CINE SOCIO-POLITICO
ESPAÑOL
3ª parte
3ª parte
EL POSTFRANQUISMO
1976 - 2000
INTRODUCCION A LOS
AÑOS OCHENTA
Las tendencias cinematográficas
de los años ochenta fueron tuteladas desde la Administración (Pilar Miró se
puso al frente de la Dirección General de Cinematografía), que toma una serie
de medidas para fomentar el cine de calidad, un cine de autor que protege a los
debutantes y que logra que la producción comercial de bajo desempeño
profesional decaiga. El cine español cosecha algunos éxitos, como el Óscar a la
mejor película extranjera por Volver a empezar (1982), de José Luis Garci y
éxitos de taquilla como Los santos inocentes (1984), de Mario Camus.
"Volver a empezar"
Géneros
Los géneros predominantes en esta
década fueron la comedia y el thriller. El drama se cultivó con rasgos menos
definidos desde el punto de vista del género. Otros géneros clásicos como
aventuras, musicales, cine fantástico etc. tuvieron menos importancia.
Como hemos ido viendo, la comedia
es un género tradicional desde los 40. En los años que nos ocupan, la comedia
continúa los esquemas subgenéricos de otras etapas, desde la comedia política,
costumbrista y reaccionaria a la comedia sexy (ahora con tendencia al porno) o
parodias. Muchas de estas producciones están vinculadas nostálgicamente a la ultraderecha
franquista. Cultivadas por directores de etapas anteriores fueron
languideciendo progresivamente a medida que la política cinematográfica del
gobierno iba tomando fuerza. Otra tendencia es la continuación de la comedia a
la manera de “la tercera vía”, una comedia posibilista que repasa las
frustraciones de las generaciones que han crecido con el franquismo, entre la
ilusión y el desencanto, con la que el público se puede identificar, ahora con
cierta tendencia al drama.
"Sé infiel y no mires con quién"
Con este punto de partida, pero
tomando otros elementos como la comedia clásica americana (Lubitsch, Hawks,
Wilder) o más moderna (Allen, Rohmer, Tanner), directores como Fernando Colomo
(La línea del cielo, 1983; La vida alegre, 1987; Bajarse al moro, 1988) y
Fernando Trueba (Opera prima, 1980), construyen una comedia más espontánea y
personal, de bajo presupuesto, que se dará en llamar la “comedia madrileña”,
que retrata y exalta la “movida” madrileña, protagonizadas por “progres”,
jóvenes izquierdistas inmaduros llenos de problemas.
Con presupuestos más altos
progresivamente, esta comedia se va sofisticando y perdiendo el carácter
localista como Sal gorda (1983) o Sé infiel y no mires con quién (1985).
Fernando Trueba abre esta vía a otros cineastas: Manuel Gutiérrez Aragón (La noche
más hermosa, 1984) y Emilio Martínez Lázaro(El juego más divertido, 1988),
entre otros. Especial relevancia tendrá Pedro Almodóvar, que después de
realizar películas en la más pura marginalidad durante seis años, se acercaba a
los circuitos comerciales con Pepi, Luci y Bom... y otras chicas del montón
(1980), película que le convirtió en un director controvertido pero a la vez
admirado por un masivo público joven; otras películas de este director en esta
década fueron Laberinto de pasiones (1981), Entre tinieblas (1983), ¿Qué he
hecho yo para merecer esto? (1984), La ley del deseo (1986), Matador ( y
Mujeres al borde de un ataque de nervios (1987). A partir de este último filme,
Almodóvar conquistó los mercados internacionales y se convirtió en el emblema
del cine español fuera de nuestras fronteras.
"Pepi, Luci y Bom... y otras chicas del montón"
El trabajo de Berlanga se centra
en su particular visión crítica y esperpéntica de la sociedad, con la trilogía
La escopeta nacional (1977), Patrimonio Nacional (1981) y Nacional III (1982) y
otros títulos como La vaquilla (1984) y Moros y cristianos (1987).
El segundo género más cultivado
es el cine policíaco, coincidiendo con el auge de la literatura “negra” en
España y continuando con una tendencia surgida en los finales de los 60. Este
tipo de cine permite reflejar la realidad social. Muchas de ellas son
adaptaciones de obras literarias (abundan las inspiradas en las novelas de
Manuel Vázquez Montalbán y otros escritores). Entre los mejores títulos están
Deprisa, deprisa (1980), de Carlos Saura, Maravillas (1980) de M.
Gutiérrez-Aragón y las dos películas (I y II, de 1881 y 1982) El crack de José
Luis Garci, Eloy de la Iglesia es el director que más cultiva el género:
Navajeros, (1980), Colegas (1980), El Pico (I y II, 1993 y 1984), La estanquera
de Vallecas (1987)... En todas ellas se retratan las lacras sociales del
momento.
"El crack"
"Maravillas"
Gran parte de las películas
abordan la historia, tras cuarenta años de silenciar la memoria de los
derrotados de la guerra civil, abordando los años de la República, la guerra
civil y las primeras décadas del franquismo. Pascual Duarte, Las largas
vacaciones del 36 (J. Camino, ), El año de las luces (F. Trueba, 1986) Dragon
Rapide (J. Camino, 1986), Réquiem por un campesino español (F. Betriu, 1985),
Las cosas del querer (J. Chávarri, 1989). Demonios en el jardín (1982), una de
las mejores películas de M. Gutiérrez Aragón, éxito de crítica y público. Es un
drama rural en la más dura posguerra a través de los ojos de un niño enfermo.
"Las largas
vacaciones del 36"
Uno de los autores que mejor
retrata la España franquista es Vicente Aranda que, partiendo de un lenguaje
narrativo clásico, combina el análisis histórico con elementos de la crónica
negra y criminal bajo y realiza una serie de dramas donde conviven sexo,
violencia y muerte: Asesinato en el comité central (1982), Fanny Pelopaja
(1984), Si te dicen que caí (1989) o El Lute (I y II, 1987-88), Amantes (1991).
"Amantes"
El tema político actual es tocado
con realismo pero con prudencia, el fascismo”Camada negra”, “Taxi”, “7 dias de
Enero” “El caso Almeria”, el terrorismo “Dias contados”, “Yoyes”, “El proceso
de Burgos”, “La fuga de Segovia”, etc. son películas honestas.
El Sur (1983) constituye una de
las mayores cimas del cine de esta época, confirmando a su director, Víctor
Erice, cuya carrera cinematográfica hasta hoy se limita a tres películas, como
un autor extraordinario con universo temático y formal propio. En El sur se
reflexiona sobre el Bien y el Mal o sobre el acceso al conocimiento a través de
las relaciones entre un padre y una hija, pero también mediante aspectos
formales como el tratamiento de la luz y el tiempo.
La literatura sirve como
argumento a numerosas adaptaciones. Como ejemplo de éxito de público y crítica
podemos mencionar a Mario Camus: La Colmena (1982) sobre la novela del mismo
título de Camilo José Cela y Los santos inocentes (1984), esta vez adaptación
de la obra homónima de Miguel Delibes. Vicente Aranda también recurre con
frecuencia a la literatura: La muchacha de las bragas de oro (1980) y Tiempo de
silencio (1986), inspiradas en las novelas de Juan Marsé y Luis Martín Santos,
respectivamente.
"La colmena"
Pero también el cine refleja los
cambios sociales del presente, lo que da lugar a un “nuevo costumbrismo”. Los
problemas que se plantean son “la dificultad de asumir la propia identidad,
casi siempre por alguna «diferencia», como ser homosexual, joven, negro,
extranjero o incluso simplemente mujer; las dificultades de relación de la
pareja, el amor y el desamor; la insatisfacción con las normas de vida
sancionadas socialmente, basadas en el éxito y la competitividad; el desencanto
ante las ilusiones y esperanzas truncadas en los tibios tiempos del consenso;
la soledad y cotidianeidad de la vida urbana; etc.” No se tratan los problemas
sociales del momento (política, reconversiones económicas, incorporación a
Europa...) desde un punto de vista colectivo, sólo se aprovechan temas
candentes como el paro, las drogas o la delincuencia bajo una perspectiva más
sensacionalista que crítica.
El cine de “destape” de la década
anterior se va haciendo más explícito hasta desembocar en el cine pornográfico,
reconocido en la ley de 1982. La presencia del sexo y del erotismo se normaliza
en los filmes, y directores como Bigas Luna y Almodóvar reflexionan en sus
películas sobre asuntos sexuales. Algunos muestran manifestaciones sexuales
reprimidas en el franquismo, como la homosexualidad.
"Cria cuervos"
Mención aparte, Carlos Saura. Con
los años ochenta el cine de Saura y su propia persona comienzan a pasar de
moda. Inclusive a ser tratado con cierta reticencia, hasta poderse hablar de
«la silenciosa marginación» de un personaje que, a estas alturas de su vida,
era ya un auténtico clásico, en el sentido de que su obra constituía un legado
histórico para la vida entera del país, superadas censuras coyunturales y, por
supuesto, posibles derrotas artísticas en esos mismos años ochenta. No se
pueden olvidar sus magníficas obras de esta época: Cría cuervos, Elisa, vida mía, Los ojos
vendados, Deprisa, deprisa, Los zancos, Ay Carmela!!...
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