TÍTULO ORIGINAL: Das Leben der Anderen.
AÑO: 2006.
DURACIÓN: 137 min.
PAÍS: Alemania.
DIRECTOR: Florian Henckel von Donnersmarck.
GUIÓN: Florian Henckel von Donnersmarck .
MÚSICA: Gabriel Yared, Stéphane Moucha.
FOTOGRAFÍA: Hagen Bogdanski .
REPARTO: Ulrich Mühe, Martina Gedeck, Sebastian Koch, Ulrich Tukur, Thomas Thieme, Hans-Uwe Bauer, Volkmar Kleinert, Matthias Brenner, Charly Hübner, Herbert Knaup.
SINOPSIS:
República Democrática Alemana, año 1984. El capitán Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), un hombre solitario, es un competente oficial del servicio de inteligencia y espionaje de la Stasi, la todopoderosa policía secreta del régimen comunista de la RDA. Pero, cuando le encomiendan que espíe a la pareja formada por el prestigioso escritor Georg Dreyman (Sebastian Koch) y la popular actriz Christa-Maria Sieland (Martina Gedenk), no puede ni siquiera imaginar hasta qué punto esa misión va a influir en su concepción de la vida y del mundo. 2006: Oscar: Mejor película habla no inglesa.
Comentarios:
Lo más fascinante de La vida de los otros es comprobar con qué lucidez y capacidad crítica se puede revisar la historia reciente de un país a través de una historia personal. El intenso drama de la pareja de artistas, Georg y Christa-Maria, vigilados noche y día por Weissler (un perfecto Ulrich Mühe, en la que fue su última película), es una firme muestra de lo ocurrido en esas dos Alemanias separadas por el muro. Mostrar, sin subterfugios y sin engañifas políticamente correctas, la vida de aquellos años, donde todo el mundo era sospechoso, donde el estado tenía que "saberlo todo", donde todo giraba obsesivamente hacia el mantenimiento de un simulacro de libertad, es la principal virtud de La vida de los otros, uno de los más potentes dramas de los últimos años.
Esta magnífica e inquietante película (¿Qué estólidos infiernos puede llegar a crear el hombre en nombre de las ciertas ideologías?) corrobora que la antigua RDA, y por extensión, los demás países del bloque comunista, eran autenticas pesadillas totalitarias en la estela de lo imaginado por George Orwell en su profética novela “1984” (aunque acaso el auténtico precursor de esta suerte de cosmovisión alienada haya sido Kafka). Pues este retrato del régimen político y social imperante en los países que pertenecían al denominado “socialismo real” no podía ser más demoledora.
Realmente cuesta hacerse a la idea de que hace escasamente veinte años pudiera haber existido, en plena Europa de finales del siglo XX, una sociedad como la retratada, en la que la paranoia por detectar al “disidente” constituía el síntoma más evidente de una sociedad profundamente corrupta y dominada por el miedo; una sociedad en la que cualquier ciudadano –un vecino, incluso un familiar- constituía una posible fuente de desconfianza o de amenaza.
Uno de los temas, pues, que se plantean en esta película es el concepto de traición; traición a los propios ideales, pero también a nuestros amigos, familiares, amantes... Porque a veces es más fácil encontrar refugio en las comodidades que proporciona el gregarismo -bajo la coartada, muchas veces, de sobrevivir a un poder coercitivo- que escuchar la voz interior que nos insta a la rebelión y a la justicia.
Pero tal vez lo más conmovedor sea la existencia profundamente vacía del anónimo y gris funcionario. Una existencia que solo encuentra su razón de ser a través de la oculta observación de la vida de los demás. Es a través de esta invasión vergonzosa en la vida de sus congéneres como logra convertirse en uno de los infinitos apéndices de un macrorganismo enfermizo (el estado) que necesita saberlo todo, verlo todo, para seguir funcionando y sentirse seguro. En este sentido, el protagonista me recuerda mucho al Gene Hackman que aparece en “La conversación” de Francis Ford Coppola, otra estupenda película con la que esta tiene muchos puntos de contacto.
Dejando aparte su gran calidad formal (excelente la dirección, guión, fotografía, etc.), nos encontramos, pues, ante película dotada de una inusual riqueza de planteamientos. Tanto a nivel histórico, político, como a nivel psicológico.
Sobrecogedora. Buen cine. La película retrata de forma magistral lo que fue la Europa (Alemania del Este) con el telón de acero, la narración tiene un ritmo eficiente de tal modo que el espectador no se da cuenta de su larga duración envuelto en una atmósfera turbadora.
Tráiler:
Calificación: Excelente.