El gran carnaval
Título original: Ace in the Hole
Año: 1951
Duración: 111 min.
País: Estados Unidos.
Director: Billy Wilder.
Guión: Billy Wilder, Lesser Samuels, Walter Newman.
Música: Hugo Friedhofer.
Fotografía: Charles Lang Jr.
Reparto:
Kirk Douglas, Jan Sterling, Robert Arthur, Porter Hall,
Frank Cady, Richard Benedict, Ray Teal, Lewis Martin, John Berkes, Frances
Dominguez, Gene Evans, Harry Harvey, Frank Jaquet.
Género: Drama.
Sinopsis:
Charles Tatum es un periodista sin escrúpulos que atraviesa
una mala racha a causa de su adicción al alcohol, razón por la que se ha visto
obligado a trabajar en un pequeño diario de Nuevo México. Cuando un minero
indio se queda atrapado en un túnel, Tatum ve la oportunidad de volver a
triunfar en el mundo del periodismo. Entonces, en connivencia con el sheriff
del pueblo, no sólo convierte el caso en un espectáculo, sino que, además,
retrasa cuanto puede el rescate.
Premios:
1951: Nominada al Oscar: Mejor historia y guión.
COMENTARIOS:
El Gran Carnaval” es una película cáustica, de las más
corrosivas del gran Billy Wilder. Nunca tuvo la aceptación de público y crítica
que otras obras del director tuvieran en los EE.UU.; sin ir más lejos, su
inmediata antecesora, “El Crepúsculo de los Dioses” (1950). Es que el film
trata acerca de la ambición, del ansia de protagonismo y poder, de la traición,
del voyerismo ante la desgracia ajena, de la insensibilidad.
Son demasiados aspectos negativos que el alma humana
encierra como para que la película sea simpática. La obra incomoda al
espectador, lo pone frente a un espejo opaco y decadente. Es que a nadie le
agrada ver exhumados a aquellos aspectos casi siempre escondidos en el
interior, tan profundos y oscuros como la mina que guarda al desdichado de
turno.
Desde el punto de vista formal, el film está estructurado
casi exclusivamente desde el punto de vista de Chuck Tatum, a la postre uno de
los más desalmados personajes de la historia del cine.
Jugada más que arriesgada de Wilder, que obliga, merced a la
voz cantante elegida, a una identificación que complica al público. Al tiempo,
el personaje de Lorraine (a cargo de la hermosa Jan Sterling) propone la
presencia en pantalla de una “femme fatale” atípica, que progresivamente va
mostrando su paralelo moral con el periodista.
“El Gran Carnaval” es una de las películas preferidas de
Woody Allen y - al mismo tiempo - una de las más escondidas joyas de Billy
Wilder, lo cual no deja de ser una coherencia.
Una película cuyo plano final, por ejemplo, vale más que
muchas cintas completas que nos ha tocado en suerte ver.
Película aterradora, pero aterradora porque una película de
hace 60 años sobre un lado tan oscuro del ser humano siga siendo tan actual que
hemos podido ver cosas muy similares hace apenas unos meses, como el caso de
los mineros de Chile, dónde se pudo ver un espectáculo mediático a la altura
del que vemos montado en la película.
Posiblemente es la película más alejada a lo que he podido
ver de Wilder, entre sus comedías y su cine negro, aquí nos presenta una
película con una grandísima crítica social encabezada por un Kirk Douglas
magistral, con un fantástico personaje que se come la pantalla desde la primera
escena en la que le vemos entrar con una fuerza inmensa.
Lo que si comparte con otras películas de Wilder es la
bajeza de sus personajes, todos lejos de ser buenas personas, no solo el
personaje de Douglas por supuesto, esa esposa dispuesta a abandonar a su marido
mientras este está atrapado o ese Sheriff al que tampoco le importa demasiado
la vida del atrapado.
Inmensas las escenas que comparten Kirk Douglas y Jan
Sterling como ese momento en el que el la abofetea y sobre todo el último
encuentro con la piel de zorro, simplemente majestuoso y momento clave para su
final. Final, que quizá sea el pie por el que más cojea la película ya que lo
vi desde luego muy flojo y poco aprovechado. Aunque ese plano final de Douglas
cayéndose es brutal.
El gran carnaval es un duro y cínico drama que denuncia
mordaz y lúcidamente la interesada manipulación informativa que en muchas
ocasiones se ejerce desde los medios de comunicación, sea por intereses
mercantiles o políticos.
Lejos de quedar desfasada, esta absoluta obra maestra
(una de las muchas que el maestro Wilder nos legó) cobra renovada vigencia a
tenor del rumbo que la profesión informativa esta tomando actualmente. La
construcción del personaje interpretado por K. Douglas, un periodista ambicioso
y sin escrúpulos, es profunda y llena de aristas; los diálogos, vivos y
cargados de sutilezas; y el mensaje, además de crítico, es universal, meridiano
y atemporal.
Película genial, simplemente.
Trailer:
Calificación: 6 de 6.
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