Título original: Va, Vis et Deviens
Duración: 140 min.
País: Bélgica, Francia, Israel, Italia.
Dirección: Radu Mihaileanu.
Guión: Alain-Michel Blanc, Radu Mihaileanu.
Música: Armand Amar.
Fotografía: Rémy Chevrin.
Intérpretes: Yael Abecassis, Roschdy Zem, Moshe Agazai, Roni Hadar, Moshe Abebe, Sirak M. Sabahat.
Sinopsis:
1984. Miles de refugiados africanos procedentes de veintiséis países llegan a los campamentos de Sudán. A instancias de Estados Unidos e Israel se ha puesto en marcha un vasto proyecto (Operación Moisés) para llevar a los judíos etíopes (falashas) a Israel. Una madre cristiana convence a su hijo de nueve años para que diga que es judío y así salvarle de la hambruna y de una muerte segura. El niño llega a la Tierra Prometida. Oficialmente es huérfano y le adopta una familia sefardí francesa afincada en Tel Aviv. Crece con el temor de que descubran su secreto, no es judío ni huérfano, sólo es negro. Descubrirá el amor, la cultura occidental y el judaísmo por un lado, y el racismo y la guerra en los Territorios Ocupados por otro. Se convertirá en judío, israelí, francés y tunecino, una auténtica torre de Babel humana. Pero nunca olvidará a su auténtica madre, la que se quedó en el campamento, y siempre soñará con encontrarla de nuevo.
Radu Mihaileanu, cineasta francés de origen rumano (El tren de la vida, El concierto), entrega una sólida historia, narrada desde el punto de vista de Schlomo, el protagonista. Sentada la idea de que su formación cristiana era superficial, se dibujan los problemas de identidad e integración.
Comentarios:
Esta larga narración cinematográfica es una aproximación al conocimiento y comprensión de los "falashas" o pueblo de judíos etíopes y de piel negra, que según ellos mismos son descendientes en parentesco y religión hebrea de la unión amorosa entre el rey Salomón y la Reina de Saba hace más de 2700 años. Una creencia algo mitificada, pues en realidad y según los expertos en la materia, los falashas son más bien miembros de una tribu indígena hamítica, de piel oscura, conocida como Agau, la cual parece ser que adoptó en su conjunto la religión judía allá por el s. I ó II d.C. El culto judío que practican estos etíopes se basa en la Biblia hebrea o Pentateuco. Son escrupulosos en la observancia de las leyes dietéticas y de higiene que recoge la Torá, así como del calendario judío. Para el judaísmo mundial merecen toda consideración como miembros judíos de pleno derecho en el pueblo de Israel, máxime porque han salvaguardado y profesan en gran parte el antiguo culto judío tal como se practicara en los días que precedieron a la destrucción del II Templo de Jerusalén (70 d.C.)
Debido a la presión de poderosas organizaciones judías y de EEUU sobre el gobierno etíope, éste permitió una numerosa salida de judíos etíopes de Etiopía, en 1991. Las autoridades israelitas montaron una magnífica operación de rescate, traslado y acogida, la cual se realizó mediante un puente aéreo desde Addis Abeba a Tel-Aviv, el viernes 24 de mayo de 1991 (en aproximadamente un día llegaron a Israel procedentes de Etiopía unos 15000 judíos etíopes), nada más y nada menos.
La caligrafía de la película es básica, de redondilla, pero no lo disimula. Basta para la emoción que quiere transmitir, emoción que entre el primer minuto y el final culminante no deja de latir, con rachas de fuerte intensidad.
Para apostarlo todo a esa emoción continua, el protagonista es sometido a un múltiple extrañamiento, con lo que de uno u otro, o de sus combinaciones, siempre surgirá inquietud abundante, por larga que sea la película.
En esa vorágine de gente, una madre etíope muy pobre, no precisamente de religión judía, logró meter a su hijo de nueve años entre la multitud de judíos emigrantes, ¡y consiguió con la ayuda de otras personas misericordiosas! El objetivo y la razón de esa madre no era otra que: ¡VETE Y VIVE!, es decir, ¡VETE Y SÁLVATE! A partir de ahí la película nos narra toda la vida de este niño, luego muchacho y más tarde hombre, su adaptación, penurias, añoranzas, desarrollo y salida para adelante.
Vive en su familia adoptiva las zozobras políticas. Durante tres épocas, niñez, adolescencia y juventud, aguanta mortificado su secreto incomunicable, ser falso huérfano y falso judío, mientras conoce el amor y los estudios rabínicos. Cuando se empeña en confesarlo no consigue hacerse entender. Situaciones kafkianas, por enrevesada madeja de equívocos.
Un sentimiento elemental y honrado atraviesa la película y le da trasfondo: la lucha desesperada por llegar a ser quien se es en verdad, individualmente.
Película muy interesante, en primer lugar por lo mucho que sale uno sabiendo, tras su visionado, de la historia y penalidades de los falashas. El instante final es sobrecogedor.
Tráiler:
Calificación: 4 de 6.
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