio, a quien intentará seducir interesadamente para poder quedarse su fortuna.
Tomando como base el relato ‘Spurs’ (‘Espuelas’), escrito por Tod Robbins, la cinta muestra la explotación y los malos tratos recibidos por los freaks en la mundo del espectáculo. En una sociedad en la que era frecuente que sus propios padres los vendiesen, Browning nos muestra la alianza que se forma entre ellos; una especie de comuna creada para protegerse de los ataques de los llamados, “normales”. Éstos, salvo excepciones (véase el personaje de la propietaria Venus o el payaso Phroso), tras su hermosa y deslumbrante máscara, no son sino los auténticos monstruos crueles y mezquinos a los que sólo mueve el interés y la codicia. Sin embargo los “fenómenos” son joviales, tiernos y cariñosos; hasta que son ofendidos, que es cuando vemos su cara oculta.
Y es que ‘Freaks’ trata sobre el ser humano. Tanto ”normales” como ”monstruos” tienen recovecos morales y no se muestra a los fenómenos como mejores o peores que los demás, sino que deja a ambos en un nivel equivalente; aunque sí que salen peor parados los ”respetables”. Quizá por ello el film tiene un tono que lo acerca al documental en el que también vemos que hay estratos, tanto en el plano económico, como en el social, como en el de consciencia. Por un lado están los “pinheads”, que son los más inocentes y los que más ternura despiertan en el espectador. En segundo lugar tenemos a la inmensa mayoría que son gente con sus preocupaciones amorosas y rutinarias. Y por último, Hans, el adinerado que, no sin razón, termina reaccionando con crueldad a todos los abusos recibidos.
Hay dos detalles destacables del film. En primer lugar el clímax (la secuencia de la cena). Es este el momento en que se giran las tornas y los oprimidos comienzan a tomar el rol de los opresores. Esta escena se acerca al universo buñuelesco y dibuja con firmeza el límite de la paciencia. Y, por otro lado, la relación existente entre las dos hermanas siamesas basada en una simbiosis física y emocional que se revela como un pequeño relato dentro de la historia.
La mayor polémica que levantó la cinta probablemente fue que sus protagonistas fuesen personas con auténticas malformaciones, tanto físicas como mentales en algunos casos, y no actores profesionales maquillados. Porque ir a una feria y pagar por ver las “aberraciones” de la naturaleza estaba bien visto. Sin embargo, dar un papel principal y respetable a cualquiera de estas personas era obsceno y censurable. ¿Es mejor tener a estos seres ocultos y exponerlos en una jaula para saciar nuestra morbosa curiosidad? He aquí otra de las lecciones de la doble moral imperante.
Hagamos un breve repaso por el reparto de la película. Para el papel de la fría Cleopatra fue elegida Olga Baclanova (‘The Man Who Laughs‘). Las siamesas fueron interpretadas por Daisy y Violet Hilton, quienes nacieron unidas por la cadera y fueron vendidas por su madre a un circo. Los roles de los pequeños Hans y Frieda fueron para Harry y Daisy Earles, dos hermanos que solían hacer de pareja y que aparecen en ‘El Mago de Oz‘. Olga Roderick interpretó a la mujer barbuda y, renegando de su aparición en ‘Freaks’, no hizo ninguna película más. El hombre sin piernas fue representado por Johnny Eck, quien volvió a aparecer en tres películas de Tarzán caracterizado como un pájaro exótico y en quien (según cuentan las malas lenguas) se basó George Lucas para diseñar a R2D2. Por su lado tenemos a Prince Randian como el torso humano, quien no se dejó ver en ninguna cinta más y que fue padre de cuatro niñas y un niño. Por otro lado tenemos a Schlitze, el entrañable ”pinhead” a quien también vimos en ‘The Island of Lost Souls‘. La hermosa Frances O’Connor desarrolló el papel de una de las dos mujeres sin brazos. Leyla Hyams (‘The Island of Lost Souls‘) interpretó a la dulce propietaria del circo, Venus. Por último, el papel de Phroso cayó en manos de Wallace Ford, a quien pudimos ver después en “Harvey” o “La Sombra de una Duda”.
Pero para hablar de ‘Freaks’ hay que conocer también a su creador. Tod Browning nació en Kentucky en 1880. Fascinado por el espectáculo, abandonó su hogar a la edad de 16 años para unirse a una compañía circense en la que realizaba el número del enterramiento vivo y además actuaba como payaso, lo cual le llevó a ejercer como mago y bailarín en el mundo del vodevil. Tras esto comenzó a actuar en películas cómicas, hasta que en 1913 decidió mudarse a California donde combinaba sus tareas de actor con las de director. Pero dos años después sucedería algo que marcaría la personalidad del realizador para siempre. Yendo en coche con otros dos actores a toda velocidad impactaron con un tren en marcha, lo cual costaría la vida de uno de ellos y graves heridas al resto, dejando la pierna de Browning destrozada. Esto le apartaría de la vida cinematográfica hasta 1917.
Fue a partir de entonces cuando comenzó su etapa más prolífica en la que encontraría al actor que mejor se amoldaría a su manera de crear y con el que rodaría una buena cantidad de films. ¿Su nombre? Lon Chaney, también conocido como el hombre de las mil caras. De esta etapa destacaría ‘Garras Humanas‘, en la que Chaney interpreta a un hombre que se hace pasar por manco para poder trabajar en una compañía de circo. Pero no fue hasta 1931 con la llegada de su primer proyecto sonoro, que el reconocimiento de crítica y público hiciesen justicia al director. La cinta en cuestión fue “Drácula”, interpretada por el actor rumano Bela Lugosi, quien sustituyó a Chaney tras su defunción. Este fue, sin duda, el punto álgido de la carrera de Tod Browning. Queriéndolo superar, el realizador volvió a Metro Goldwyn Meyer y rodó ‘Freaks’, obteniendo el incomprensión y el desprecio como respuesta. A partir de aquí, y a pesar de tener films interesantes como ‘Muñecos Infernales‘ o ‘La Marca del Vampiro‘ su carrera fue cuesta abajo y optó por retirarse profesionalmente en 1939.
Desde su reestreno (por estas tierras en el Festival de Cine Fantástico de Sitges en la década de los 70) ‘Freaks’ se ha revelado como un film innovador y un auténtico ”freak” dentro del celuloide. Por ello ha sido homenajeado en películas de peso como “El Hombre Elefante” de David Lynch, “Máscara” de Peter Bogdanovich, ‘Big Fish‘ de Tim Burton, entre otros y parodiada en un film menor como ‘Freaked‘ en el que Mr. T interpreta a la mujer barbuda. Hoy es frecuente el uso del término freak como alguien apasionado de algo; incluso se utiliza con orgullo. Pero en 1932 la propuesta de Tod Browning fue valiente y visionaria, y, por lo tanto, censurada. Así que no olvidéis, queridos ciberlectores, pensadlo dos veces antes de prejuzgar un libro por su cubierta porque…”ustedes podrían ser iguales que ellos.
Lo que podría haber sido una película grotesca y bufona, se convierte en un colosal alegato a favor de la igualdad y de la dignidad de los seres humanos. Los actores principales realizan un papel extraordinario, y la labor de Tod Browning es digna de halagos, ya que, según dicen, tuvo la experiencia de vivir en un circo, lo que le llevó a realizar posteriormente este impresionante film.
Las penas e ilusiones del grupo de criaturas con deformidades de un circo. Pocas películas son tan bellas como esta mirada romántica y algo subversiva a una serie de personas deformes, exhibidas como espectáculo de feria, pero que demuestran tener sentimientos delicados, son más ‘hermosas’ que mucho ‘beatiful people’ que anda por ahí suelto. Su historia puede leerse a modo de parábola sobre la vaciedad hueca del cine que se rodaba en Hollywood. El film se rodó en sólo 36 días, aprovechando los decorados de Susan Lennox, una película de la Garbo. Una de las mejores películas de la historia del cine.
Mejores escenas:
Calificación: 6 de 6.
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